Would you like to inspect the original subtitles? These are the user uploaded subtitles that are being translated:
¿Dónde está mi prometida? ¿Por qué salió corriendo de la iglesia? Ya viene, Jacinto, ya viene. Es una vergüenza lo que ha hecho su hija Esmeralda. Don Fernando, mire el estado de conmoción que dejó mi hermano.
Esta boda estaba acortada, no conozco a vivir. Calma, calma señora, no pasa nada. Recordemos que Esmeralda es un poco alocada y bastante joven, pero haré que la guardia la traiga y abra bola. Muchas noches lo soñé, pero nunca creí que realizaría el sueño de tenerte en mi cama, de retrasar contigo, de entregarme a ti y ser tuya, mi adorado zorro. Pero me temo que voy a decepcionarte, Catalina.
Yo preferiría que te entregaras a mí un hombre de letras y de leyes, y afortunadamente muy distinto a ese a ese bandigo de poca monta que se hace llamar el zorro. Ustedes, al fondo. Revisa sus barriles. Cuando no. Mi media hermana, haciéndonos caer en ridículo, papá.
No me voy el día en que morcilla salga de nuestras piedras. María, Ángel, por favor, basta. Estamos hablando de tu hermana. Sabes que papá es el juez más importante de Los Ángeles. Y si entrara a mi cuarto en este momento, más te valdría saber usar la Pues a ti tampoco te llamo muy bien si por esa puerta en lugar de entrar tu padre, entra tu futuro esposo.
Las mujeres necesitamos un marido que nos respete y cuide de nosotras. Ojalá papá te hubiese elegido como mi esposo. ¿Por qué nunca pediste mi mano, Diego? Ya la novia regresa, no te preocupes. Es la última que le tolero a Esmeralda.
Voy a hacer que la traigan, aunque sea por los cabellos. Me casaré con el hombre que papá eligió para mí, pero mi corazón necesita fantasías y mi cuerpo tus caricias, Diego. Eso está mucho mejor. Yo no me engaño, sé que no me amas, pero cerremos los ojos, yo imaginaré que tú eres el zorro y tú imaginas que yo soy la mujer de tu vida. Sí, sí.
Los ojos, cierra los ojos e imagina que yo soy el zorro, ¿sí? Pero la mujer de mi vida no existe ni siquiera en mis fantasías. Anda Diego, trata de imaginarla. Debe existir en alguna parte. Pues no lo creo.
Le doy cincuenta reales y me ayuda a escapar. Me gusta escapar de ellos, pero no de tu destino, Esmeralda. ¿Cómo sabe mi nombre? Lo que ahora parece tu desgracia te va a llevar a tu destino. Tú te irás miedo, mi almita.
Siempre te protegerán los amigos de tu madre. Tengo prisa, Catalina. Necesito mis memorias ahora mismo. Está bien, papá. Voy a abrir la puerta, pero debes cerrar bien los ojos porque estoy casi desnuda.
No quería importunarte, hija, pero hay algunas notas que debo leer. Mañana mismo me toca dictar sentencia contra ese gitano que defiende Diego de la Vega. ¿De dónde sacaría de la Vega que es abogado? Papá, no seas ingenuo. Todo el mundo sabe Diego de la Vega, cuando se ofrece a defender a alguien, es para sacarle dinero.
¿Cómo si ya no fuera lo suficientemente rico? Es un cretino ambicioso. Toma tus memorias, papá. Ya te las cosé. Hija, para una mujer que está por casarse, te arreglas poco las manos, están algo ásperas.
Papá, no seas injusto. Se me pusieron así sé qué será de mi vida sin ti después de que te cases con Tobías. Ay, papá, no te preocupes. Yo siempre me ocuparé de tus cosas. No pierdes una hija, además ganas un hijo.
¿Hablaba de mí? Me prometía. Hijo, hijo, no tenemos que estar aquí. Vamos, vamos, Vamos, hijo. ¿Crees que puedes hacerme esto a mí?
¿Crees que puedes manchar mi Vivirás como una reina. Prefiero amar y vivir como una pordiosera. Pero, claro, ese hombre te recomendó ante el rey para enviarte como gobernador América, por eso es que me quieres vender a él como si fuera una mercancía. Tú respetas mi voluntad Esto confirma los rumores. Un nuevo gobernador vendrá a Los Ángeles.
Bueno que fueras a la plaza y prestes atención a ver qué puedes escuchar. El caso, el Casco es que Montero le quiere quitar sus tierras a Miguel, pero el juez, ¿sabes? No podrá porque Miguel piensa pagar en mi servicio el abogado con sus tierras. Así es que podré salvar las tierras a Miguel, tierras. Así es que podré salvar las tierras a Miguel.
No sé si podré salvar a Miguel. No, Bernardo, no puedo utilizar esto como una prueba, porque pondría en evidencia administrar con Catalina. ¿Pero estás seguro, Alejandro? ¿Estás seguro que es Fernando quien regresa como gobernador? Sí, así es, María Pía.
Fernando Sánchez de Moncada regresa nuevamente y ahora como gobernador. ¿Estás bien? Eso se ve algo. De pronto, te has puesto pálida. No.
No, lo que pasa es que es que no lo puedo creer. Hace muchos años que Sí. Ibas a casarte con él. En esa época, me encontraba en España cumpliendo con órdenes del rey. Cuando regresé, supe que habías cancelado al compromiso y que además te habías convertido en religioso.
Por favor, Alejandro, no quiero hablar de ese tema. Al contrario. ¿No crees que ya es hora de que yo, tu hermano, sepa todo lo que sucedió entre ustedes? Nada. No hay nada que contar.
Te hizo daño. Contéstame. ¿Acaso descubriste que había otra mujer en su vida? ¿Qué ofendió? María tía, por favor, yo necesito saber absolutamente todo.
Soy tu hermano, y cuando Fernando regrese, irremediablemente tendré que relacionarme con él y de alguna manera nunca hablar de eso. Procuré ante dios y, por favor, no me preguntes más. ¿Me entendiste, Alejandro? No vuelvas a mencionármelo nunca. María Pía.
María Pía, papá. ¿Qué le pasa a mi tía? ¿Por qué, Fernando? Conocí muy bien a Fernando Sánchez de Mocada, hijo. De hecho, yo mismo le concedí la mano de tu tía cuando ambos éramos muy jóvenes.
¿Y qué pasó? Digo, porque nunca se casaron. Eso es algo de lo que María Pía nunca ha querido hablar y le temo que vamos a tener que respetar su silencio. Por eso fue que salió de la casa tan alterada. Así es.
Algo muy grave debió ocurrir entre él. Me consta que tu tía lo amó con locura. ¿Es su primer amor? El primero y el único. Papá, ¿cómo es?
¿Cómo es, este, Fernando Sánchez de mi cara? Fernando, que recuerdo de mis años de juventud, era un hombre respetable y, sobre todo, muy ambicioso. Eso no es bueno para un gobernador, dijo. Si un hombre no tiene ambiciones, no llega a ningún lado, Diego. No tiene éxito en la vida.
Hago lo que puedo, papá. Pero también quisiera saber si este nuevo gobernador será cómplice de las canalladas del comandante Montero. Mejor déjale la política a otros, Diego. Creo que te va mucho mejor con tus negocios, con tus serenatas y con las mujeres. Sí, pero tampoco es fácil disfrutar de mujeres y de serenatas cuando se vive en una dictadura como esta.
Ojalá algún día sientes cabeza y puedas casarte, hijo. Mira, tú eres un gran hombre. Siéntete lo considerado así. Eres inteligente, eres sensible. Yo te confieso que a veces a veces me preocupas mucho, hijo.
No veo un rumbo claro en tu vida. El matrimonio es complicado, papá. Y también se me hace muy difícil conseguir una pareja. Hermanos míos, ahora debéis aceptaros el uno al otro para que nuestro señor bendiga vuestra voluntad. Don Jacinto Murga y Cabestreros, ¿aceptáis como única esposa a doña Esmeralda Sánchez de Moncada para respetarla y cuidarla hasta que la muerte los separe?
Doña Esmeralda Sánchez de Moncada, ¿aceptáis como vuestro único esposo, a don Jacinto Murga y Cabestreros, para respetarlo y cuidarlo hasta que la muerte los separe? Don Diego, yo pienso que usted debería hablar con su cliente lo más pronto posible. Le agradezco mucho, sargento García, y no se preocupe que solo será un momento. Es que mi comandante ya lo hizo incomunicar y, además, están diciendo por ahí, don Diego, que que van a fusilar al gitano. Pero ¿cómo que lo van a fusilar si el juez aún no ha emitido su sentencia?
Yo simplemente soy un subordinado, don Diego, se fue el que le escuché a mi comandante y vaya aún más a ver por qué está tan seguro. Pues, es muy fácil, Sorgento García. Sí. El comandante Montero es finalmente el que impone las leyes. Por supuesto.
Y hace con ellos lo que le da la gana. Mi sobrino Diego conocerá inevitablemente a Fernando, padre Tomás, y en cualquier momento se pueden destapar los hechos que le cambiaron la vida. Diego puede recordar, padre Tomás. Cálmate, María Pía, cálmate. Es que no puedo, padre, no puedo.
No puedo. Este secreto me pesa. Durante años, Diego tuvo pesadillas por el horror que le tocó vivir con su madre. Así lo narró uno de los sobrevivientes. Fue una masacre despiadada, padre Tomás, Perpetrada por un demonio.
Un demonio que era el hombre que yo amaba, padre. No olvides que yo te ayudé a criar a Diego hasta que su padre llegó de España. ¿Y Diego? No tiene ningún recuerdo de ese pasado. ¿Qué es lo que te atormenta tanto, hija?
El regreso de Fernando, padre. Nosotros nunca vamos a Dime. ¿No lo puedes denunciar? Porque si te conozco bien y si conozco tu colchón, aún Nos queda una última audiencia y será para escuchar el veredicto del juez. ¿Y usted qué cree que pasará, don Diego?
Pues, no lo sé, Miguel. Yo estoy haciendo lo que puedo. No perdamos las esperanzas. ¿Eso es todo lo que tiene que decirme? ¿Que no pierda las esperanzas?
Después de que firme los documentos de mis tierras para pagar sus servicios. Cada vez que vivimos bajo el régimen de un tirano y que no existen garantías de nada, pero aún así. No me he rendido. Usted es igual a ellos. Ellos me robaron mi libertad, tal vez mi vida, y usted, usted me quitó todo lo que tenía, escúchame, Miguel.
Las cosas no son como tú crees. Claro, aquí, déjeme solo. Guardia. Miguel, escúcheme, por favor. Ya he escuchado demasiado y escucharlo me costará el cuello.
García, guardia, guardia. Guardia. Pero, ¿qué son esoscritos? ¿Ah? ¿Qué pasó?
No tiene por qué enterarse toda la presión de que don Diego está aquí. Vamos, don Diego, por favor, se le acabó el tiempo. Miguel, yo sé cómo te sientes y te comprendo. Pero te juro que no voy a permitir que nos veas un tirano. No escuché eso, no escuché eso.
Después de usted, Diego, por favor. Soy la viuda de don Jacinto Murga y Cabestreros, y voy a reclamar mi herencia. ¿Estás segura, doña Esmeralda? Es que no creo haber escuchado el sí de sus labios. Esmeralda, este asunto es muy delicado.
Fui al altar en contra de mi voluntad, pero dispuesta a hacer respetar tu palabra, y me casé y sé todo lo que me pediste, dios me premió por ser una buena hija. Y usted, padre, usted no escuchó el sí, porque lo dije así. Escuche. Marido, que a toda goce había aceptado ser mi esposo, comenzó a tambalearse como un jarrón. Como un jarrón que está frente a una ventana.
Abierta y, de repente, catacló. Que me deja abierta. Esmeralda, no es necesario que seas tan expresiva. Terminemos de una vez con esto. ¿Qué opina usted, padre?
Que doña Esmeralda tiene razón en algo. Don Jacinto ya había aceptado ser su esposo y, en cuanto al sí de ella, pudo ser, pudo ser. Todos estábamos muy conmocionados para escucharla. Ay, sí, muy conmocionados. Pues, nada, firmaré el registro.
Yo los declaro marido y mujer. ¿Hablo con Miguel? Por favor, dígame que lo están tratando bien. Me han dado de comer a mí, no me dejan verlo. Miguel, está bien.
Miguel, está bien. Puedes estar tranquila. No. No estoy tranquila. Tengo una mala corazonada, mañana me dictan sentencia, por favor, dígame qué va a pasar.
No estoy trabajando en eso, Olaya. No lo siento seguro. Nosotros le dimos todo lo que teníamos para que lo defendiera y todavía no siento que yo necesito que tú y Miguel estén tranquilos. Todo va a salir bien y por las tierras no te preocupes, anárnoste, pues. Yo sé que usted se va a quedar con la grata.
Claro. No se llega a ser tan rico como lo es usted, simplemente haciendo favores. Usted es un canalla igual que todos ellos. Este, este es el único hombre valiente capaz de enfrentarse a ese maldito comandante y a sus cómplices. Él solo es el único hombre que hay aquí en Los Ángeles.
Yo mismo voy a sacar a mi hombre de Ya deja de llorar, infeliz. ¿Quién puede sentir placer si te la pasas lloriqueando? Parece como si estuviéramos en un velodio. Hagámoslo otra vez. Yo hago lo que usted me pida.
Ya, cállate, mejor lárgate. Ya no quiero perder más tiempo contigo. Fuera. Deme otra oportunidad. Necesitamos pagar los impuestos, somos muy pobres.
Sí, sí, todo el mundo dice eso. Ven mañana, tal vez me cambie el humor y y veremos. Pero entiende algo. Si no me das placer, ¿cómo quieres que yo te dé placer? Es una cuestión de correspondencia.
Con permiso, mi comandante Montero. ¿Qué pasa, García? Usted siempre es tan inoportuno. Disculpe, mi comandante, si interrumpo su hora de descanso. La mujer de Miguel, el gitano, quería hablar con usted.
Apareció la gitana. No pensé que lo haría. Esa pobre mujer está desesperada, comandante. Tiene miedo de lo que le pueda pasar a su esposo. Ay, no seas estúpido, García.
Es sí, comandante. No es su esposo. No. Es su hombre. Ah, sí, señor.
Esos gitanos son como animales. Sí, señor. García. Sí, señor. Las botas.
Como ordene, mi comandancia. ¿Quién la hace, García? ¿Por qué se tapan los ojos? Ay, disculpe cómo andan de pensé. Las botas.
Así es, discúlpeme. García, quiero que le diga a la gitana No tupicie eso. Que sí la voy a recibir. Sí, señor. Esta noche, en mi oficina.
¿En la oficina? Sí. El imbécil de Don Diego no pudo defender a su marido. Le aseguro que su mujer va a resultar ser mejor abogada. Sí, señor.
¿No lo cree, García? Buenas noches, cuánto dinero le está pagando el comandante Montero por condenar a gitano Miguel. Usted sabe que Miguel es inocente, y espero que ese sea su veredicto mañana. Hermanos, por fin lo encontré. Llegó el día.
Hemos sido bendecidos, al fin. Escúcheme, hermanos. El destino de nuestra tribu ha sido bendecida por los clavos de la cruz. Encontré a la hija de nuestra reina Sarakalí. ¿Y cómo se llama, madre?
Esmeralda. Esta noche nadie duerme en el campamento. Que corran ríos, ríos de vino en honor a Esmeralda, la hija y sucesora de nuestra reina Sara Kalin. Un solo hombre que se fije en ti por el escándalo que se va a armar por tu culpa. Ay, ¿y a mí qué me importa, tía?
Si en todo España no hay un solo hombre que me arranqué un suspiro. ¿Por qué, Esmeralda? ¿Por qué te empeñas en hacer las cosas así? Mira que estás en boca de todo el mundo. Disgustas a tu padre, a tu familia.
Explícame por qué esa actitud de soberbia y rebeldía todo el tiempo, ¿contra qué estás luchando? Explícame, por favor. Desde que era niña me dijeron que mi madre murió cuando yo nací. Yo creo que mi padre nunca me ha perdonado eso. Por eso no han de sentido su amor ni el de mi hermana.
¿Contra qué lucho? Lucho contra este desamor que me hace sentir tan insignificante. No me puedes decir que no tienes amor. Te tengo a ti, tía, pero tú ni siquiera eres libre como quisieras para amarme. Mi papá me ha encerrado en su rencor y no ha permitido que nadie me ame.
¿Acaso tienes tan mal juego? Vaya cara que tienes. El sábado en aquellos héroes del sur. San Martín, Bolívar, Cujígins, todos ellos han podido vencer la tiranía. Ellos tienen ejércitos.
Tú peleas solo. A veces me cinturón inútil. Pues no deberías. Es cierto que tal vez no derrocas tirano, pero los mantienes a rayo. Además, haces otras cosas por la gente, sobre todo le brindas esperanza.
Quiero decirte algo. Muy pronto va a llegar el nuevo gobernador. Y el zorro tiene que estar atento a todo lo que haga. Fue amigo de mi padre y prometido de mi tía, así que no creo que sea mala persona. Nadie, Diego, Diego, Diego.
El poder oscurece el alma y tú lo sabes. Lo que pasa, padre, es que aún entendiendo que tengo que mantener sagrado el secreto del zorro, no me deja de afectar el menosprecio que siente hasta mi padre por mí, ganas de despistarlos a todos. Tú te comprometiste el día del juramento. A eso. Yo lo sé.
Pero, ¿y entonces qué va a pasar el día que yo conozca a una mujer y me enamore de ella y decida tener una vida con ella? El silencio no es solo para la misión, Es también para saldar tu vida, la vida de tu familia, la de los amigos y la de esta cofradía. Cerciórate. Que cuando aparezca esa mujer a la que tú le vas a entregar todo tu amor. Ella te ame a ti.
A ti, no al zorro. A Diego de la Vega. No vamos a consultar esta venta con su padre, señorita. Usted sabe que en su condición de mujer no puede disponer de su fortuna sin la aprobación de un hombre que la desea Usted haga lo que yo le digo, Olmos, que con mi padre y con el mundo me entiendo yo, ¿está claro? No lo voy a consultar con mi padre.
Él me vendió con ese anciano miserable y no sabe cómo estoy disfrutando el desquite. ¿Vas a permitir que Esmeralda se salga con la suya, papá? Es el colmo lo que le hizo pasar hoy al pobre don Jacinto Murga. ¿Y qué puedo hacer, hija? Se casó con él, es su heredera.
Es mentira, papá. Los engañó a todos, pero yo estuve muy pendiente a que ella diera el sí, ¿y te lo puedo asegurar? Nunca lo dijo. Por eso, hija, es tu palabra contra la de ella y la del cura. Además, por favor, ya no me atormentes más con Esmeralda.
No puedo con ella, le voy a conseguir un nuevo marido en América. Es por eso que Esmeralda hace lo que se le da la gana, papá. ¿Acaso tú no puedes con ella? Papá, Esmeralda nos va a arruinar la vida y la reputación. Basta ya, hija, basta ya.
Estamos preparando todas las cosas para el viaje a América. Esmeralda, ahorita es el menor problema que tengo. Mejor encárgate de que envalen bien tus cosas. ¿Y ahora quién se la va a aguantar? Joven y rica.
Esa loca se encarga de espantar a todos mis pretendientes, y ahora solamente la van a buscar a ella porque tiene dinero. Hija, hija, por dios. Mi vida. En América hay hombres jóvenes y muy ricos, y te prometo que ahí vas a encontrar el marido de tus sueños, el que tú siempre has querido. Además, yo sería incapaz de entregar a mi bella hija en manos de cualquiera.
Papá, pero es que Esmeralda está Esmeralda no es más que una joven viuda, ¿hum? Le conseguiré otro marido. Y créeme, ningún hombre va a pretender a una viuda, a menos de que sea un perfecto imbécil. Que usted es un imbécil, viejo. Es lo que piensa mi comandante Montero, pero yo sé que no es verdad.
Usted solo es un hombre, ¿cómo diríamos, un poco delicado? Con la paga de un soldado no alcanza ni para beber agua. Don Diego, haga metas, permita que yo le dé unas clases de cómo manejar un espada, ¿no? Su reputación está por su sueldo. Le agradezco mucho, sargento, y en algún momento probaremos.
Pero síganme contando. ¿Le estaba diciendo usted que Laisha, la esposa de Miguel, pensaba entrevistarse con el comandante Montero? Sí, sí, sí, así es. Pero él no la va a ayudar a sacar a Miguel de la Paz, señor. Pienso que este vino ya me está haciendo Aunque ese juez declare inocente a ese pobre hombre, Yo pienso que mi comandante Montero lo ha.
Don Miguel envenenó las aguas del río para perjudicar a sus vecinos. Y ese es un crimen muy grave. Esa es una gran mentira, comandante. Yo sé que usted quería quedarse con nuestras tierras. ¿Me estás llamando ladrón?
No me hubiera importado dárselas. Pero don Diego nos dijo que nos iba a sacar del problema. Hizo que le firmáramos los papeles. Todo hombre tiene un precio, comandante. Dígame, ¿cuál es su precio para dejarle ver a mi hombre?
Esperaré hasta lo que no tengo, comandame. Revuelvamelo con vida. Haga conmigo lo que quiera. Miguel Ferrás, póngase de pie. Después de haber analizado las evidencias de su caso, y habiendo encontrado insuficiencias e inconsistencias en las pruebas presentadas, declaró sin lugar la acusación.
Silencio, silencio. Se le declara inocente de los cargos que dios tenga piedad de nosotros. Señor juez el prisionero aún debe pasar algunos días en la cárcel por indisciplina. Protesta, señor juez. ¿Protesta de la vega?
¿Protesta? Esto nada tiene que ver con el juicio, es tan solo una sanción administrativa. Miguel Ferrás aún debe permanecer varios meses en la cárcel. ¿Me quedó claro? Sargento García.
Los cuatro primeros baúl son de la cena. Fernando, Esmeralda no está. Hace un momento estaba aquí conmigo y desapareció. ¿Hasta cuándo tenemos que soportarla, papá? Almudena, búscala, papá.
No podemos zarpar sin ella. Aunque eso sería lo mejor, ¿no crees? Un viaje de mes y medio a América con ella a bordo parecería dos siglos. Por dios, María Ángel. Estamos hablando de tu hermana.
Sí. Media hermana, tía, que no se te olvide, por mis venas corre sangre de la abuela. Continúo. Porque es un hombre con dos almas. ¿Dónde existe un hombre con dos almas?
Yo lo vi en su mano. No sé dónde, que no exista. Comandante. Comandante Montero. Señor de la Vega.
Comandante. Hace días que estoy pidiendo una audiencia para hablar con usted sobre el caso de Miguel. Lo lamento de La Vega, he estado ocupada en cosas importantes. Indondante, a Miguel lo declararon inocente hace varias semanas, pero, sin embargo, usted lo tiene confinado e incomunicado. No puede ver a nadie, no puede ver a su mujer ni a mí, que soy su abogado.
Don Diego, usted es un hombre de familia noble. Su padre es el más rico hacendado de Los Ángeles, respetado, considerado por el rey como como un glorioso militar. No comprendo por qué usted se empeña en ensuciar su linaje defendiendo a esos sinvergüenzas. Es solo un trabajo. Trato de hacerlo bien.
Piel es mi cliente y y tengo que velar pueblo. Sí, sí. Sé que le pagaron muy bien y lo felicito. Esas tierras valen lo suyo. Y sé que usted quiere justificar sus honorarios, pero, honestamente, Bena Vega, pretendiendo ser abogado, no, es muy malo.
Debió seguir los pasos de su papá, don Alejandro, y posiblemente sería un brillante militar. Entonces, es una suerte para usted que no lo haya hecho, porque a lo mejor estaría ocupando su puesto. Atención, mucha atención ciudadanos de la ciudad de Nuestra Señora de Los Ángeles. ¿Está todo listo para liberar a Miguel esta noche? ¿Esta noche?
Éxito, claro. Está todo listo para subir a esa sesión. Bien. Acaba de atracar en el puerto el galeón Santa Lucía, y con él llega a esta tierra el nuevo gobernador, don Fernando Sánchez de Moncada. Su excelencia viene acompañado con su hermana Argudena y sus dos hijas, María Ángel y Esmeralda.
¿Cuánto tiempo más vamos a permanecer aquí, Olmos? El viaje a la ciudad es largo y estamos agotados. Ya pueden adelantar excelencia, solo falta un baúl. Lo traen y voy detrás de ustedes. Vamos.
YYA la vez tan lejos. Es mejor que siga así, Pero vamos, tenemos que buscar a nuestra gente. No regresaremos a España sin nuestra reina. Voy por un poco de agua. Diego, Diego.
Estoy bien. No es nada, simplemente es que tenga un poco de calor. Voy a entrar a la iglesia para refrescarme. No pensé que la llegada de su antiguo prometido la pondría así. No puedo entender que Fernando la afecte de esa manera, sobre todo después de tantos años, hijo.
No le habrás hecho ningún comentario, ¿verdad? Padre, no sabes hasta qué punto yo puedo guardar un segundo. Eso espera. Si María Pía se entera que hemos estado conversando acerca de su relación con él, se sentiría muy bueno. Esta noche vamos a hacer una fiesta para recibir a Fernando.
Te lo presentaré y, como ya escuchaste, viene con sus dos hijas, así que te voy a pedir de favor, hijo, que no juegues al conquistador con alguna de ellas, ¿de acuerdo? ¿Su papá? Yo soy un amante de la belleza. Solo necesito que mantengas bajo control tus instintos, Diego. Te veré luego.
Voy a averiguar los pormenores de la ¿Qué pasó? ¿Escuchaste Montero hablar con García? ¿Escuchaste? Esta noche van a liberar al titán Miguel. Montero Qué gusto volverte a ver al cambio.
La corte de España se sigue hablando de ti con una gran estilo. Muchas gracias, Adán. A mí también me alegra que hayas regresado a Nuestra Señora de los Ángeles y convertido en todo, señor gobernador. Sí, lo recuerdo. Cuando era niño recuerdo la amistad entre ustedes, e incluso, y espero no equivocarme, pero se había comentado acerca de una boda ahí.
Fuimos muy buenos amigos, Montero. Es verdad, y seguramente lo seguiremos haciendo. Señores, si me disculpan, les presento al orgullo de mi vida, mi hija María. María, le presento al capitán Ricardo Montero. A sus pies.
Y este gran viejo es mi amigo Alejandro de la Vega, una gloria militar en España. Ah, y, por cierto, se dice por ahí que es un próspero hacendado. Supongo que aparecerá en cualquier momento. Eso creo. Impongo el antifaz negro que oculta mi personalidad mundano.
Con su permiso, señorita. Puede ayudarme. Él es el único que puede impedir que maten a mi esposo. Por favor, se lo suplico. Sí, es la orden que me dieron, Miguel.
¿Dejarme libre a esta hora? Por supuesto. ¿No le parece un poco extraño, sargento? Bueno, Miguel, ¿qué hora es buena para ser líder? Dime.
Vamos, vamos, muchacho, recoge tus cosas. No sabes la suerte que tienes. Nunca imagine que mi comandante diera esta orden. Miguel, por favor. Libertad, Miguel, libertad.
Es la única que me puede ayudar, hable con su padre, se lo ruego. No, mi padre no va a escucharme en este momento. Además, ¿por qué querrían matarlo? Tal vez solamente lo están liberando. No tengo tiempo de explicarle todo.
No puedo explicarle todo ahora, por favor. Hablen con su padre. Se lo suplico. Se lo ruego. Escúcheme, señorita.
Le juro que quisiera ayudarla, pero resulta que mi padre y yo, él no va a escucharme en este momento, créame, pero pero yo puedo hacer que entre a la fiesta para que hable con él. Ya no hay tiempo. No quise molestar. Olvidalo. Todavía no lo puedes creer, ¿no, Miguel?
Eres libre. Sargento García, yo no pienso pasar de ese portón. ¿Por qué, muchacho? Esto me parece una trampa. Una trampa, una trampa.
La desconfianza también mata, muchacho. Yo nunca me prestaría para llevarte a una trampa del tenis presente, Sargento, ¿me ayudas con ese hombre?26294
Can't find what you're looking for?
Get subtitles in any language from opensubtitles.com, and translate them here.