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NUEVA YORK 2009

LIBRERÍA STRAND

HOY A LAS 18:00 JEFF HARRIS
PRESENTA DISPARARON AL PIANISTA

¿Se oye bien? ¿Sí?

Bueno, pues vamos a empezar.

Os presento a Jeff. Jeff Harris.

- Hola.
- Autor del libro

que vamos a presentar esta noche.

Bueno, al igual que muchos de vosotros,

leí el artículo de Jeff
en The New Yorker

sobre la fiebre de la bossa nova
en los años 50,

y me gustó tanto...

- Muchas gracias.
- ...que me quedé con ganas de más,

así que le pedí a Jeff algo más.

Le animé a que escribiera
un libro sobre esa música tan mágica

que cautivó al mundo
y, sobre todo, a muchos de nosotros

aquí en los Estados Unidos.

Bueno, esa era la idea inicial.
- Sí...

Y parecía bastante sencilla.

Sin embargo, la historia
se complicó, digámoslo así.

- Y tanto.
- Y en mi opinión, para bien.

Bueno, podría seguir hablando,

pero prefiero
que Jeff os lo cuente todo.

Así que, sin más preámbulos...

Maestro.

Hola. ¿Por dónde empiezo...?

Bueno, lógicamente
al recibir la oferta de Jessica,

acepté sin pensarlo dos veces,

sobre todo, porque incluía

tres viajes a Río de Janeiro.

Era una oportunidad única
para pasar tiempo escuchando música,

algo que me encanta hacer,
reunirme con músicos

y simplemente pasear
por mi ciudad favorita.

- Río.
- Incluso podía no utilizar

el billete de vuelta
y quedarme allí un tiempo.

Genial.

Pues bien, apenas se publicó
mi artículo en The New Yorker,

mi buzón empezó a llenarse de paquetes

de discos de todo tipo de música,

no solo brasileñas,
sino de todo el mundo.

Ya los cojo. Gracias.

Faltaban cinco días para irme a Río,

así que me encerré en casa
para ponerme al día y escuchar música.

Un día,

un solo de piano en una grabación
de los años 60 me llamó la atención.

Consulté las notas del disco

y vi un nombre que hasta ese momento
me era desconocido:

Tenório Júnior.

Quería saber quién era ese tipo,

ese pianista
del que nunca había oído hablar.

¿Qué más había hecho?

¿Qué andaba haciendo ahora?

Pero al parecer,
no había hecho nada en 30 años.

Imaginé que seguramente habría muerto

como la mayoría de los músicos
en los años 70:

por las drogas
o por un accidente de coche

mientras estaba de gira.

¡Ah, aquí está!

Este de aquí, por favor.

Al día siguiente, quedé para tomar
una copa con mi buen amigo João,

que es una de las personas que conozco
que más sabe de música brasileña,

y a menudo acudo a él en busca de ayuda.

Me dio los nombres de personas
con las que podía hablar

y también sus números de teléfono.

Y como siempre hace,

me trajo discos de regalo.

...de los años 60,

que estaba descatalogado,
imposible de encontrar.

Este ya lo tengo.
Por cierto, ¿quién es este pianista?

Nunca he oído hablar de él.
¿Quién es Tenório Júnior?

Tenório fue uno de los máximos
exponentes del samba-jazz

durante los años de la bossa nova.

Era el más jazzista
de los pianistas brasileños.

¿Y qué le pasó?

Murió,
y es una historia bastante extraña.

Estaba en Buenos Aires,
tocando con Vinícius de Moraes,

cuando una noche,
de repente, desapareció.

Nadie volvió a saber de él.

¿Y cómo sabes que está muerto?

Bueno, ocurrió
durante el golpe militar en Argentina.

¿Estaba metido en política o algo así?

No sé...

No que yo sepa.

No. No que yo sepa.

Me gustaría saber más sobre él.

Esto era el Beco das Garrafas.
El callejón de las botellas.

¿Este era el Beco das Garrafas?

¡Aquí nació el samba-jazz!

¿Por qué lo llamaban así?

Porque venía tanta gente
que los vecinos no podían dormir

y empezaban a tirarle botellas
a todo el mundo.

Solo había cuatro clubes pequeños.

Algunos eran incluso bares de putas.

Allí estaba el Bottle's club,
y allí, en frente estaba el Little's...

Ahí, ¿ves? Eran de Alberico Campana,

un inmigrante italiano
que no tenía dinero.

Ni siquiera sabía
que en Brasil se hablaba portugués.

-¡No me digas!
- Sí, creía que hablábamos español.

Él podría contarte
un montón de historias.

- Hablemos con él.
- Ya no queda nada de esos tiempos.

Fue una época de oro
que duró solo diez años.

Todo eran chicos nuevos.

El movimiento de la bossa nova
comenzó tímidamente.

No caló de inmediato.

Solo entre los mismos
que hacían la bossa nova...

pero empezó a crecer y crecer...

Y llegó a haber 60 personas dentro
y 1.000 personas fuera.

-¡Madre!
- De 1.000 personas, 300 eran músicos.

Por eso creo que fue algo histórico,

porque hubo un cambio radical
en la música de aquella época.

¡Eso es todo, amigos!

Ella Fitzgerald cantó cuatro días
en el Copacabana Palace,

y los cuatro días salió corriendo
de allí sin hacer un bis para ir a Beco.

Todos los que venían a Río de Janeiro
se pasaban por el Beco.

Era una ciudad maravillosa,

todos felices, todos alegres...
No pasaba nada.

Era una cosa totalmente extraña,
completamente nueva.

Las letras eran completamente nuevas.

La música era completamente nueva.

El modo de cantar
era completamente nuevo,

y había una guitarra
que tampoco tocaba nadie así.

No se hacía música así.

Antes y después de Chega de saudade,
era otra cosa,

otro rollo, claramente.
Fue lo que pasó con Chega de saudade.

Me volví loco con todo eso,

con esa poesía...

Así fue,
Chega de saudade cambió mi vida.

Vete de mí, tristeza,

y dile a ella

que sin ella no puede ser.

Dile en una plegaria

que ella regrese.

Después de esa canción,
nada volvió a ser lo mismo.

La canción se llamaba
Chega de saudade, No more blues,

y reunía a la santísima trinidad
del nuevo sonido brasileño:

João Gilberto,

el poeta Vinícius de Moraes,
que escribió la letra,

y Antonio Carlos Jobim,

que se encargó de la música
y los arreglos.

Era 1959,

la bossa nova en Brasil
y la nouvelle vague en Francia

cambiaron la historia
de la música y el cine.

Y cuando los músicos brasileños
llegaron a Nueva York

para su mítico concierto
en el Carnegie Hall,

ya no hubo quien lo parara.

Los músicos estadounidenses
se volvieron completamente locos

por la música brasileña:

Ella Fitzgerald, Sarah Vaughn,

Coleman Hawkins, Dizzy Gillespie

y, cuando Stan Getz grabó
con João Gilberto,

desbancaron a los Beatles
del primer puesto en las listas.

Incluso Frank Sinatra
grabó dos discos con Jobim,

lo que no es de sorprender,

ya que los precursores de la bossa nova

habían sido miembros del club de fans
de Frank Sinatra y Dick Farney en Río

allá por los años 50.

El mundo entero empezó a cantar y bailar
al ritmo de la música brasileña.

No había habido nada parecido
desde el auge del mambo en los años 40.

Todo el mundo habla
de la influencia de la bossa nova

en la música estadounidense,

pero la bossa
también estaba influenciada

por la música estadounidense,
sobre todo el jazz de la costa oeste.

Cuando le preguntaron a Elis Regina
qué cantante le había influido más,

¿sabes quién dijo?
- No.

- Dijo Chet Baker.
-¡No me digas!

Por cierto, mañana proyectan
un documental sobre Vinícius de Moraes,

producido por su hija.

Podría ser interesante.

Si quieres que deje de llorar,

dile al tiempo que deje de pasar.

El tiempo llora mi mismo llanto.

Él y yo, pero tanto...

que para que no estés triste,

¿qué puedo hacer? Canto.

Tras la desaparición de Tenório,

mi padre se quedó un tiempo
en Buenos Aires.

De hecho,
tenía una novia argentina por entonces.

La penúltima, justo antes de Gilda.

Otra coincidencia fue
que el consejero de Buenos Aires

cuando ocurrió toda esta mierda
era mi exmarido Rodolfo.

Mi padre le pidió ayuda
para encontrar a Tenório,

pero fue imposible.

¿Alguien te ha hablado de Malena?

¿Malena? ¿Quién es Malena? ¿Su esposa?

- Bueno, no exactamente.
- Estaba casado, ¿verdad?

Tenía muchos hijos...

Sí, cuatro,
y creo que esperaban el quinto,

pero también estaba enamorado de Malena.

¿Y por qué lo arrestaron?
¿Por qué lo mataron?

Nadie lo sabe con certeza.

Al parecer, Malena no se sentía bien

y él fue a la farmacia
a por una medicina, y eso es todo.

Simplemente se esfumó. Se fue.

Desapareció.

La conozco.

¿Quieres que la llame?

¿A Malena?

¿Sabías que Tenório estaba
con otra mujer cuando desapareció?

Sí, claro.

Jeff,
Gilda fue la última esposa de Vinícius.

Justo ayer le estuve hablando a Jeff
de Tenório Junior.

Fue un misterio,
algo muy angustioso para Vinícius.

Era muy raro que pasara un día

sin que Vinícius hablara de Tenório

y de aquel terrible episodio.

Murió con esa angustia
por la desaparición de Tenório.

Malena no quiere hablar del tema.

Ha estado callada durante 35 años
por respeto a la familia

y no va a empezar a hablar ahora.

Conozco a algunos músicos
que eran amigos suyos.

Si quieres, podrías intentar localizar
a su viuda a través de ellos.

Bueno, mejor dicho, a su esposa.

Como nunca se encontró el cuerpo,

no recibió ninguna indemnización
como víctima de la dictadura.

Ni siquiera recibe una pensión.

¿Puedes creerlo?

Vaya...

- Hola.
-¿Sigues por aquí?

-¿João?
- Acabo de hablar con un amigo

que conoce a la mujer de Tenório,
Carmen.

Me ha dicho que vive
en un pueblecito en medio de la nada.

No tiene ni teléfono.

Tienes que llamar a una cabina pública.
¿Me entiendes?

"Desapareció
en extrañas circunstancias."

"Torturado y asesinado".

Unos días después, cogí un vuelo
a Tucson para reunirme con Bud Shank,

una de las grandes estrellas del jazz
de la costa oeste junto con Chet Baker.

Fue el primero en mezclar la samba
y el jazz a mediados de los años 50.

Hola.

De camino a su casa,

Bud me habló
de aquellas grabaciones pioneras

con el guitarrista brasileño
Laurindo Almeida en Los Ángeles.

Justo llegué a Río, conocí...

conocí a un montón de gente.

Era en los días del carnaval.

Llegué el día que empezaba.

Y no conocía a nadie en Río.

Todo el tiempo que estuve allí
era carnaval.

Había carnaval por todas partes.

24 horas al día.

Así que no podía saber en realidad

si Río era así siempre
o solo durante el carnaval.

Era como estar en el paraíso.

Nunca había bailado
en la calle en mi vida.

Ni lo había hecho antes
ni he vuelto a hacerlo después.

Caminando

entré en un club
que estaba justo al lado de mi hotel.

Me impresionó mucho su forma de tocar,

que era algo muy refrescante.

Con un enfoque más contemporáneo,
más joven.

Era algo nuevo y maravilloso...

Imaginad mi asombro

cuando me dijo
que ese pianista era Tenório Junior.

No sé si Tenório era su nombre
o su apellido.

Yo solo...
Todo el mundo le llamaba Tenório.

Como te he dicho,
hablaba muy bien inglés.

Era un intelectual.

Podía hablar de muchos temas
y, sobre todo, de música.

Y era más joven que Jobim
y todo ese grupo.

Yo disfrutaba mucho tocando con él.
Hablamos mucho de samba.

Incluso llegó a decirme
que quería llevarlo a Estados Unidos

para que tocara en su banda.

...cosa que nunca ocurrió.
En cambio, vino Sérgio Mendes.

Tenório no.

Sérgio Mendes
quería ser una estrella del pop.

Eso era evidente al principio.

Escuchándolo hablar,

en algún punto me di cuenta
de que no tenía ni idea

de lo que le pasó a Tenório.

Decidí contarle que había desaparecido

y que nadie lo volvió a ver,

que nunca llegaron
a encontrar su cuerpo.

No tenía ni idea de todo eso.

Vaya, es una historia horrible.

- Sí.
- Tenório...

Qué fuerte...

Ya. ¿Verdad?

Qué horror...

Me caía muy bien,
y me gustaba como persona.

¿Por qué a Tenório?

Me llevó de vuelta al aeropuerto,
pero no habló en todo el camino.

Dos semanas después, volví a Río.

Te he organizado
un montón de entrevistas,

el quién es quién
de la música brasileña.

También me ha llamado Susana de Moraes.

Quiere que vayas a cenar esta noche.

Al parecer,
Malena ha cambiado de opinión

y ahora quiere hablar contigo.

¿Malena?

Malena, la chica que estaba
con Tenório en Buenos Aires.

Quieres hablar con ella, ¿no?

Ajá.

Pero primero hemos quedado
con Ferreira Gullar.

¿Ese quién es?

Es un gran poeta.

Escribió Poema sujo, Poema sucio.

Era muy amigo de Vinícius
y estaba exiliado en Buenos Aires

cuando Tenório desapareció.

Podría darte
mucha información interesante

y vive tan solo
a un par de minutos de tu hotel.

Después de soltar tus maletas,
iremos a verlo. ¿Te parece?

Sí, genial. Vamos.

Vinícius siempre iba a Punta del Este.

Luego a Mar del Plata
y luego a Buenos Aires.

Durante el verano,
vivía en un apartotel.

Un día fui a su apartamento

y escuché una conversación
con una joven,

que era la novia de Tenório.

Y entró allí y dijo:
"Tenório no ha vuelto todavía".

Nos dijo que ella no se encontraba bien

y que Tenório bajó
a la farmacia a comprar medicinas,

desapareció y no volvió.

Entonces Ferreira Gullar
nos contó algo increíble.

Cuando yo llegué a Buenos Aires,

un hijo mío tuvo un problema psicológico
y desapareció...

Se fue de casa y desapareció.

Yo estaba en un estado de desesperación

y hablé con una conocida argentina...

Una amiga de Ferreira le dijo

que conocía
a una vidente llamada Haydée.

Y luego me dijo lo siguiente:

"Señor Gullar,
sé que usted no cree en estas cosas.

Pero si quiere,
le puedo dar su número de teléfono

para ver
si ella puede encontrar a su hijo".

Le dije: "De acuerdo, dame el teléfono".

La llamé: "Soy fulano de tal,
amigo de Beltrana.

Le estoy llamando
porque mi hijo ha desaparecido".

Cuando le dije el nombre,
su tono de voz cambió,

le salió una voz extraña y dijo...

Ferreira pensaba
que su hijo estaba muerto,

pero ella le aseguró que no era así.

Le dije:
"Pero señora Haydée, soy un exiliado,

no puedo llamar a la embajada
sin que acaben metiéndome en la cárcel.

Si voy a la embajada..."

El hijo de Ferreira
había pasado dos días en la calle

hasta que alguien lo vio.

Como solo hablaba portugués,

lo llevaron a la embajada brasileña.

Le prepararon un sitio donde dormir,

a la espera
de que alguien viniera a identificarlo.

Tal y como había dicho la vidente,

el chico estaba "bajo tierra".

Entonces le conté esta historia
a Vinícius.

Le dije: "Vinícius, si quieres,
puedo llamar a la señora Haydée

para que localice a Tenório Júnior".

Cogí mi agenda
y llamé a la señora Haydée.

"Señora Haydée,
soy Ferreira, el brasileño".

Le dije: "Tengo otro problema.

Es el siguiente:
un pianista brasileño ha desaparecido".

Tenório Júnior.

Porque había que decir el nombre

para poder localizar a la persona.

Se trata de un contacto mente con mente.

Dije el nombre: "Tenório Júnior".

Cuando dije el nombre,
la voz cambió de nuevo.

¿En serio?

En ese momento me asusté

de que supiese
que la chica estaba allí a mi lado.

Entonces le dije:
"Señora Haydée, ¿Y Tenório?".

No esperé hasta el tercer día,

y al segundo día llamé
a la señora Haydée.

Cuando llamé y ella oyó mi voz,

antes de que yo dijera nada,
gritó con una voz terrible:

"¡Señor Ferreira, lo han asesinado!

Lo han masacrado", me dijo.

Volví a casa de Vinícius
para contarle la noticia.

Cuando le conté lo que la señora Haydée
me había dicho por teléfono,

se quedó inmóvil en el sillón

y luego empezaron a caer
las lágrimas de sus ojos.

Y empezó a decir:
"Mi amigo, mi amigo...".

Vinícius estaba inquieto,
preocupado, y le sugerí:

"Cómprale un billete a esta chica
y mándala de vuelta a Río de Janeiro".

Ella estaba muy asustada.

Había ido allí a un viaje de placer

y, de repente,
se encontró en un lío espantoso.

Todas estas dificultades
para encontrar a Tenório,

en mi memoria,
se mezclan con el golpe militar.

Creo que por eso nunca se supo nada,

porque a la dictadura argentina
no le interesaba

que la acusaran de haber asesinado
a un músico, a un pianista,

y de la manera más brutal.

Y nunca devolvieron el cuerpo,

intentaron taparlo todo.

Esa noche fui
a casa de Susana de Moraes

para conocer a Malena.

Durante la cena,

le pregunté
por qué había cambiado de opinión

y había decidido hablar conmigo.

Me contestó:

"Porque Tenório era un artista
y no se merecía que lo olvidaran".

Estábamos comenzando
una historia de amor

cuando pasó todo.

Nadie sabía que yo iba allí.

No podía decir que iba
con un hombre casado a Punta del Este.

Así que decidimos huir.

Vinícius lo había invitado.

Vinícius estaba haciendo
una gira de verano que siempre hacía.

Allí en Punta del Este fue genial,

pero él tenía la mente en las nubes,

por su situación personal.

Él tenía que volver

y resolver una situación que quizás,
inconscientemente, no quería resolver.

¿Quiénes son estos?

Este es él con Azeitona.

Y Mutinho, que era el batería.

Eran los que tocaban con él
en la gira de Vinícius.

Azeitona murió, pero Mutinho
vive en São Paulo, como Toquinho.

Vale.

Cuando llegué a Buenos Aires,

había un clima de pavor en el ambiente;

un lugar completamente sitiado.

Una situación de emergencia,
como una guerra.

Había barricadas,
ametralladoras todo el tiempo...

Fueras donde fueras, era así.

No se podían dar dos pasos
sin tener una ametralladora encima.

Pero le gustaba tocar en Buenos Aires.

Conocía a mucha gente.

Conocía a Piazzola.

Fuimos a cenar con Piazzola
una noche en un restaurante,

pero Tenório no estaba bien.

Porque para él, alguien que tenía,
creo, cinco hijos, una esposa...

Tenía un lío tremendo en la cabeza.

Volvimos del teatro

y Vinícius había preparado una cena

para celebrar el final de la gira
en un restaurante al que siempre iba,

porque por la mañana volvíamos a Brasil.

Y me dijo: "No me apetece nada ir".

Entonces le dije: "Está bien, no vamos.

Además, me duele un poco la cabeza.
Ve a por algo ahí al lado".

Había un sitio que vendía sándwiches.

"Tráete algo y nos quedamos aquí".

Ahí, todo bien. Lo estuve esperando.

Y pasó una hora, dos horas...

y nada.

Tenório había ido a la esquina
y no volvió.

Entonces empecé a sentirme mal,
a sudar frío.

No dormí en toda la noche...

Al día siguiente, empezamos a buscarlo.

Y entonces Vinícius me dijo:
"Vas a coger el avión".

"Yo no me voy.
Me voy a quedar, él va a aparecer".

Y me quedé allí unos tres días.

Después, Vinícius me metió en un avión.

"Tú te vas y yo me quedo aquí,
intentando encontrarlo".

Me fui a vivir a Petrópolis.

Mi madre tenía una casa de campo
y me quedé allí.

Pasé ocho años allí.

Estuve en estado de shock
durante mucho tiempo.

No conseguía hablar.

No hablé durante muchos meses.

Y luego, poco a poco,
empecé a retomar mi vida.

Y empecé a hacer
ilustraciones botánicas,

luego a trabajar con plantas.

Y hoy en día,
soy una ilustradora botánica,

la gente hasta me conoce
por mis ilustraciones y todo.

Todo sucedió muy rápidamente.

Fue poco tiempo,
cuatro meses más o menos.

Fue más bien un sueño
que no llegó a cumplirse.

Pero me encantaba verlo tocar.

Se sentaba al piano
y el mundo se detenía.

Cuando tocaba era
como una especie de encantamiento.

Su música lo envolvía todo.

Tenório era especial...

muy especial.

Entonces le pregunté a Malena

si alguien que estuviera investigando
la muerte de Tenório,

un policía o un periodista,
había hablado alguna vez con ella.

Nunca. Nadie en 30 años.

Nunca. Nadie en 30 años.

Hola, ¿tienes algo para anotar una cosa?

Sí, en la mano.

3, 4, 9...

- 3, 4, 9...
- 3, 1, 5...

- 3, 1, 5...
- 9, 6, 6 otra vez, 9...

- 6, 6, 9...
- Es el teléfono público

del pueblo donde vive Carmen.

- Vale.
- Y aquí está la gran noticia:

João Gilberto ha accedido
a hablar contigo mañana.

Treinta minutos, pero sin grabar nada.

¡Ahora me debes dos cenas!

¡Como poco!

Dos cenas, señor.

¡Sí! ¡Dos cenas!

Llegué media hora antes
y estuve paseando.

para no llegar demasiado pronto

ni, por supuesto,
tarde a mi cita con João Gilberto,

el hombre del que Miles Davis dijo

que sonaba bien
hasta leyendo un periódico.

Tenía 17 años cuando escuché
por primera vez a João Gilberto tocando

Chega de saudade
de esa forma tan especial.

Pensé que por fin
había comprendido la modernidad

y la esencia de la historia
de la música popular brasileña.

Me hizo leer la literatura
de otra manera,

ver las películas de otra manera,
sentir la vida de otra manera...

Es decir, lo cambió todo.

Recordé que Tenório
pensaba grabar con Caetano

cuando volviera de Buenos Aires.

Siempre sentí un gran respeto
por Tenório,

por su capacidad musical,

el oído privilegiado
para la música que sin duda tenía.

Esto me hacía tenerle un gran respeto.

Recuerdo un viaje en tren
que hice con Tenório de São Paulo a Río.

Nos pasamos toda la noche hablando
en el vagón, sin dormir.

Yo estaba tocando Ela é Carioca

y tenía algunas dudas sobre la armonía.

Él me enseñó, me explicó,

me dijo los acordes,

y me sorprendió ese contacto directo
con la música.

Después de Chico, Gil y Caetano,

solo quedaba Milton Nascimento

para completar
los cuatro gigantes de la MPB,

la música popular brasileña.

Justo cuando esperaba
que Milton me contara dónde estaba

cuando escuchó Chega de Saudade
por primera vez,

me contó con una historia sorprendente.

Yo me considero un hijo del cine.

Me contó que cuando vio Jules y Jim
en el cine, se emocionó tanto,

que no pudo dormir esa noche

y escribió tres canciones

que luego aparecerían
en su primer disco.

Creo que Truffaut cambió la vida
de mucha gente.

Antes de irme,
se me ocurrió preguntarle a Milton

si había conocido
o tenido alguna relación

con Tenório Júnior,

y ante la sola mención de su nombre,
se emocionó.

Era un gran músico.

Cuando llegabas a su casa,
acababas siendo parte de la familia.

Era un hombre familiar,
con un montón de hijos,

feliz con sus niños

y aquella alegría que había en la casa.

Su piano me fascinaba.

No sabría definir a Tenório.

Tenía estilo,
pero su sonido era diferente.

Cuando salió este disco
y llegó a mi casa,

no podía quitarlo
de mi viejo tocadiscos.

Tenório tocó en algunos
de los mejores discos de su época,

pero solo grabó uno como líder.
Fue en marzo de 1964.

Tenía 23 años.

Pocos días después,

un golpe militar frenó
la modernización del país

y puso en marcha una dictadura
que duraría más de 20 años.

Buenas tardes, ¿puedo hablar con Carmen?

¡Llama a la señora Carmen!

¡Señora Carmen, teléfono!

Debe de estar por aquí.

Carmen llevaba una vida sencilla;
hacía y vendía dulces.

Sigo estando casada a día de hoy.

Para ser viuda,
tendría que haber un cadáver.

Hoy es como el día siguiente
a su desaparición,

no se supo nada.

Fue mi madre
quien se enteró por televisión

de que el pianista de Vinícius
había desaparecido

y vino a casa a decírmelo.

Yo estaba embarazada de mi hijo pequeño

cuando Tenório desapareció

y una tía de Tenório, que era vidente,

vino a mi casa a ver al niño

y le dijo a la hermana de Tenório:

"El niño es precioso,
pero el padre no lo va a conocer".

¿Cómo se conocieron?

Había visto a Tenório tocar
en la época del Little Club.

Solía ir allí los domingos por la tarde.

Iba al Beco das Garrafas
y escuchaba mucho Embalo.

Y nos conocimos el último día del 66.

Cuando me lo presentaron, dije:
"Ah, tú eres el famoso Tenório".

Nos conocimos allí, nos casamos.

Con el último sueldo que recibí,

Dejé mi trabajo para casarme
y compré los anillos.

Y nos casamos así,

echándole valor,

pensando que todo saldría bien
con la ayuda de Dios.

Luego, después de casarnos,

el trabajo tampoco
era algo muy constante.

Pasamos por muchas dificultades, muchas.

Él era muy radical,
no era una persona fácil.

Quedaba con alguien y no iba,

dejaba de tocar a medio concierto,

se iba en el descanso y desaparecía,
cosas así.

Estaba un poco loco, pero era
una persona extremadamente educada,

una persona superdulce.

Lo único que sabía hacer Tenório
era música.

Examiné una foto de Tenório

en la que se parecía mucho a Bill Evans.

Se lo comenté a Carmen y me dijo que sí,

que era uno de sus músicos favoritos.

Cuando Bill Evans estuvo en Brasil,

hizo unos conciertos en el Municipal
y fuimos a verlo.

Después, Claudio Piolho llevó
a Bill Evans

al Bar de los Pescadores, en Barra.

Y Tenório fue también,

tenía que ir porque amaba a Bill Evans,

así que fuimos allí.

Recuerdo que Bill Evans
se sentó junto a Tenório y a mí...

Tenório hablaba inglés muy bien.

Entonces, empezaron a hablar.

Hablaron mucho.

...para mí, lo clásico, totalmente.

Esos solos tan bellos,
y no tiene por qué ser de contrabajo,

puede ser cualquier cosa.

Es simplemente alguien que se expresa
de una manera melódica y hermosa.

Después, Carmen empezó a contarme

las dificultades
a las que tuvo que enfrentarse

tras la desaparición de Tenório.

Intenté ponerme en su situación.

Descubrir a la misma vez
que Tenório había desaparecido

y que no estaba solo cuando ocurrió...

Pensé que nunca habían tenido
la oportunidad de discutir o pelear

o separarse o reconciliarse.

Antes de irme, los hijos de Tenório
llegaron por la casa.

Recuerdo claramente su voz,

tocando el piano
cuando había un cumpleaños.

Eso que ella ha dicho,
tocando el piano en los cumpleaños.

Cuando pienso en él,
me viene ese recuerdo.

Pero no tengo ningún recuerdo más.

Recuerdo el ambiente que había
en la casa más que a él en concreto.

El ambiente de la casa, la gente...

Recuerdo los instrumentos,
esos contrabajos tan grandes...

La casa siempre estaba llena,
siempre había gente,

siempre estaban tocando en la salita.

Recuerdo el día exacto
en que Roberto fue al aeropuerto

a recogerlo de su viaje.

Era el cumpleaños de Elisa.

Ese día, recuerdo
que la casa estaba toda adornada.

Durante mucho tiempo,
cuando sonaba el timbre,

esperábamos que fuera él.

De los 10 a los 12 años,
seguimos esperando.

Después,
dejamos de tener ninguna esperanza.

Ya es imposible.

Elisa le escribió una carta
al presidente.

No recuerdo haberla escrito.

¿Cómo habría sido
si no hubiera desaparecido,

si hubiera tenido a mi padre vivo
hasta el día de hoy?

¿Cómo sería mi relación con él,
su relación con sus nietas?

¿Cómo sería tener un padre?

Tuve una extraña sensación
en un momento dado,

porque estaba viendo
a sus hijos jugar cerca y pensé:

"Dios mío, son los nietos de Tenório,
claro, a los que nunca llegó a conocer".

La historia de Tenório
empezó a interferir en mi trabajo

hasta tal punto de hacerme olvidar
el libro que estaba escribiendo.

Por suerte,
João se encargaba de recordármelo.

¿Qué hora es?

Es la oportunidad de tu vida.

Paulo Moura y João Donato,
los dos mejores músicos de Brasil,

grabando juntos.
-¡Sí!

Es algo que no se ve todos los días,
sobre todo, un gringo como tú.

Cuando no haya testigos,
te daré un beso.

Hola.

Hermoso.

Durante el almuerzo,

estos dos maestros recordaron

muchas historias de la época dorada
de la bossa nova,

de cuando Donato
y João Gilberto, aún adolescentes,

llegaron a Río,

Paulo Moura tocó en el disco de Tenório,

así que le pregunté por eso.

Con Tenório, aprendí muchas cosas.

Era el mejor pianista de la ciudad.

En esa época Tenório era

uno de los músicos importantes
de la bossa nova.

Lo echo mucho de menos.

Ojalá estuviese vivo.

Fue una gran pérdida
para nuestra música.

Aún sigo escuchando su toque musical.

Era un toque muy delicado.

Estuve una semana más
haciendo entrevistas para el libro.

Cortaron una época dorada de golpe.

La mejor música del mundo
se estaba haciendo en Brasil

y, de un día para otro,
acabaron con ella.

Dictadura y dinero, ya no había lugar
para la música innovadora.

Solo querían canciones de tres minutos.

La muerte de Tenório
fue una especie de metáfora

de la muerte de la música brasileña.

Y además fue víctima de dos dictaduras:
en Brasil y en Argentina.

Que subieron al poder
a través de golpes militares respaldados

por el gobierno de tu país.

Así fue.

El día antes de irme,
fui a hablar con un músico,

un amigo de Tenório
del que me había hablado Carmen

y que llevaba años recopilando

muchas de las composiciones de Tenório
para un songbook.

Tenório, era un gentleman.

Era muy tímido, hablaba bajito.

Apareció como un rayo
en la música brasileña aquí en Río.

Fue al Beco das Garrafas.

Tocó una vez y grabó.

Era fenomenal.

Incluso hoy sigue siendo fenomenal.

Si no le gustaba algo,

se esfumaba.

Así se ganó la reputación
a nivel profesional de ser un tipo

que siempre desaparecía.

Esto le perjudicó profesionalmente.

De pronto,

me di cuenta de que esas partituras

que había en el suelo eran de Tenório
y estábamos pisando sus composiciones.

¡Dios mío!

Esto... ¿es de Tenório?

Sí, son todas suyas. Yo no compongo.

Gracias.

Hola, Jeff. Soy Jessica. ¿Cómo estás?

Espero que el viaje haya ido fenomenal,

y me muero de ganas de leer
lo que has escrito.

¿Alguna idea de cuándo podré hacerlo?

Escucha, por cierto,
si no tienes demasiado jet lag,

hay un pianista cubano increíble

tocando esta noche
en el Village Vanguard.

Pero si estás demasiado cansado...
- Allí estaré.

...no te preocupes
porque siempre puedo invitar

a alguien mucho más sexi
y guapo que tú."

¿Más sexi que yo? Pero ¿qué dices?
- Adiós.

Jessica se moría

por que le contara novedades
de nuestro libro,

pero en ese momento yo no podía dejar
de hablar de Tenório:

su vida, su música y su trágico final.

No podía dejar de hablar de él.

Ya he bebido suficiente.

Jeff, si sigues así,

te va a ser difícil encontrar
el camino de vuelta a casa, cariño.

No te preocupes.

Ya estaba bastante borracho
cuando llegué.

¡Excelente!

¡Fantástico!

Espera, Jessica, ahora vuelvo.

Pero ¿a dónde vas?

¿No irás a tocar el piano?

Hola, maestro.

Gracias, gracias.

Oh, increíble.

Bueno, dormilón, ¡es hora de levantarse!

Aquí tienes.

El desayuno de los campeones.

Pero qué buena que eres. ¿Qué es eso?

Te adoro.

Escucha, si no te acuerdas de nada
de lo de anoche, no te preocupes.

No hay nada que recordar.

Te pasaste toda la noche...

Mmm, qué bueno...

...hablando de un pianista
al que asesinaron.

¿Cómo se llamaba?

¿Quién? Ah, sí, Tenório.

Tenório, eso es.

Quería que me hablaras de nuestro libro
y no dejabas de hablar de...

cómo se llame.
- Tenório, Tenório Júnior.

Sí, así que no pasó nada.

¿Intenté besarte?

Escucha, es imposible seducir a alguien

que se cree
un Henry Kissinger sabelotodo.

¿Qué?
- Básicamente,

me dijiste que éramos los culpables
de todos los golpes militares

que hubo en los 60.

Cuando traté de defenderme,

diciendo que yo no tenía nada que ver
con todo eso, te negaste a escucharme.

Así que no tuve más remedio
que acostarte en el sofá.

Oh, ya veo.

¿Sabes qué?

¿Qué?

Creo que ese es el libro
que deberías escribir.

¿Qué?

Pero si ya llevo el otro por la mitad.

Ya, pero todos tus pensamientos
y tu atención se centran

en la historia de ese hombre.

Quiero decir, estás poseído.

Hazme caso, ese es el libro
que tienes que escribir, sin duda.

John te va a encantar.

Solía escribir para The Washington Post.

Publicamos su libro el año pasado

y es su obra más importante hasta ahora.

Lo que me cuentas sobre este pianista
no es, ni mucho menos, sorprendente.

Asesinaron
a cientos de miles de personas

durante esos años en muchos países.

Como podrás imaginar,

la gran mayoría eran personas inocentes

que no tenían nada que ver

con la política
ni con ninguna subversión.

En 1954, el general Stroessner
dio un golpe de Estado en Paraguay.

Ese mismo año hubo otro golpe
en Guatemala,

donde desaparecieron 60.000 personas
durante los 36 años que duró la guerra.

Se borraron del mapa
440 pueblos indígenas

y murieron más de 200.000 personas.

En El Salvador y Nicaragua,

la guerra y las dictaduras

dejaron más de 150.000 muertos.

Diez años después, un golpe militar
acabó con la democracia en Brasil.

En 1971, fue el turno de Bolivia.

Dos años después, en 1973,

el golpe de Pinochet acabó

con el gobierno
de Salvador Allende en Chile.

Ese mismo año,

otro golpe puso fin a un largo periodo
de democracia en Uruguay.

En 1976,
tras el golpe militar en Argentina,

30.000 personas desaparecieron.

Cuantas atrocidades...

Ese pianista fue solo uno
de los muchos que murieron

durante la Operación Cóndor.

Por aquel entonces, nada de esto
se sabía. Todo era confidencial.

Top secret.

Los gobiernos de Brasil, Argentina,
Paraguay, Chile, Bolivia y Uruguay

celebraron una cumbre para colaborar

y combatir cualquier elemento
considerado subversivo.

Podían ser exiliados, disidentes,

políticos, militares
o dirigentes sindicales o estudiantiles.

Incluso la prensa, el clero y los niños.

Nadie entendía por qué alguien
que había huido de su país

podía ser asesinado
o desaparecer en otro.

Como América Latina era un hervidero
de dictadores, nadie investigó.

Solo años después salió
a la luz la Operación Cóndor.

¿Cuándo? ¿Cómo?

La Curia de Sao Paulo, para ayudar
a las familias de los desaparecidos,

fundó una oficina llamada Clamor.

Uno de los casos que encontraron
fue el de una mujer uruguaya.

Su hijo y su esposa
se habían exiliado en Buenos Aires.

Fueron detenidos,
torturados y asesinados.

Tenían dos hijos pequeños
que desaparecieron.

Vaya.

La abuela quería saber algo de ellos,
si había alguna forma de encontrarlos.

Un día,
recibieron una llamada desde Caracas.

Una mujer decía haber visto
a los niños de la foto

en una plaza de Valparaíso.

Al principio,
la historia no parecía muy verosímil:

dos niños uruguayos,
desaparecidos en Argentina,

vistos por una mujer venezolana

en una plaza chilena.

Aun así, decidieron seguir la pista.

Dos días después,

La persona de Clamor volvió
a la escuela,

esta vez con la abuela de los dos niños.

Dios, no me lo puedo creer.

Es horrible.

Pura maldad.

Ese fue el primer caso que implicó
a tres de los países involucrados

en la Operación Cóndor.

Desde entonces, ha habido un sinfín
de casos similares.

Todavía hay personas
que intentan encontrar o, al menos,

averiguar algo sobre sus padres
o sus hijos.

Todo esto se hizo
con el beneplácito de la CIA

y del gobierno estadounidense.

Ya.
- No te pongas triste,

también ha habido excepciones.
-¿En serio?

Hubo un joven soñador que,

harto de nuestra tendencia a defender
la democracia sólo para nuestro país

y las dictaduras en el resto,

se fue a Cuba para luchar
con los rebeldes revolucionarios.

Ese joven era William Morgan,

luchó en las montañas con los rebeldes

y se convirtió en comandante
y héroe de la revolución.

¿Y qué pasó con él?

Castro lo mandó ejecutar
por un pelotón de fusilamiento

dos años después del triunfo
de la revolución.

Una semana después,

estaba de vuelta en Río
para seguir trabajando en el libro,

solo que ahora el libro era
sobre Tenório.

Quedé con mi amigo João para cenar.

Quería enseñarme un lugar histórico.

Aquí es donde todo empezó
una tarde de abril de 1956.

Jobim trabajaba como arreglista
cerca de aquí, en la Continental.

Después de salir del trabajo,

solía pasar por aquí
para tomarse una cerveza.

Estaba sentado en esa mesa.

Vinícius estaba tomando una copa

con un amigo que sabía
que estaba buscando un compositor

para su nueva obra
e insistió en que conociera

a ese joven llamado Jobim.

Vinícius le contó que había escrito

una versión del mito griego de Orfeo

ambientada en una favela de Río

y que buscaba a alguien
que pudiera escribir la música.

Y habrá algo de dinero, ¿no?

Pero ¿cómo le dices eso al poeta?

Eso, a un poeta, no se le dice.

Con el sueldo que ganaba,

Jobim apenas podía llegar a fin de mes,
así que aceptó.

Unos días después,

Vinícius fue al apartamento de Jobim

para escuchar algunas
de las primeras composiciones

que había escrito.

Y así nació la pareja más feliz

de la música brasileña.

Vinícius... Daría cualquier cosa
por poder hablar con él.

Tengo tantas preguntas...

Por cierto,
tengo que decirte algo sobre el libro.

¿Sí?

Mi relación con Tenório Júnior
comenzó en la playa.

Era todo un personaje,

una persona muy especial.

Tenório era una persona limpia.

Era un fuera de serie.

Si hubiera nacido en la época medieval,
habría sido un santo.

Era muy "blanco" como jazzista,

pasó demasiado rápido
y tuvo un final que no le correspondía.

Se merecía seguir vivo, con nosotros.

El mayor pianista de jazz que ha habido
en Brasil sin ninguna duda fue Tenório.

La última vez que estuve con Tenório

fue en mi estudio,

y me dijo que iba a dar un concierto

en Buenos Aires con Toquinho y Vinícius.

Recuerdo que hablé con él
sobre la situación en Argentina,

que era complicada.
Le dije: "Dios mío, Tenório.

Tienes que tener cuidado".

Llevaba unos pantalones negros,
una camisa negra,

una barba negra enorme, y me dijo:
"No, no pasa nada, estamos con Vinícius,

vamos a hacer un concierto".
No estaba preocupado en absoluto.

Después de la desaparición de Tenório,

alguien de Argentina me llamó y me dijo:

"Roberto, vengo de Buenos Aires.

Estuve detenido allí y nos encontramos.

Él estaba allí".
Y yo le dije: "¿Por qué te detuvieron?".

Me dijo: "No sé,
me agarraron en medio de la calle

y me interrogaron varias veces.
No sé. No sé qué hago aquí".

Tenório interpretaba muy bien todo.

Y me llamó la atención
por el enfoque asertivo

que le daba a la música brasileña,

utilizando el tipo de sonido
que usaba Bill Evans.

Era un pianista excelente.

La mano de Tenório tocando el piano
era algo precioso,

su mano siempre en el lugar preciso.

Tocaba muy bien.

Lo echo de menos.

Mira, ¿puedo confesarte algo?

Él hace falta, yo lo echo de menos.

Está aquí.

Con quien realmente necesitaba hablar

era con dos supervivientes
del grupo que fue a Uruguay y Argentina,

Toquinho y Mutinho,

pero estaban de gira fuera de Brasil.

El último concierto de Tenório
antes de volver fue en Buenos Aires,

así que en lugar
de esperar a que volvieran,

decidí encontrarme con ellos
en el lugar donde ocurrieron los hechos.

Aproveché mi estancia en Buenos Aires

para encontrarme
con amigos de Vinícius y Tenório.

En Buenos Aires,

entrevisté a la penúltima esposa
de Vinícius, Marta.

Me encontraba a unas pocas manzanas

de los sitios en los que Tenório
había estado la noche que desapareció.

La comisaría estaba
a pocos minutos del hotel,

y allí es donde Tenório había pasado

las dos primeras noches
de su interrogatorio y tortura,

antes de que lo trasladaran a la ESMA,

la Escuela Superior
de Mecánica de la Armada.

Gracias a la ayuda de la Secretaría

de Derechos Humanos
de la Nación Argentina,

pude visitar
la tristemente célebre ESMA.

Aquí fue donde Tenório
pasó los últimos días de su vida.

Estuvo en funcionamiento
durante todo el período de la dictadura,

de 1976 a 1983.

Oh, joder.

Madre mía...

Dios mío...

Eso es horrible.

¡Sí! ¡Bravo!

Tenório era un gran acompañante
y un excelente solista.

Era muy crítico,
con un gran sentido del humor.

Veníamos de un paraíso: Punta del Este.

Nos quedamos allí un mes.

Durante ese mes,
él estaba a salvo, alejado de Brasil.

Estaba pasando por una crisis personal.

Se acababan las vacaciones,
tenía que volver a su realidad,

pero esa crisis no afloró
ni un solo día en Punta del Este.

El ambiente era muy tenso
en Buenos Aires,

había tanques en las calles.

Era como una bomba
que explotaría en cualquier momento,

pero no teníamos ni idea
antes de ir allí.

La policía entraba
y registraba las habitaciones.

Nos pasó dos veces en el hotel
en el que nos alojábamos.

Tenório era maravilloso,
era una persona maravillosa.

Chevalier, muy inteligente,
pero también muy niño.

Tenía algo muy muy puro,

era muy divertido.

Nos reíamos mucho,

y cuando tocábamos era maravilloso.

Trajo a otra persona, Malena, con él.

Nosotros sabíamos que existía Carmen.

Debía de ser feliz con las dos.

Tocaba bien, estaba contento,
no estaba triste.

Quedé con un amigo
que conocí en Punta del Este

y comimos y tomamos vino.

Luego, de vuelta, me asusté un poco.

Vi que había mucho revuelo en la calle
y tuve miedo de la policía,

como todo el mundo.

Finalmente llegué al hotel
y fue un alivio tremendo.

A las 3 o 3:30 de la mañana,

Malena me llama:

"¿No has visto a Tenório?".

Le digo: "No, no".

Entonces me dijo:
"Es que se fue y no ha vuelto.

Fue a comprarme un sándwich
y aún no ha vuelto".

Entonces, a las 4:30, llegó Azeitona.

A las 6 de la mañana, más o menos,

todo el mundo estaba
en el vestíbulo del Hotel Normandie.

Todos estábamos preocupados, asustados.

Un amigo mío, Malena y yo

cogimos un coche y fuimos a la morgue,

al hospital y a todos sitios.

Preguntamos, pero no encontramos nada.

Volvimos muy desesperanzados, mucho,

y regresamos a Brasil.

Durante mucho tiempo después,
estuve soñando con Tenório.

Cuando ves a una persona,

a un pariente, a un amigo que muere,

te despides de él.

Ahora, cuando desaparece,
ya no lo olvidas.

Ya no lo olvidas.

Ya, claro.

Empecé a escribir una melodía,
una canción.

Es una canción preciosa,
pero la melodía la escribí con...

Mutinho, encontré la letra.

La busqué en Internet.

La melodía la escribió Mutinho
y yo escribí la letra.

Pedro siguió su camino,

Chico pidió quedarse,

Tenório salió solo por la noche,

desapareció, nadie pudo explicarlo,

otros amigos se han ido.

Mantener sus ideales

entre la verdad y el delirio,

algunos sembraron la nostalgia
en el exilio,

otros nunca volverán.

Hemos encontrado la letra.

Qué bonita. Esta canción es preciosa.

Echo de menos esta canción.

Preguntando por aquí y por allá,

conseguí localizar
a dos amigos de Tenório

que habían quedado
con él la noche del concierto.

Pero cuando llegaron,
Tenório ya había salido para no volver.

"El espectáculo reveló una sorpresa
para muchos espectadores,

la brillante actuación
de Tenório Júnior.

El pianista tocó una pieza excepcional

que denotaba la más auténtica expresión
de la música brasileña moderna".

Tenório nunca llegó a leer esta crítica.

De vuelta en Río,
busqué a familiares de Tenório

que pudieran hablarme
de su infancia y juventud.

Teníamos un vecino que tocaba
en la Orquesta Sinfónica de Brasil

y fue su profesor.

Tenía ese don musical desde pequeño.

Respetaba mucho a su padre,

pero creo que estaba muy unido
a su madre.

Cuando sucedió todo,
ella se quedó destrozada.

Tuvo un derrame cerebral y enfermó.

Él no paró de buscarlo,

incluso a través de la Interpol,
pero nada, nada, nada.

Hasta que un argentino concedió
una entrevista a la revista Senhor.

Quedó con él y le dijo

que a Tenório lo asesinaron
dentro de la celda

de un disparo en la cabeza.

Y al final,
pareció que habían hecho un pacto:

ella murió un día
y dos días después, él.

Yo salía a menudo con él.

Cuando tocaba en algún sitio,

como en el Beco das Garrafas
en Copacabana.

Era una persona completamente
desconectada de la vida cotidiana,

muy desconectada
de las cosas materiales.

Se dejaba llevar por su música.

Él decía: "Yo sé tocar el piano,
no sé hacer dinero".

Tenía una forma de ser muy zen,

muy budista, sin serlo.

Una persona comprometida
con las cosas buenas,

con las cosas de la naturaleza,

con una vida muy sencilla,
casi franciscana.

No participaba en política.

Solía decir: "Lo que me gusta
es tocar el piano, no hacer política".

Tenório y su primo,
Luiz Roberto, estaban muy unidos.

Estudiaron juntos Medicina
hasta que Tenório decidió dejarlo

y dedicarse a la música.

Su padre, de forma cariñosa,

a pesar de molesto
porque dejase la carrera de Medicina,

pues estaba orgulloso
de que iba a ser médico,

le regaló un piano.

Carmen era la persona fuerte
de la pareja.

Pasaron grandes dificultades económicas,

pero las superaban siempre
con buen humor.

Entonces, como estaban sin dinero,

me dijo: "Me gustaría que asistieras
a Carmen con su embarazo".

Y en el caso de los dos últimos hijos,

fui yo quien los trajo al mundo.

Para mí fue muy triste,

porque el último parto de ella
que asistí fue

después de que él desapareciera.

Un día estaba aquí en casa
cuando me llamaron diciendo

que había un cabo argentino,

Vallejos,
en la redacción de Isto é/Senhor.

Mauricio Díaz me pidió que fuera allí.

Cuando nos estaba informando de todo,

llegó la policía brasileña,
habían rodeado el edificio.

Dijeron: "No se preocupen,
no les va a pasar nada,

pero nos llevamos al argentino.

Porque está hablando demasiado".

Mi hermano no tenía muebles en la casa,

así que se hizo muebles de cartón.

Una vez me escribió diciendo
que había renovado los muebles,

que los había pintado de negro
para cambiar un poco el ambiente.

Le gustaba mucho el yoga,

le gustaba mucho la filosofía hindú.

Le gustaba mucho la meditación.

Tocaba para sí mismo, tocaba muy bien.

Tanto si había gente escuchándolo
como si no, él tocaba.

Había un piano aquí y una batería
junto a la puerta de mi habitación.

Yo dormía con el sonido de la batería,

hasta tal punto que puedo dormir
con cualquier ruido.

Me enteré del caso por la televisión.

En el programa Fantástico
de los domingos dieron la noticia

de que había desaparecido.

Yo estaba muy preocupada por mis padres.

Mi padre no fue de inmediato
porque mi madre tuvo una embolia

y estuvo hospitalizada.

Así que mi padre esperó
a que ella mejorara.

Fue a la Interpol, a la policía,
pero no sabían nada.

El año que murió,

llamaron a mi padre de la TV Manchete

y le dijeron que había un argentino,
Vallejos, que quería hablar.

Yo siempre iba con mi padre
a estas entrevistas,

pero esta vez decidió no decírmelo
y fue solo.

Mi madre se cayó en la casa

y la hospitalizaron,

y mi padre no quiso quedarse
allí sin ella.

Luego empezó a tener una serie de cosas.

Él murió el jueves y ella el sábado.

Cuando comprobé las fechas,
descubrí que los padres de Tenório

habían muerto justo
en el décimo aniversario

del asesinato de su hijo.

Trabajé para una organización,
una entidad llamada Clamor.

Ahí fue donde llegó
la primera información

sobre un brasileño,
el pianista de Vinícius de Moraes,

al que habían secuestrado en Argentina.

Entonces fui a Argentina
a poner un anuncio pagado

en el periódico La Nación
y luego fui al bar del hotel.

La esquina estaba llena de ventanas.

Había un restaurante, una cafetería
y un quiosco de periódicos al lado.

Mostré una foto suya al hombre,

que recordó: "¡Ese es el brasileño!".

Y entonces me contó
que se lo llevaron en un Ford Falcon.

En Argentina, los secuestros
solían realizarse en Ford Falcon.

Era la confirmación
de que lo habían secuestrado.

¿Cree que fue secuestrado por error?

Es posible que lo confundieran
con otra persona,

pero fue detenido
por la policía política argentina.

Luego fue un secuestro político.

Diez años después,

un tipo llamado Vallejos explicó que,

en realidad,
a Tenório lo detuvo y asesinó

en la Escuela de Mecánica
de la Armada el capitán Astiz,

"el ángel de la muerte".

Greenhalgh me contó
que un joven cineasta brasileño

había grabado hace años
una entrevista con Vallejos

mientras realizaba
un corto documental sobre Tenório.

El proceso de conseguir los testimonios

tanto del padre como de Carmen
me llevó mucho tiempo.

Tuve que ganarme su confianza
para poder hacer la película.

El primer contacto fue difícil
porque él no quería hablar.

Por aquel entonces,
su mujer estaba enferma.

Y él estaba muy pendiente de ella.

Parecía una persona muy fuerte,

pero toda esta historia
lo dejó destrozado.

Era un hombre
que había servido al Estado,

pero cuando necesitó que este
lo ayudara a localizar a su hijo,

El Estado no le ayudó.

Rodando.

No teníamos dinero.

Tardamos, creo, algo así como tres meses

en conseguir
que accediera a grabar la entrevista.

Diez años después,

decidí hacer una proyección
en el Museo de Imagen y Sonido

de Río de Janeiro, para recordar
la desaparición de Tenório.

Me dijeron que había una persona,
un extranjero, que me andaba buscando.

Esa persona era Vallejos.

En ese momento comenzó
un proceso muy curioso.

Colgaba el teléfono diciendo:
"Te llamo en media hora".

Y cambiaba de teléfono.

Rogério le dijo a Vallejos

que estaba interesado en grabar
una entrevista y Vallejos aceptó.

Pero en el último momento,
Vallejos se presentó pidiendo dinero.

Quería 2.000 dólares por la entrevista.

Así que le dije:

"Me he endeudado,
gasté dinero que no tenía.

Yo nunca pagaría
por hacerte una entrevista,

tienes que hacer
la entrevista como sea".

Mantuve el contacto con Vallejo
y Mauricio Díaz, de la revista Senhor,

me llamó uno o dos días después.

Había decidido hacer un reportaje

y publicó una historia
de diez páginas más la portada.

¿Cómo murió?

¿Quién disparó?

¿Mientras estaba en la celda?

¿Usted lo presenció?

¡Hola!

Durante todo este tiempo,

había alguien por el que habría dado
cualquier cosa con tal de hablar con él

y, aunque llevaba 30 años muerto,
era como si aún tuviera algo que decir.

Todavía no lo he visto,

pero parece que la entrevista

se hizo en el apartamento de Vinícius
la mañana del golpe.

- Vale.
- Por eso nunca se emitió.

- Vale.
- Está en 16 milímetros

y solo existe una copia.
- Genial.

Bueno, todos tenemos muchísima inquietud

porque es una desaparición
muy misteriosa.

Salimos del teatro

y luego supongo que,
como hacía habitualmente,

salió a comer algo,
un sándwich, y ya no volvió.

Mañana por la noche
se cumplirá una semana.

Nada en absoluto,
era totalmente apolítico.

Era músico,
solo se preocupaba por la música.

Llevaba una vida de músico.

Para mí es un momento muy doloroso,

no solo porque era mi amigo,

sino también porque era
un músico extraordinario,

un ser humano de la mejor calidad,

un hombre increíblemente dulce,

con una gran serenidad,
incapaz de hacer daño a nadie.

Y por todas esas razones,

su desaparición tan misteriosa

nos deja en un estado de gran angustia.

Estamos todos atentos
a cualquier llamada telefónica.

Prácticamente no he salido de casa
por este motivo.

Todo lo que quedó de Tenório fueron

fragmentos dispersos en la memoria
de un puñado de personas.

Nunca sabré si salió a por un sándwich,

medicamentos o cigarrillos

cuando desapareció.

Pero cuando la gente hablaba de él,

había ciertas cosas

que se repetían una y otra vez:

era divertido, inteligente,

puro, tímido, irónico.

Entre los papeles de Tenório,

encontré una partitura dedicada
a su pianista brasileño favorito.

Se llama Viva Donato.

Me parece que eres tú.

Solo hay un Donato.

Después de tantas atrocidades,

casi había olvidado que Tenório era,

ante todo, un pianista fabuloso.

Pero también un amigo,

pero al que nunca conoceré

y con el que nunca podré hablar
de música tomando una cerveza.

Nadie puede hacerle justicia.

Espero que este libro lo salve,

al menos momentáneamente,

del olvido.

Gracias.