All language subtitles for El.Secretario.S01E002[2011][WEB-DL][AMZN][1080p][Latino]-TA_FI

[**]

* Sé que tú, sé
que tú en mi mente *

* Como luz amaneces primero *

* Todo es, todo es diferente *

* Y mi viaje contigo es ligero *

* Yo por ti sé que vi *

* Un mundo en primavera *

* Y te vi para mí *

* Quién más si no eras *

* Solo tú *

* El alma me das *

* Solo tú *

* Tus ojos me hacen volar *

* Todo oscuro se ve *

* Es que pronto va a amanecer *

* En el alma yo te encontré *

* Solo tú *

* El alma me das *

* Solo tú *

* Tus ojos me hacen volar *

* Sé que tú, sé
que tú en mi mente *

* Como luz amaneces primero *

* Todo es, todo es diferente *

* Y mi viaje contigo es ligero *

- Está más que calificado
para este trabajo, Emilio.

- ¿En serio, doctora? Gracias.

Pues, yo siempre he dicho

que la experiencia
no se improvisa, ¿no?

En este tipo de empresas,
pues, todos los trabajos son

igualmente importantes, es como
una especie de engranaje, ¿sabe?

Donde, si todos los
trabajos se desempeñan...

- Emilio.

- Pues, se puede lograr algo
muy lindo, una colaboración,

es como armónico,
¿sabe? Se trabaja...

- Emilio, Emilio.
- ¿Dígame, doctora?

- Es que me quedé en engranaje.
No le entendí nada, qué pena.

- No, qué pena con usted.
Es que estoy un poco nervioso.

- Lo que sí, Emilio, es que
aquí no veo que haya tenido

alguna experiencia
en este trabajo antes.

- No, no, no, para nada.

Pero siempre había soñado
con trabajar en algo así.

- ¿De verdad?

- Sí, doctora.
Desde chiquitico.

Mire, yo nací para esto, y si
usted me da la oportunidad,

pues, me encantaría ensayar.

Y, la verdad, tengo
que devengar un poco.

Me acabo de
enterar que soy papá.

No conocía mi hija y por eso
fue que me vine acá al país.

Y pues, quiero darle
la vida que se merece

y aunque no la conozco
lo suficiente, pues,

se ha convertido en el
motor de mi vida, ¿sabe? Y...

Lo que quiero decir es que...

Pues, que me encantaría
trabajar acá, doctora.

Que siempre he soñado con
esto y he golpeado muchas puertas.

Casi que está en
sus manos, doctora.

- Bueno, pues, bienvenido a
su país y bienvenido a Copito.

- Doctora, gracias.

- Bueno, eh, entonces lo
veo a las ocho de la mañana.

No se olvide pasar
por la oficina de Castillo,

de Personal, le tiene
que dejar unos papeles

que siempre piden, ¿sí?

Como la hoja de vida,
el pasado judicial...

- Ah... eh, sí, doctora. Lo que
pasa es que el pasado judicial

todavía no lo he sacado por
lo que acabo de llegar al país.

- Bueno, pues, lo saca
en estos días y lo trae.

- Le mentí, doctora. La
verdad es que sí lo tengo, pero...

cada vez que lo presento,
pues, me cierra todas las puertas.

- Ay, ¿así de malos
son sus antecedentes?

- Doctora, apenas pisé
el país me arrestaron.

La verdad es que
caí en una trampa.

Me puse a traer una
maleta llena de dólares.

Yo no tenía ni idea, doctora.

Pero colaboré con las
autoridades y capturaron al tipo

que me engañó. Pero, la
verdad es que mi hoja de vida

sí quedó manchada y
esa es todita la verdad.

Yo prefiero decírselo, doctora.

Si usted decide creer,
pues bien. Y, si no...

Gracias por ser tan amable.
Le agradezco su tiempo.

- Emilio, yo creo que no se
debe juzgar a una persona

por un error del pasado.
Y, si usted me dice

que, pues, no cometió
ningún error, que no hizo nada,

pues yo le creo.

Entonces, ¿sigue
en pie lo de mañana?

- Pues, eso no hay que
ni preguntarlo, doctora.

Muchísimas gracias, en serio.

- Entonces, pues,
ya. Eso sería todo.

[**]

- Yensisita.

- Misión cumplida.

- ¿Ah?

- Uy, ¿no ves la
cara de satisfacción?

¿De felicidad que tengo?

- Ah, ¿sí?

- Sí.

- Qué bien, ¿no?

- ¿Ya tenemos secretaria?

- No. No es secretaria
precisamente.

Pero sí secretario. Se
llama Emilio Romero.

Pues tú me dirás si
también ese es tu tipo.

[**]

- ¿Sí? ¿Te gustó? ¿Ah?
¿No te gustó? Qué pena.

[**]

- Qué delicia, mira,
mira, brócoli, brócoli.

- Bueno, Vale, cuéntame
en qué colegio estás.

- En el Santa Rosa.

- Guau. ¿Y tienes
muchas amiguitas?

- Sí, como cinco.

- Uy., y ¿qué es lo que
más te gusta del colegio?

- ¿Sí?

- Jugar.

Y, ¿a ti te gusta el chocolate?

Porque mañana te puedo
traer uno grandote, así.

- No puedo comer chocolatinas.

- En esta casa no
comemos calorías vacías.

- Bueno, pitufina, ya
que terminaste, entonces,

vamos a ir a
lavarnos los dientes.

Y el dragón se va a despertar
y se va a comer a la princesa

a la cuenta de tres...
Uno. Dos. Y las tres.

[**]

- ¿Qué querías decirme?

- Que conseguí trabajo
como asistente de contabilidad.

- Ah, ¿sí?

- Sí. ¿Y por qué el tonito
de duda? Claro que sí.

Y eso no es lo mejor, puedo
ascender dentro de la compañía.

Puedo llegar a ser
jefe de contabilidad.

Ahora sí me puedo
hacer cargo de Valentina.

- Despacito, ¿no?
¿Y la vivienda qué?

Mi hija es una princesa.

Ella solamente puede
estar en sitios bien.

No en sitios llenos de
polución y corrientes de aire.

Ella es alérgica a todo.

- Bueno, eso lo
soluciono mañana.

- Ya veremos, porque
contigo no se sabe.

[**]

Máquina del teléfono:
Sistema correo de voz.

Deje su mensaje
después de la señal.

- Hola, mi amor.
Quería saludarte.

Espero que hayas
llegado bien a Cartagena.

Yo te cuento que hoy tuve un
día un poco extraño, la verdad.

Imagínate que a partir de
mañana no tengo secretaria

sino secretario, ¿qué te parece?
Yo creo que va a ser la solución

perfecta para el
problema con tu hermano.

Estoy tan cansada.
Mañana te llamo a contarte

todos los detalles.
Te quiero mucho.

Que pases buena noche, besitos.

[**]

Anciano: Con cuidado con
esta, por favor. Oiga, esta...

[Gemidos]

- Venga y yo le ayudo.

- Ay, gracias.

- No, no, no. Usted no
debería estar en esas.

- No, es que casi se cae.

- Venga, más bien
se sienta un ratico.

- Muy amable. Qué pena.

Yo no dispongo así,
ahora para agradecerle.

- Ah, no, no, no.
Ni más faltaba.

Yo le colaboro con
muchísimo gusto.

- Oiga, pero usted no es de
por aquí. Nunca lo había visto.

- No, no, no, ¿pero
sabe que sí me gustaría?

El barrio está como bonito.

- Ah, este es un barrio
estupendo. Es tan recursivo.

Me da un pesar tener que irme.

- Oiga, y disculpe
la curiosidad,

pero ¿por qué tiene que irse?

- Es que el banco me
ganó el apartamentico

y antes de que lo embargue
todo, me llevo esto para salvarlo.

- Y ¿el apartamento
va a quedar solo?

- Sí, no tengo a
nadie a quién dejar.

¿Por qué? ¿Se le ocurre algo?

- Pues...

- Adelante, muchacho.
Aquí lo tienes.

Este es el apartamentico.
Te dejo el colchón.

Te dejo estos muebles, que
están un poquito desvencijados,

pero de algo sirven.
Y los bombillos.

- Muchísimas gracias.

- No, muchacho. Si no lo
puedo disfrutar yo, pues,

que lo disfrute una
persona como tú.

- Eternamente agradecido.

- Claro que lo vas a disfrutar
poco porque de pronto vienen

los del banco y
se lo llevan todo.

- Pero por eso no hay problema.
- ¿No?

- No, no, mañana empiezo a
trabajar en Empresas Copito.

¿Las del perrito?

- Ah, sí, ya.

- Y, pues, con mi primer salario

espero poderme
alquilar un apartamentico.

- Espero que sí. Bueno, de todas
maneras, mucha suerte, muchacho.

Ah, las llaves.
- Gracias, otra vez.

- No, por nada.
- Éxitos.

- Mucha suerte.

[**]

- Buenas.

Buenos días. ¿Señor Palacio?

- Castillo. ¿Y usted es?

- Emilio Romero, ¿cómo está?

- Ay, mucho gusto, señor
Romero, ¿cómo me le va?

- Bien.

- La doctora Antonia me
dio orden de contratarlo

y aquí le tengo su
contrato. Aquí está, mire.

- Uy, qué maravilla.

- Lea a ver si... es
que no alcanzo a ver.

- Emilio Romero, sí, señor.

- Eso es.

- Qué bien, todo listico. Este
es mi tipo de empresa, ¿sabe?

- Hay una cosa que le
confieso, señor Romero.

En veinte años que
llevo en esta empresa,

es la primera vez redacto
un contrato como el suyo.

Bueno, bueno, pero es que
los tiempos cambian, ¿no?

Hay que tener la mente abierta.

Y aquí somos muy
de avanzada, señor.

Pero léalo, léalo y fírmelo.

- Claro que sí. Discúlpeme
un minutico, por favor.

[**]

Doctor Castillo, es que hay
un problemita con el contrato.

- ¿Problemita?

- Sí, es que vea.

Acá dice dizque secretario
del área comercial.

- ¿Y cuál es el error?

- Pues, que aquí dice
secretario del área comercial.

- No, no, no, señor Romero. Es
que no hay ninguna equivocación.

La doctora Toñita me ordenó
que así le hiciera su contrato.

- Pero, ¿cómo así?
¿Yo de secretaria?

- Del área comercial.

[**]

- Buenos días.
Buenos días, dije.

Todos: Buenos días, doctor.

- Buenos días, Mario.

- Serán buenos
días para ti, cuñadita.

- Pero si yo pensé
que ibas a estar feliz

porque ya tenemos
secretaria nueva.

Ay, Dios, secretario, cierto.
Oye, ¿sabías que empieza hoy?

- ¿Todavía sigues con esa
idea tan absurda, Antonia?

- Ay, sabes que a mí me
parece todo lo contrario.

Yo entre más lo pienso,

más me parece una idea
totalmente maravillosa.

- A mí me parece una ridiculez,
porque un hombre de secretario

me parece una abominación,
un irrespeto, una perversión.

- Un cambio refrescante,
totalmente necesario. Y sí.

¿Sabes que no vale la pena
seguir discutiendo al respecto?

Tienes toda la razón.

- Antonia. No puedes hacer eso.

- Ya lo hice.

- No me puede hacer eso.
- Pero si ya lo hice.

Además, no entiendo cuál es
el temor. ¿Cuál es el miedo?

¿Cuál es el problema, Mario?

De repente el
secretario sí es de tu tipo.

- Cuidadito.
- ¿Quién quita?

- Mucho cuidadito
con lo que insinúas

porque yo soy todo
un varón, Antonia.

- Ujum.

- Tengo una fila de
secretarias detrás mío.

Barbie. Venga para acá.

- ¿Barbie?

- Sí, Barbie. Sí. Recójalo

Barbie, dígale a Antonia...

Quién es todo un varón
aquí en la compañía.

- Eh, eh, ¿el doctor Félix?

- Antonia.

Barbie.

- Usted.

- Eche para allá.

- Mario, ¿qué estás haciendo?

- ¿Qué estoy haciendo?

- ¿Cómo vas a poner a
Delfina en esta situación?

- Sí, sí, la voy a poner
en esta situación.

- Bueno, ya llegó la gente
de la reunión, ¿vamos?

¿Cómo me le va? Buen día.

Vengan, vengan por
acá. Por favor, pasen.

- No, usted se
está confundiendo.

- No, no. Si usted me va hablar
de esa forma, mejor no hablemos.

No, no, A mí me respeta.

- No, no, no. Yo hablé
ayer con la doctora Antonia.

Y hablamos de
asesor de contabilidad.

- No, no grite y
no levante la voz.

Que estamos en
una oficina, señor.

A mí también se me
hizo rarísimos, le confieso.

Pero la doctora
Toñita así lo pidió.

Y me lo hizo saber
tanto vía email,

como personalmente y
telefónicamente también.

Su contrato es por prestación
de servicios secretariales.

- Ah, no.
- Del área comercial.

- ¿Yo de secretaria
? No, no, no.

¿Qué es este insulto?

- No me manoteé,
no me tire el contrato.

Haga el favor, respéteme.

Emilio: ¿Me ven pinta
de secretaria a mí?

No, no, no. Yo quiero
hablar con la doctora Antonia.

Doctora Antonia. ¿Usted sabe
dónde está la doctora Antonia?

Milady: ¿Usted quién es?

- Pero ¿por qué no me
dice nadie, por favor?

Yo solo quiero.... No me
la escondan. ¿Por qué?

¿Usted sabe? Nadie sabe aquí.

Solo quiero hablar
con la doctora Antonia.

Venga, ¿usted sabe dónde
está doctora Antonia? Por favor.

¿Usted que va a saber?

Usted menos. Puros
secretarios por todas partes.

- Su contrato dice....

- Yo no voy a ser secretario.

Me voy al último
piso a ver a la doctora.

[Gritos]

- No puede venir aquí
a insultarlo. ¿Qué tal?

- Es muy importante que tengamos
en cuenta para esta negociación

el incremento de aranceles que
vamos a tener de exportación...

[Gritos a la distancia]

- Necesito hablar
con usted, doctora.

- No puede pasar.

Necesito hablar urgente
con la doctora, por favor.

Gertrudis: Creo
que le toca esperar.

[Gritos]

Dos minuticos, doctora.
No le quito más tiempo, ¿sí?

Por favor, necesito
hablar con usted urgente.

No me quieren dejar
hablar con usted.

Me quieren sacar
aquí de la empresa.

Por favor. Dos
minuticos, no más.

Hombre: ¿Qué está
pasando allá afuera?

- Eh, señores. Me
van a disculpar, ¿sí?

Yo voy a tener que
salir dos minuticos.

Pero no me demoro nada.

Mario: Yo me encargo.

- Bueno...

- Señores, apunten ahí.

- Silencio.

Venga para acá.

- Es que esto es
una falta de respecto.

Una sinvergüencería que no
vamos a tolerar en esta empresa.

O se sale o lo saco.
O hago que lo saquen.

- Aquí la única falta de respeto
es la que usted está cometiendo

conmigo en su oficina.

Además, déjeme decirle que
la manera de darle la bienvenida

a los invitados a esta
empresa es muy deplorable.

- No sea descarado. Que
yo con toda amabilidad le dije

que no podía entrar
porque estaban en junta.

- ¿Amabilidad? Dijo que iba a
llamar a seguridad para que me

sacaran de aquí a patadas.

[Gritos]

- Shh, a ver,
cálmense, por favor.

A ver, Emilio, no entiendo
nada. Explíqueme, por favor.

¿Qué es lo que está pasando

para que se haya armado
tremendo escándalo?

- Doctora, qué pena con
usted, deme un minutico a solas

y yo le explico todo
lo que está pasando.

- No. Se los doy, aquí.

Me acaba de sacar de una
reunión súper importante, Emilio.

Así que tiene dos
minutos, lo escucho.

- Discúlpeme, pero,
mire, hoy llegué a la oficina

de este hombre y me
está ofreciendo dizque

un contrato de secretaria.
Yo, de secretaria.

Acá hay un
malentendido, doctora.

- No.

- ¿Ah?

- No, que no hay ningún
malentendido, Emilio.

- Pero si yo se lo
dije, doctora Toñita.

Pero este es un energúmeno.

Mírelo. Me quiere
agredir. Me quiere agredir.

- ¿Cómo así que no
hay un malentendido?

- Que no, Emilio. Yo para
el puesto que lo entrevisté

fue para secretaria
del área comercial.

Pero no entiendo, ¿no lo sabía?

- Pues, claro que no sabía.

De haberlo sabido, pues, no
hubiera aceptado. ¿Qué tal?

¿Me ve pinta de secretaria?
¿De secretaria yo?

Estoy sobrecalificado
para estas cosas.

Yo nací para hacer cosas
muchísimas mejores que eso.

Pues sí, para que vea. No...

- A ver. Mire, ¿sabe qué?

Lamento mucho el malentendido.
Pero yo pensé que usted y yo

estábamos en la misma página.

- Pues, no, no doctora,
no. Me disculpa, pero...

- ¿Pero qué le pasa?

Déjeme decirle que el puesto
de secretaria del área comercial

es un puesto también
muy importante.

- Ah, no, pues importante
es. Claramente importantísimo.

Pero no para mí, ¿sabe?

Yo nunca, nunca

voy a pertenecer al
gremio de las secretarias.

¿Sabe qué? Yo podré
tener necesidades,

pero no tantas. Así que...

[Gritos]

- Shhh. ya, cállense.
Cállense. Ya no más.

- Acerca del otro puesto,

¿todavía está disponible?
¿Sí? Por favor...

- El papel higiénico
Copito, no raspa.

- Listo. Mario, gracias.

Señores, discúlpenme,
por favor, el impasse.

Y muchísimas
gracias por su espera.

Todos: No se preocupe.

- Gracias.

- Discúlpennos un
segundo, por favor.

Antonia, si necesitas más tiempo

para arreglar ese bochornoso
incidente, te lo puedes tomar.

- No, Mario. Gracias.

- ¿Habemus secretario?

- No, no, todavía no.

- Bueno, señores, ¿en
qué nos quedamos?

Estábamos en los
aranceles, ¿cierto?

Entonces, la nueva ley...

Emilio: No hay necesidad,
no hay necesidad.

Yo puedo salir solito.

No hay necesidad de
que me empujen, tampoco.

No, pues, a humillar
a otra persona

después de todo mi
esfuerzo dizque secretario.

¿Secretario? No, no, no.

Olga: Señor, señor, señor.
- ¿Qué?

Ah, ¿también me quiere insultar?
¿También me quiere empujar?

Pues, empújeme, insúlteme.

Para eso estoy aquí,
aparentemente. ¿No?

- No, señor, señor.
Yo vine a ver si...

si está bien, si necesita algo.

- Discúlpeme. Es
que sigo alterado

por todo lo que pasó ahí arriba.

- Olga Linares. Pero
todos me dicen Olguita.

- Mucho gusto,
Olguita. Emilio Romero.

Y no se preocupe,
que estoy bien.

- ¿Sí?

- Bien sobado, otra
vez desempleado

y ahora vetado de esta empresa.
Insulté a la doctora Antonia,

que no tenía nada que ver
con este lío de las secretarias.

Se me fueron las luces
con el reclamo, perdóname.

- Pero eso quiere decir que,

entonces ¿sí va a
trabajar con nosotros?

- No, ¿qué le pasa?
¿Yo de secretaria?

No, no, no. Bueno,
sin ofender, ¿no?

- No, yo no me ofendo
por eso, no se preocupe.

- Vamos a ver qué
me depara la vida.

Le deseo lo mejor,
Olguita. Que esté bien.

- Chao, Emilio.

[**]

- Buenas, me vende un
periódico. Muchísimas gracias.

- Con mucho gusto.

* Salgo a buscar trabajo *

* Busco trabajo y no hay*

- Señores, muchísimas
gracias por haber venido,

por tenerlos acá, bueno.

Empiecen a utilizar el papel
higiénico a partir de hoy.

Les va a encantar.

Dilo, Antonia. Dilo, que tu
plan secretario al rescate

te salió mal. Bueno, qué
digo mal, te salió patético.

Porque eso de que un
hombre se vista de mujer

para ser de secretaria
no te iba a funcionar.

- Mira, Mario. Puede
que Emilio se haya ido,

pero yo no me voy
a dar por vencida.

Yo no pienso parar hasta
encontrar una secretaria

que no sea apta para ti.

- No las vas a encontrar.
Y eso te lo puedo jurar.

Lo único que vas a encontrar
es que hagamos mal el trabajo.

¿Por qué no la buscas,
Antonia? O déjame buscarla a mí.

Castillo tiene
varias hojas de vida,

y hay unas muy
buenas... hojas de vida.

[**]

- Sí, doctora Toñita.

- Castillo, un favor. ¿Usted no
sabe si habrá algún otro puesto

disponible para el señor Romero?

- Ay, no, doctora Toñita.
La verdad, ya contratamos

al señor Aguirre
como auxiliar contable.

Y esa era la única
vacante que había.

- ¿Pero y no habrá chance
en otro departamento?

¿De repente en compras
o aquí, en bodega?

- No, no, doctora Toñita.

Usted sabe que las reglas de
esta empresa son muy estrictas.

- Yo sé.

- Frente a la contratación
del nuevo personal

y ya tenemos el cupo completo.

Además, hay que esperar
a que el año fiscal se acabe

para hacer nuevas contrataciones
y abrir nuevas vacantes.

- Yo lo tengo clarísimo.
Lo que pasa es que, bueno,

quería agotar mi
última posibilidad.

Pero bueno, ni modo.
Bueno, gracias, Castillo.

- Permiso.

- Castillo.

- Si, doctora Toñita.

- Ay, otro favorcito. ¿Usted no
sabe si Romero habrá dejado

algún dato de contacto
o algún teléfono?

- Doctora Toñita, pero usted
vio cómo estaba ese hombre,

parecía un energúmeno,
casi me agredió.

- Sí, yo sé.

- No, estaba tan alterado

y no dejó ningún
dato, doctora Toñita.

- Ay, lo que pasa es que yo
creo que él se sintió muy mal.

Pues, yo quería ver

si le ofrecía alguna
disculpa, si quiera.

- Qué pesar, doctora Toñita,
no poderla ayudar, ahí sí.

- Bueno, ¿qué
hacemos?. Pero, gracias.

- Está muy bonita usted hoy.

- Gracias.

- Permiso.
- Bueno

[Toques en la puerta]

- Hola.
- Hola.

Yo pasaba por aquí
y quería saludar.

- Sí, pero es que Valentina no
ha llegado del colegio todavía.

- Ah. Es que todavía no
tengo muy claro el horario.

- Sí, eso veo.

- ¿Y no se supone que
tú ya estás trabajando?

- Sí. Si, sí, sí. Lo que
pasa es que en la oficina

están complicados
hoy, entonces, pues...

- ¿Ya almorzaste?

- No.

- Vamos, sigue.

- Emilio, si quieres,
ahí hay lechuga, pepino.

No sé, te puedes
hacer una ensalada

con tomaticos, si quieres.

- No, no, no.
Tranquila, así está bien.

- O ¿quieres pétalos
con miel? Saben rico.

- No, no, deja así. Gracias.

- Eh, se me había
olvidado decirte

que ya hablé con el abogado.

- ¿Abogado?

- Ujum.

- ¿Y eso? ¿Estás en problemas?

- No, qué va. Por lo
del tema de Valentina.

- Pero ¿un abogado?
¿Y eso para qué?

Yo te dije que yo iba a cumplir.

- Yo sé que me vas a cumplir.

Pero yo necesito que firmes un
acuerdo en donde te comprometas

a pagar la mitad de los gastos
de la niña, eso es por ley.

De verdad, ¿no quieres nada más?

Mira, ven, te hago
una ensaladita rápido.

Mire, hay pepino, tomate...

- Bueno, doce en punto.
¿Qué fue lo que pasó?

¿Por qué no me contó?

Yo le hubiera pagado,
hubiera traído un camarógrafo.

- No, es que pobre muchacho.
Yo creo que cuando le dijeron

que iba a ser la nueva
secretaria, inmediatamente,

se me vino con zapatico
de tacón, con faldita,

con mediecitas veladas y
con blusita. Y, no, que pena,

pero yo creo que por
eso se puso como se puso.

Porque, personalmente, lo sentí
como muy tierno, muy sensible...

- ¿Cómo se puso?

- Pues, como se puso, como
tierno, como sensible, ¿cierto?

Claro, ya entendí.
Es que ningún hombre

con el mínimo de testosterona
recibe el puesto de secretaria.

Esto es un puesto pa' viejas.

Que les gusta la lengua
y por teléfono. Así es...

Milady: ¿Qué le pasa? Respete.
- ¿Qué le pasa de qué?

[Varios hablando al tiempo]

- Soy un hombre
irascible, por favor.

[Varios hablando al tiempo]

- Un momentico,
no, no, por favor.

Con todo el respeto, pero es
que esas energías en la oficina

son muy malas, no, no.
Vamos a sacarlas, por favor.

Todos decimos, vamos todos,
todos, shu de aquí, shu de aquí.

Milady: Shu ni qué shu.

- Es que después me
toca renovar mi aura

y eso lleva tiempo.
Milady: Sí, ¿cómo no?.

No desmeriten el
trabajo de nosotros.

Ustedes lo único que
hacen ahí es calentar puesto.

No, tan chévere, una neurona.

- Respete, señora.

- Está como el tipito
ese de hoy, que él estaba

para mejores cosas
que ser secretaria.

Machista. Sinvergüenza,
como ustedes.

- ¿Me puede traer
un juguito, por favor?

Es que estoy seco, Milady.

- ¿Y es que su mamá
no le empacó o qué?

- Sumercé, es que
imagínese que...

a mí aquí me pagan muy
poco. De verdad, sí, sí.

Y la medicina de
mamá está muy cara.

Entonces anoche no compramos
las naranjas para el jugo.

O la medicina o es jugo.
Estamos ilíquidos, de verdad.

Yo estoy sin líquido.
Por favor, sumercé.

Milady: Este pelao'
sí lo pone a uno...

- No, vaya, pues, póngase el
cascabelito, muévale la colita.

- Siempre le hago los favores
a ella y ella a mí no es capaz.

En cambio, por él sí.

- Menos mal se fue
ese tipo a ver si recupero

mi puesto otra vez. Porque
es que allá en ese garaje

me están saliendo unas
ojeras, con eso tan oscuro.

Mírenme las ojeras
tenaces que tengo.

Mire, Mire. Mire, Delfinita.

- Se está desmejorando,
sí. Yensi: Horrible.

- La verdad es que a
mí me pareció que él sí

necesitaba mucho el puesto.

- No. Otra que va a
defender a los hombres.

- No, no, Delfinita, pero es
que uno no sabe con la sed

que otro vive, de verdad.

- Como la sed que tengo yo.

Miladiyita, sumercé,
colabóreme, por favor.

- Señores, perdón, pero
aquí huele a guiso y no tiene

ninguna presentación que
las oficinas estén oliendo así,

para eso está la cafetería.

Así que, todos moviéndose
para la cafetería. Ya.

- Vamos para la cafetería.

- Ya, camine para la
cafetería. Camine para allá.

- Este es el pago
del colegio de la niña.

- ¿Anual?

- Mensual. Es uno de los
colegios más exclusivos

y la niña solamente
tiene lo mejor.

¿Por qué? ¿No vas a poder?

Porque si es así, va
diciéndolo de una vez por todas.

Así como quieres tener derechos,
también tienes obligaciones.

- Ya, ya, Lorena. Si estoy
aquí es porque voy a responder.

- Esto es lo de la ruta.

- Pero, esto es ridículo.
Lorena, por Dios.

- Esto es para el mercado
de la niña, el precio es alto,

no por la cantidad de
alimentos sino porque

todo es de la mejor calidad.

Todo es importado, no se le
puede dar cualquier porquería.

- Yo, yo sé. Pero
esto ya es ridículo.

- La medicina prepagada
es cara porque lo cubre todo.

Y esto lo destinamos
para los juguetes didácticos.

Faltaba esto, esto
es para la ropa.

Le compro dos mudas semanales.

También es caro porque
la niña solo se viste

con algodón orgánico y
con productos sintéticos

de la mayor calidad.
Lo barato le da alergia.

- ¿A ella o a ti?

Lorena, qué pena, pero
es que esto es ridículo.

Yo no sé cómo hacen ustedes
para pagar todo esto al mes.

- Franklin es un
excelente publicista.

l nunca ha tenido
problema para pagar

absolutamente nada de la
niña. Cosa que tú no has hecho.

Tanto así, que la niña lo
adora. ¿Tienes algún problema?

- No, yo reconozco eso, Lorena,

pero es el padrastro,
yo soy el papá.

- Ese título hay que ganárselo.

- No, aparentemente
hay que comprarlo.

- Bueno, cómo lo quieras ver.

- ¿Pero por qué tengo yo
que pasar por todo esto? Yo...

Valentina: Mami, mami.

- Hola, mi amor.
Llegaste temprano.

- Hola, chiquitina.
¿Cómo te fue en el colegio?

- Bien. ¿Me
acompañas a mi cuarto?

- Sí, mi amor, vamos.

- Falta.

- Chao, florecita.

Lorena: ¿Qué pasa, mi amor?

- ¿l vino por mí?

- No, mi cielo. l vino
a hablar conmigo.

- Es que, mami, me
da mucha pena con él.

- Tranquila, mi
muñeca, no pasa nada.

Cuando quieras estar con
él, tú me dices y ya está.

- Todavía, no.

- No importa, ¿bueno? Tranquila.

- Bueno, yo como que ya me voy.

- ¿No vas a almorzar?

- No. Tengo una vuelta
importante que hacer.

Bueno, chiquitina. Imagínate
que cuando estaba abajo,

llegó un pajarito
preguntando por ti.

- ¿Por mí?

- Sí. Por ti y se quedó.
Escoge una manito.

Mira, este pajarito
te va a cuidar.

Tú también lo tienes que
cuidar mucho a él, ¿bueno?

Come mucho confeti.
Cuídate mucho.

- Déjame ver una
cosa, Valentina.

- ¿Qué tal este? Ten, saca
el cuaderno de mandarín

para hacer tareas.
Emilio. Emilio, un momento.

Emilio: ¿Qué quieres?

Lorena: Emilio, por favor,
Emilio. Esto es algo muy serio.

- Yo sé.

- Y, ¿entonces por
qué lo dejaste botado?

- No necesito saber para
qué es cada centavo, ¿sí?

Si eso es lo que
se gasta mi hija,

eso es lo que se gasta mi hija.

Ahora, yo lo único que puedo
hacer es tratar de responderte

por la mitad de eso cada mes.

Administra tú la plata
como lo venías haciendo.

- A ver, un momento, esto es
un documento legal en el que

te comprometes a la manutención
retroactiva de Valentina.

Todos los años que no
estuviste los tienes que pagar.

- Yo no puedo pagar...

- No me importa.
No es mi problema.

Si quieres lo pagas
a cuotas o yo no sé.

A ver, tú quieres estar
con tu hija, ¿cierto?

- Claro.

- Okay, muy bien. Incluye
el paquete completo.

Mientras tú no estuviste

y Franklin no había
llegado a mi vida,

yo respondí sola
por la muchachita.

Y nunca le faltó nada.
Ahora es tu turno.

- Y así será.
Responderé por todo.

- Okay, te veo.

- Listo.

[**]

- Grr. Buenos días, Yensicita.

- ¿Qué le ve de buenas?

- Uy, pero qué agresividad.
¿Qué comió? ¿Víbora o qué?

¿Por qué me hablas así?

- ¿A usted le parece justo
que yo esté acá en este sitio

tan horrible, rodeada
de camioneros groseros

que lo único que
hacen es morbosearme

y además huelen a grasa?

- Ay, Yensicita. Tú quieres que
te ponga de buen genio, ¿cierto?

- Yo lo que quiero es que
me devuelvan mi puesto

en comercial, allá sí me hallo.

- Ay. Tómalo por el lado
bueno, Yensicita, que estés aquí.

Vamos a experimentar nuevos
lugares que no hemos disfrutado.

- No, no. Usted solamente
vive pensando en cochinadas.

¿Y mis sentimientos qué?

- Yensicita, yo no estoy
pensando en cochinadas.

Por eso estoy aquí. Si
quieres, te propongo algo.

- ¿Qué será?

- ¿Por qué no terminamos lo que

habíamos empezado?
¿sí, Yensicita?

¿Por qué no nos metemos
en el ascensor de carga? ¿Sí?

Y terminamos lo que habíamos
dejado empezadito anoche,

hacemos cositas y después
hablamos de los sentimientos.

- Ay, ¿será? Es que, doctor,

a mí me da como miedito
subirme a esos aparatos.

- ¿De verdad? No,
no va a pasar nada.

Yo la cojo de la manita y
es del primero al segundo.

No te vas a perder.

Ay.

- No, pues, ¿qué dijo? ¿Que
esta es una tonta y una boba?

Hasta que no me devuelva
mi puesto de comercial,

no hay nada de nada.

- Uy. Preciosura. Hermosura.

- Ay, no trate de enredarme
que ya sabe cuál es mi condición.

Yo no merezco estar
en este nivel tan bajo.

Así que usted verá.

- ¿Así es rogada
pa' todo, Yensicita?

- Y hasta más.

- Hasta más. Ay. ¿Ah?

- Aló.

- Hola, mi amorcito.
¿En qué andas?

Antonia: Ay, aquí buscando
los teléfonos de los domicilios,

que los tenía todos en
una carpeta pero, pues,

parece que Yensi la botó, no sé.

No sé qué habrá hecho.

¿Y tú? ¿En qué
andas? ¿Ya almorzaste?

- No, no, todavía no.

Estoy saliendo de una
reunión y entrando a otra.

- Ay, pero mi amor,

date siquiera un tiempo
para comer algo, ¿no?

- Sí, tranquila. Algo voy
a comer, no te preocupes.

¿Vos? Ve que te conozco,
si no almorzás ahora,

después no comés en todo el día.

- Ay, mi amor. Yo ya ni alcanzo.

Y, además, no tengo
ni hambre, ¿sabes?

Más bien tengo una rabia.

Félix: ¿Y eso?

- Pues, es que pensé

que ya había encontrado
la solución perfecta

para el bendito problema
de Mario con la secretaria.

- ¿Y cuál es esa solución ideal?

- Bueno, contratar un
secretario y no una secretaria.

[Risas]

- Ahu.

- ¿Qué pasó? ¿Ya
entraste a la reunión?

Que me pareció
escuchar a alguien.

- Eh, la chica que
sirve el café. No, nadie.

Antonia: Bueno, entonces
resulta que la persona

que había contratado renunció
sin ni siquiera haber empezado,

porque pensó que el puesto
era para un asesor contable

y no de secretario
del área comercial.

¿Y ahora quién se va a
aguantar la cara de Mario?

- Bueno, ignóralo, eso le
encanta a él. Eso le encanta.

Mi amorcito, te tengo que dejar
que ya va a empezar la reunión.

El inversionista está con
el micrófono en la mano ya.

- Bueno, mi amor, que te rinda.

- Haré todo lo posible.

- Un besito, te quiero.

- Te amo, hermosa mía.

A ella, no a vos.

- Ridículo. Te encanta
hablar con ella al frente mío.

¿Por qué te gusta darme celos?

- No sé, pero me encanta.
¿Algún problema con eso?

- Tú sabes cómo me pongo, ¿no?

- Sí.

- ¿Sí? Vas a pagarme
por esto. Ven, págame.

- Yo necesito que
tú me pases otro...

[Toques en la puerta]

[Sonido de pato]

Yo necesito que me
pases otro informe.

Pues las veces
que sea necesario...

[Toques en la puerta]

Ya te devuelvo la llamada, ¿sí?

¿Qué pasa, Mario?

- Cuñadita, ¿cómo estás?

- ¿Yo? Trabajando. ¿Y tú?

- Antonia, es que estaba
pensando en el bochornoso

incidente que tuvimos con Yensi.

Entonces, lo mejor es
que hagamos las paces

y borrón y cuenta nueva.
Tómalo como un mal entendido.

Y lo mejor es que
Yensi vuelva a su puesto

y no tengas que conseguir a
nadie, porque las hojas de vida,

las entrevistas es algo
engorroso para ti, entonces...

- Sí.

- Empecemos de
cero. Común y corriente.

Como si nada hubiera pasado.

- Okey. Y la tercera
es la vencida, ¿no?

¿Sabes qué? Yo creo que te
voy a poner una grabadorcita

para que cada vez que
insistas, la grabadora te diga: No.

- Antonia, jamás
me vas a volver a ver

en una posición tan
comprometedora.

- Ujum, claro. En esa
posición no, me imagino,

¿pero en otra sí? Eres
un descarado, Mario.

Y a mí este temita ya
me sabe a cacho, así que,

por favor, no me sigas
insistiendo. ¿Quieres?

- Antonia, desarma tu
corazón, deja el rencor.

- Mira, a diferencia
del uso y...

abuso que tú le
das a las secretarias,

yo sí necesito alguien
que sea mi mano derecha,

yo sí necesito alguien
que sea mis ojos

y que esté pendiente de
todo. Y Yensi simplemente

no cumple con ninguna de
esas cosas. ¿Yo qué hago?

- Yensi necesita
otra oportunidad.

- Ay, por favor. Ha tenido
diez mil oportunidades.

- ¿Y qué, Antonia?
Una oportunidad más

ni le quita ni le pone.

- Mira, Mario, este es
un tema laboral para mí

y muy importante. Así
que no pienso ceder.

- ¿Te has puesto a
pensar una cosa, Antonia?

¿Que tal vez el problema es
tuyo porque nadie te da la talla?

Sí, eres una trabajólica
y la gente sí es normal.

- Ay, mira, si vienes a
criticarme, ya te puedes ir.

¿Eso es hacer las paces para ti?
¿Eso es hacer las paces para ti?

O sea que, como no lo
conseguiste a las buenas,

lo piensas conseguir
a las malas, ¿no?

¿Sabes qué? Vete de aquí.

- ¿Qué?

- Que te vayas
de aquí. Por favor.

- O sea, viene por lana y
salí trasquilado, ¿cierto?

[**]

- Sí, sí, sí, señorita.
Claro que sí. ¿Sin sueldo?

Sí, señorita, ¿para asistente
de operaciones? Claro que sí, sí.

¿Retroexcavadora? Eh, pues,
no, pero aprendo, aprendo, aprendo.

¿Aló? ¿Mi último
empleo? En Nueva York.

Sí, eh... repartidor de
pizzas. Ah... Gracias.

Buenas, fueras tan amable.

¿Para el aviso que
salió en los clasificados?

Ah, ya está ocupado.
No, no, gracias.

[**]

* Salgo a buscar trabajo *

* Busco trabajo y no hay *

[Carraspeo de garganta]

- Buenas, mi señora.

- Hola, vecino.

- Ah, ¿usted vive aquí?

- Bruta, ¿Yo vivo aquí? Ah, sí,
claro que vivo aquí. ¿Sumercé?

- Yo también, me
acabo de instalar.

Mucho gusto, Emilio Romero.

- ¿Emilio qué?

- Romero.

- Gertrudis, pero
me llaman Dudis.

- Ah, un placer doña Dudis.

- Un placer. ¿Cómo se llama?

- Emilio Romero.

- Dudis pero me dicen Gertrudis.

Y, ¿qué pasó con el otro vecino?

Por ahí lo oí diciendo que
tenía problemas con el banco,

una cosa como así.

- Pues, yo voy hacer muy honesto
con usted, lo que pasa es que

su ex vecino, como usted
bien lo dijo muy amablemente,

me dejó quedarme aquí mientras
llegaba el banco a embargarlo.

- Ay. Pobrecito,
cómo lo siento.

Tan buena persona que
era, de todas maneras,

¿cómo es su nombre?

- Emilio Romero.

- Gertrudis. Hasta
luego. Dudis, Gertrudis.

- Que estén bien.

- Suspensión, hombre, ¿cómo así?

Suspensión... Todo.
¿Suspensión de todo o qué?

Gertrudis: Ay,
no, no, mi chinito,

pero este apartamento
sí está pelado, sumercé.

- Mi señora, ¿usted cómo
hizo para entrar por aquí?

Pues el apartamentico sí está
vuelto nada, lo que pasa es que

acabo de llegar de los Estados
Unidos y no he podido, pues,

meterle la manito y arreglarlo.

- Y, ¿no tiene así sea una olla?

- Tengo un par,
pero están ocupadas

con las goteras, como puede ver.

- Ay, chiquito, venga,
venga y le hago un caldito

pa' que se caliente los huesos
porque la noche está helada.

- Usted es muy amable,
pero me da pena.

- Ay, de pena se murió
un burro en Cartagena.

Camine, me ayuda
a extender una ropita

que esta reuma me tiene...

Ah, bruta. ¿Será reuma o será
gota? ¿Qué es lo que tengo?

Me siento que no
quiero hacer nada.

Camine, camine, camine a ver.

Pero usted por su puerta
y yo por la mía, mijito.

[**]

[Tono de llamada en

- Hola, amiguita.
¿Qué más de cosas?

Antonia: Bien. ¿Y tú en
qué andas? ¿Estás ocupada?

¿O tienes tiempo como para
que vayamos a comer algo?

- Ah, no, pero ¿Cómo así?
¿Tú no estás trabajando?

- No, hoy estoy cansada.
Y, además, hoy ni almorcé.

Quería ir a un restaurante nuevo
que están inaugurando, ¿sabes?

Paola: Ay, amiguita, me
encantaría ir contigo, pero...

Imagínate que justo
en este momento

estoy saliendo
para... un entierro.

- ¿Cómo así, Pao? ¿Y por
qué no me habías dicho?

Paola: Ay, porque
no es importante.

Es un primo de un tío que se
murió hoy, no era muy cercano.

- Zorrita, ¿le decís a Arelys
que me prepare algo de comer?

- ¿Con quién estás?

- Ah, no es un tío que
vino ya a recogerme.

Antonia: Oye, Pao, pero
si quieres yo te acompaño

a la funeraria, tú sabes
que por mí no hay rollo.

¿Quizás sí necesitas compañía?

Paola: Ay, no, amiguita.
Yo no te voy a poner en esas.

Además es un plan muy aburridor.

Más bien quédate y te relajas

y si quieres yo te
llamo luego, ¿bueno?

- Bueno, como quieras.
Entonces, pues nada.

Cualquiera cosa me avisas.

- Bueno, un besito.

- ¿Por qué no me avisas, boluda?

- Ah, ¿la boluda soy yo?

- No, yo.

No, no te acerques. No te
acerques, hablo en serio.

Uy, bueno, un poquito más.

[**]

- Siéntese, mijito, a ver.

- Señora, Dudis. Usted
siempre me asusta.

¿No nos íbamos
a tomar un caldito?

- ¿Era un caldo? Ah,
caracha, claro, el caldo.

Sí lo hice, lo hice.

- Bueno, igual le
acepto un traguito.

- Hágale, mijito, hágale
que esto es bendito pa' el frío

y las cuitas también.

- ¿Se me nota que tengo cuitas?

- Ay, mi amor. Alguien
que viva en un apartamento

a punto de ser embargado y no
tiene una cama para acostarse,

tiene más que cuitas.

- Pues, le voy a contar
así por encimita, pero...

es que mi vida ha cambiado
radicalmente, ¿sabe?

Ciento ochenta grados. Hace
una semana era un inmigrante

en Estados Unidos
con un empleo modesto,

pero legal ¿sabe?
Y ahora soy, pues,

un desempleado más de este país.

No tengo ni un peso
y... no tengo ni pa' un bus

y como si fuera poco, tengo
que responder por una niña

que ni siquiera
sabía que existía.

- Y yo que pensaba
que yo tenía problemas.

- Jum, y eso que no le
he empezado ni a contar.

- Si me dice que es enfermo
terminal, me pongo a chilllar.

- No, no, doña Dudis,
no se ponga así.

Lo que pasa es que, pues,

yo quiero responder por mi
hija, ¿sabe? Yo quiero conocerla.

Yo quiero llegar a
abrazarla todos los días.

Todo este tiempo perdido
que he tenido con ella.

Pues, mi ex ya tiene un
esposo y la niña ve a ese señor

como su papá y a mí me
ve como un extraño total.

- Ay, chiquito.

- Pero, no, no se
ponga así, doña Dudis,

que no todo es tan grave,
¿sabe? Bueno, a excepción de ese

abogado que contrató para
cobrarme toda la alimentación

retroactiva que le debo.

Y ayer pensé que había
tocado el cielo con las manos,

me habían dado un
trabajo en Empresas Copito.

Y cuando llegué, pues, no
era el empleo que yo quería,

que dizque de secretario me
ofrecieron, ¿puede creerlo?

- ¿Y qué tiene? ¿Qué
tiene? Puesto es puesto.

- No, pero, Doña Dudis, ¿yo
desempeñándome como secretaria?

- Emilio. Con la mano
en el corazón, dígame.

¿A sumercé le parece que
el palo está pa' cucharas?

¿Y que en este momento
de su miserable vida

puede dárselas ahí de
exigente? Conteste a ver.

- Doña Dudis, no, no...

- Le voy a traer su caldo.

- Pero usted ya
me trajo el caldo...

- Ya le traigo su caldo.

- Pero...

[**]

[**]

[**]

[Grito al caer]

[**]