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Era una de esas inusuales tardes nubladas en las que comencé a sentirme somnolienta y decidí tomar una siesta,

desperté repentinamente por el estruendo de la lluvia caer sobre la brizna que cubre mi alcoba,

al abrir los ojos, pude observar diminutas bolitas brillantes volando a mi alrededor,

acompañadas de una corriente de aire frío que se colaba por las ranuras de mi ventanal.

Eran las sílfides del bosque, llegan siempre inoportunas a media noche buscando con quien divertirse.

Me entusiasmaba escucharlas reír y ver los reflejos de su resplandor a mí alrededor en medio de la oscuridad,

haciendo todo tipo de siluetas para llamar mi atención.

De pronto, sentí en mi pecho un latir desconcertante, mi voz interna exclamó:

¡Levántate, y ve ahora mismo a hablar con tus padres!

Sin dudarlo, eso hice, me levanté y subí los peldaños que dan hacia su morada.

Para mi sorpresa, no estaban allí. Seguí recorriendo las otras cabañuelas en nuestro árbol,

hasta escuchar susurros provenientes del último dormitorio,

me detuve lentamente detrás de la entrada para tratar de capturar algunas palabras.

Mientras prestaba atención a escondidas, escuché:

–Ella no está lista aún Nasser, es muy joven, bien sabes lo cruel que pueden llegar a ser con nuestra pequeña.

Era la voz de mi madre, se escuchaba muy triste. Traté de acercarme un poco más para mirar por la rendija

de la portezuela que estaba ligeramente abierta.

Al observar el rostro de mi madre, me generó mucha inquietud, algo malo ha sucedido o está por suceder,

pude observar cómo sus ojos cambiaron de color rosa a gris, revelando un mal presagio. No obstante,

mi padre quien está a su lado, parece estar muy tranquilo, sus ojos permanecen del mismo color, esmeralda como los míos.

En eso, mi padre con una sutil y tierna sonrisa, acaricia las enrojecidas mejillas de mi afligida madre,

toma sus manos y expresa:

–Mi dulce Heiss, tu corazón siempre ha percibido con mayor profundidad los sentimientos, más que el resto de todos nosotros.

Noto la profunda tristeza en tu corazón cada vez que discutimos el destino de nuestra pequeña.

Ella es fuerte e inteligente, sabrá cómo manejarlo, teniendo en cuenta que esta fue su elección,

aunque todavía no lo recuerde.

¿Qué?, ¿mi elección?, ¿debo recordar algo? No, no, es suficiente, voy a interrumpir ya mismo esa conversación...

–¿Me podrían contar esa historia a mí?, a su tan joven, pero fuerte hija, ¿me estoy perdiendo de algo?

–¡Oh! Querida, ¿qué haces despierta? Es muy tarde, hablaremos de esto en otro momento.

Mi padre me contestó tan calmadamente que no podía creerlo, sin embargo, su quietud no me sorprendió,

por eso los habitantes de Seuvy lo consideran una especie de líder.

A veces me pregunto de dónde heredé mi carácter,

Heiss, mi madre es un dulce de bluebell y mi padre, debieron llamarlo serenidad en lugar de Nasser,

no puedo ser así tan calmada, así que refuté:

–No, padre, lo siento, necesito saber ya mismo que está sucediendo.

–Está bien Aurora, toma asiento –él contestó.

La impaciencia habló por mí: –¡No! Estoy bien así.

Después de un largo silencio, finalmente pudo sacar las palabras de su pecho.

–Hija, te enviaremos pronto a la tierra.

–¿Ahhh?, ¿la tierra?, ¿cuál tierra?, ¿aquella terrorífica de la que hablan los maestros en las charlas?

Me quedé totalmente helada, inmovilizada, no estaba segura de lo que realmente me estaban diciendo

o si solo se trataba de una broma muy pesada, ¿por qué yo?, si apenas tengo 16 años de edad.

En un tono bastante serio y firme, mi padre respondió:

–Sí, y esta es tu oportunidad para hablar con Semira, la sabia anciana del bosque,

ella está preparando al grupo que viajará pronto a la tierra.

Los viajeros son los únicos que pueden conocerla, así que considéralo un privilegio.

Mi mente se puso en blanco luego de esa confesión, sin embargo, no deseaba seguir escuchando más explicaciones,

decidí salir corriendo a hablar con Azier, mi mejor amigo, jamás me ha decepcionado.

–Aurora, ¿a dónde vas? Es muy tarde, todo está húmedo afuera –exclamó mi madre con voz quebradiza.

Sentí un poco de aflixion por ella porque se notaba mucho su tristeza, así que le respondí con amor:

–No te preocupes madre, saldré solo un rato, vuelvo pronto, necesito despejar un poco mi mente.

Al salir de mi hogar, noté que había parado de llover.

Mientras caminaba pude escuchar en la distancia el sonido de suaves pisadas siguiendo mis pasos,

sobre las hojas mojadas dispersas por el camino hacia el bosque.

Mis padres dicen que mi audición es una de las mejores,

puedo escuchar sonidos imperceptibles para el resto de los liranos de la aldea.

Era Barion, siguiéndome cuidadosamente, como si él no supiera que notaría su presencia.

Mi mágico y fuerte bengala blanco, es el guardián más leal que podría pedir,

siempre se mantiene cerca para protegerme, aunque todo aquí en Villa Seuvy me resulte tan tranquilo.

Hasta los momentos una de las experiencias más sombrías que he vivido,

fue durante el pasado eclipse en las montañas oscuras, donde viven unas criaturas llamadas Urokis.

Ese día me alejé un poco de la aldea,

iba hacia la colina más alta para contemplar nuestra sublime villa llena de vibrantes colores,

destacando mi favorito, el violeta.

Inesperadamente, una exuberante mariposa se apareció y de inmediato me sentí hechizada por ella,

todo se volvió más denso, como si se tratara de una especie de dimensión desconocida.

Comencé a seguirla mientras revoloteaba sus esplendidas alas,

escalé cimas muy peligrosos sin darme cuenta de lo que estaba haciendo.

Me estaba acercando a las montañas oscuras, cuando de pronto di un paso en falso y caí en las aguas del río Moss,

donde fui arrastrada por un remolino, y si Barion no hubiese estado cerca para rescatarme,

estuviera atrapada debajo de esas montañas, morada de los Urokis.

Mi madre me había advertido sobre esas criaturas,

se transforman en cualquier cosa para capturar la atención de algún lirano distraído como yo,

hechizarlo y llevarlo hipnotizado hacia su escondrijo.

La parte más tenebrosa de la historia es que nadie ha vuelto para contarlo.

Dicen los ancianos que ellos solían mezclarse anteriormente con los liranos,

tienen una apariencia como la nuestra, altos, delgados, de piel tersa, pálida, ojos grandes cristalinos,

orejas puntiagudas y largas cabelleras, aunque nadie está totalmente seguro si esa es su verdadera forma,

la única que puede distinguirlos es la sabia Semira, eso dicen, por esa razón cubren parte de sus caras con sus cabellos

o usan amplios sombreros para camuflar su timidez, no miran a nadie directamente a los ojos por temor a ser descubiertos,

pero Semira puede reconocer las verdaderas intenciones detrás de sus miradas,

por un color particular que nadie más ha logrado distinguir.

Desde pequeña siempre me ha gustado la aventura, me interesa explorar todos los fantásticos lugares que me rodean.

Pero, lo hago por diversión, no para arriesgar mi existencia, por lo tanto, me rehúso a realizar ese viaje a la tierra

y lidiar con un montón de humanos confundidos que no tienen idea de quienes son realmente,

desperdician mucho de su valioso tiempo solo buscando un par de zapatos

que combinen con el resto del atuendo para el que tardaron otro rato en escoger.

Camino hacia la cabañuela de mi amigo, me pareció muy tarde para tamborilear la campanilla de entrada,

aunque igual lo hice y luego me deslicé por su ventanal cubierto de hojas.

Sabía que él notaria mi presencia por el aroma rose de mi blanca cabellera.

Cuando entré en su alcoba, noté que estaba dormido babeando su almohadilla... Que vista tan romántica.

En ese vulnerable instante, no pude evitar pensar hacerle una travesura y entintar su cabellera almendrada,

para así saldar, todas las veces en las cuales él me hacía bromas pesadas delante de todos.

Pero, no, mejor no, déjate de gansadas Aurora, necesitas a tu amigo feliz en este momento.

–Mmmm, ese… ese olor –Azier, preguntó medio dormido–, ¿Aurora, eres tú?

–Sí, soy yo, despierta, vamos despierta –le contesté sacudiendo sus piernas–, necesito respuestas.

–¿Qué sucede?, ¿mi madre te dejó entrar? –Preguntó Azier con los ojos aún cerrados.

–No, entré por mi cuenta, necesitamos hablar.

–Aurora, estaba en el medio de una épica batalla y yo iba ganando.

Azier, se escuchaba un poco decepcionado por despertarlo de su épico sueño.

–Escucha atentamente, al parecer mis padres me enviarán a la tierra, supongo se trata de alguna misión

–Le hablé con el corazón latiendo aceleradamente y mi garganta ocultando la voz quebradiza a punto de llorar.

Saltando de la cama, exclamó:

–¿Ah?, no puede ser, ¿tú, a la tierra?, ¿por qué, tú?

–No lo sé, a eso vine, pensé tendrías una respuesta, eres quién ha estado allí más de 1 vez

y apenas me superas en edad por 4 años.

–Sí, yo tomé esa decisión, pero lo hice voluntariamente, en cambio tú no estás preparada a enfrentar ese desafío,

es muy peligroso, incluso cuando estes realizando los entrenamientos en Gambou con Semira y el resto de los viajeros.

Azier respondió un poco alterado, frunciendo el ceño.

–Espera, ¿cuál entrenamiento? –Le pregunté acercándome a él bruscamente.

Azier se paró frente a mí, me miró fijamente a los ojos, colocó sus manos en mis hombros y expresó:

–Aurora, no tienes la más mínima idea de lo que estas por afrontar, a pesar que la Tierra y Lira, tienen muchas similitudes,

nuestros tiempos no trascurren de la misma manera y los liranos sí sabemos convivir en equilibrio con la naturaleza.

Renacerás en la tierra como una bebé humana, pero puedo asegurar que serás una de las más impertinentes,

tal vez con mucha, mucha suerte logres tener algún amigo, por supuesto, ninguno como yo…

Te harán trizas, solo imagina, caldo de Aurora… Ya tranquila, quita esa cara, es broma.

Hablando seriamente, olvidarás todo sobre esta vida,

solo recordarás algunas cosas que aparecerán en tus sueños como imágenes borrosas, flashes,

pensarás que son solo sueños sin sentido.

Por eso entrenamos en Gambou antes de partir, allí cada vez que completes un desafío ganarás una flagema,

la cual deberás guardar muy bien porque esa recompensa será tu don en la tierra cuando seas una latosa

y olvides todo sobre Lira

por lo tanto, créeme cuando te digo, el viaje a la tierra es apenas el comienzo...