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Estoy dispuesto a hacer lo que sea.

No sois consciente de la gravedad de las palabras que acab�is de pronunciar.

El pr�ncipe Carlos quiere convertirse a la fe cat�lica.

�Est�s loco?
-Eres la �nica persona que puede librarme de ir a la c�rcel.

Cuenta lo que pas�.

Soldados.
-�Deteneos!

El Papa autoriza la boda de la infanta y el pr�ncipe

bajo una serie de condiciones, claro est�.

Nuestro rey haciendo volver a Inglaterra al seno de la Iglesia.

No queda sino terminar de negociar las capitulaciones.

Su vida suele ser, y su regalo.

Su muerte suele ser, y su veneno.

As� no se dice el verso de Lope.

Hay que decirlo con pasi�n.

�No te ha dicho el capit�n d�nde iba?

Ten�a un asunto pendiente.
-Un asunto pendiente...

�Qu�?

Carta.

�Pero est�s loco? �Si ya ten�as cinco y media!

�Pero no hab�a que llegar a siete?
-Sin pasarse.

Mola. Otra.

�Otra?
-S�.

No voy.

No tengo nada.

Mala suerte. Otro d�a ser�.

�Tan seguro est�s? Es la daga de tu padre.

�No!

Para que aprendas la lecci�n.

Esto es el juego, I�igo,

es saber perder.

Ya la recuperar�.

Pero por favor no le digas nada al capit�n.

Episodio 10: Yo mato

Es deseo de mi se�or el rey Jacobo

que le sea restituido a su yerno Federico

sus posesiones en el Bajo Palatinado.

Sea, aunque el t�tulo s�lo volver� a la familia en la persona de su heredero.

Sea.

Es deseo de Su Santidad el Papa

que sea respetada la vida y el credo de los miembros de su Iglesia.

Sea, tambi�n.
-As� como los templos y celebraciones eclesi�sticas.

Sea.

Y la infanta bautizar� y educar� a sus hijos en la religi�n cat�lica.
-Sea, sea.

�Y el heredero tambi�n?

�A qu� heredero os est�is refiriendo?

El pr�ncipe Carlos ha manifestado su inter�s

de ingresar en el seno de la Iglesia de Roma.

Se convertir�. En Londres.
-No, aqu�.

Se�ores, �hablamos mejor del asunto de la dote?

Si me permiten sus excelencias

creo que no debemos desviarnos del asunto de la conversi�n.

Y yo digo que no habr� bautizo sino en Londres.

Tiene sentido. Al rey Jacobo le gustar� asistir al bautizo de su hijo.

Tal vez.

�Y qu� garant�as tenemos de ello?

Eso es una locura.

�Acaso dud�is de la palabra de un pr�ncipe?

Lo cierto es que acept�is con mucha facilidad todas nuestras propuestas.

De todos es sabido la animadversi�n de vuestro parlamento

a todo lo que tenga que ver con el catolicismo.

El parlamento no es quien reina en Inglaterra.

El rey Jacobo es quien avala nuestras palabras,

y si vuestra excelencia o vuestra eminencia no desean esta boda

simplemente d�ganlo.

Excelencia, por favor, c�lmese, a este ritmo no puedo seguiros.

�No est� tomando nota de todo?

Cardenal,

es el momento de ganar tiempo,

no de convertir a un pr�ncipe.

Su eminencia tal vez deber�a pensar en el arzobispado de Toledo.

Excelencia, ten�is raz�n,

vayamos a cosas m�s mundanas antes de entrar en materia m�s espinosa.

La dote.

Vas a coger fr�o.

�Qu� pasa?

�Cu�ndo pensabas dec�rmelo?

�De qu�?
-Que se ha acabado la tregua y os vais a alistar otra vez.

Bueno, no ser� ma�ana.
-�Cu�ndo, entonces?

Preg�ntaselo a Su Majestad Felipe IV.

Te vas a ir. �Qu� importa lo que yo diga?

�Y qu� quieres que haga?

Lo sabes de sobra.

�Qu� se sabe?

Por el momento nada.

Pero �los has visto?

�Qu� cara ten�an?

Bueno, no s�, parece que se est�n entendiendo.

�Ay, qu� alegr�a!

Dios lo va a querer as�, estoy segura.

Claro, Se�ora.

Imag�nate el bien que podremos hacer

si el pr�ncipe se convierte por amor.

No por amor a m� sino por amor a Dios, al Dios verdadero.

No habr� m�s guerra con Inglaterra

y los luteranos no tendr�n nada que hacer contra nuestros dos grandes pa�ses.

Ven, Ang�lica. Recemos a la Virgen.

Hoy le he entregado una peque�a pintura de vuestra merced, Se�ora.

Seguro que le ayuda en su conversi�n.

�Qu� pasa? �Por qu� me miras as�?

Porque estoy viendo a la que ser� la mejor reina de Inglaterra.

Los papistas dicen que es la madre de Dios.

Los papistas dicen muchas cosas,

entre otras no dejan de insistir que prometisteis a la infanta

que os ibais a convertir.

En el amor se promete eso y la luna.

Ni el sol ni la luna pertenecen a los Estuardo.

�Ah, Steeny! No te pongas dram�tico.

Alteza, sois la futura cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

Yo la quiero

y quiero volver con ella a Londres.

Si tengo que convertirme, lo hago.

Luego en Londres es otra cosa. �Entiendes?

Dudo mucho que los espa�oles sean tan ingenuos, Carlos.

T� eres m�s listo que ellos.

Steeny, �crees que este Vel�zquez vendr�a con nosotros a Inglaterra?

�T� no deber�as estar con el domine y sus lat�nes?

Todav�a no ha llegado.

�No habr�s apostado?

Copons dice que en la guerra hay que aprender a usar la espada y los naipes

porque en la trinchera se pasa m�s el tiempo jugando que combatiendo.

S�, pero esas espadas no matan.

Vamos a practicar.
-�Ahora?

A I�igo no le va a matar ni una espada de acero ni el rey de bastos.

�Pero qu� dices, Caridad?

A ti, que guardes esas cartas, Copons.

Y a ti que el ni�o no va a ir a la guerra. �Vamos, faltar�a m�s!

Pues claro que voy a ir, Caridad.

�No dec�s nada?

Si vosotros prefer�s que os maten como a perros

en un barrial en mitad de Flandes, all� vosotros, pero I�igo se queda.

Mejor morir de una estocada que de hambre y miseria.

No creo que t� mueras de hambre, Copons, que comes por cuatro.

Ni�o, ven.

�Qu� hay, Diego?

�Echamos una partidita?

Si gano yo I�igo se queda; si ganas t� se va contigo.

No me jodas. Pues cuatro escudos.

�Los tienes?
-�Lo dudas?

Reparte.

Me planto.

Una.

Otra.

�La puta, me cago en mi suerte!

Toque *.

Diego, te debo dinero.
-Ya me lo pagar�s.

No, ya te lo pagar� no, te lo pago hoy mismo.

Recuerda el sitio de Ostende.
-Que no estamos en Ostende.

Te juro por la Virgen sant�sima que te lo pago hoy mismo. �Cojones!

Vino, Caridad.

�Y tu daga?

No la encuentro.

Ya.

Eminencia, tenemos que hablar en un lugar m�s discreto,

sin testigos molestos.

Esta tarde en la antigua carpinter�a de la calle TribuLete.

Con esto no es lo mismo.

Yo no he sido quien ha perdido la daga de su padre.

No la he perdido, lo que pasa es que no la encuentro.

Sobran las explicaciones.

T�llate la capa.

En guardia. Atr�s.

Bien.
-Disculpe vuestra merced,

me han dicho que aqu� podr�a encontrar al capit�n Alatriste.

�Qui�n se lo ha dicho?

Algunos hombres que est�n jugando a las cartas ah� dentro.

�Y qu� quiere de �l?

Encargarle un trabajo f�cil y bien pagado.

Esos no existen.
-Bueno, al menos bien pagado.

Ya est� bien por hoy.

Vamos.

No juegues.

Pero si juegas, g�nales.

�En qu� consiste el trabajo?

Hay un rufi�n, un pillo, est� rondando a mi hija.

No la deja ni a sol ni a sombra y temo por mi honra.

Si vuestra merced pudiera darle un susto, nada m�s,...

que busque a otra a quien rondar.

�Y el pago?

Cinco escudos.

�Ese rufi�n va acompa�ado?

No, es un roba-bolsas,

he quedado con �l en la antigua carpinter�a de la calle Tribulete.

�Y por qu� no le da el susto vuestra merced y se ahorra los escudos?

Mi habilidad no es la esgrima.
-�Y cu�l es?

Eh... Panadero, soy panadero.

Cinco escudos para asustar a un mozo.

Sirvo al Alc�zar.

Pensaba que el pan lo hac�an en las cocinas del rey.

No todo. Pero bueno, �os interesa el trabajo?

No. Muchas gracias.

Es mucho dinero.
-Por eso mismo.

�Y si pudiera pagar algo m�s?

Se�or, yo s�lo conozco dos formas de decir que no,

y una la he usado ya.

Bien, bien.

Se�ores.

Eh. Disculpe vuestra merced,

pero ese trabajo puedo hacerlo yo.

Del capit�n me han dado muy buenas referencias.

Para el trabajo que usted dice el capit�n Alatriste se le queda grande.

Yo puedo hacerlo igual o mejor.

�Mejor? �Por qu�?

Porque tengo menos escr�pulos y m�s necesidad.

Me han dicho que el capit�n es de toda confianza.

Yo le convencer�.

Aqu� va un adelanto.

A las cinco, entonces.

�Ir� con Alatriste?
-As� lo har�.

Dale esto al capit�n

y dile que esta tarde tendr� el resto.

�Qu� te parece?

Est� claro que no le ha gustado.

�Y de m�, de m�, has visto lo que pone?

Si la obra fuera una pieza c�mica

Mar�a, la de C�zar, estar�a a la altura de la calderona,

pero como es una tragedia...

Pues eso es su interpretaci�n: una tragedia.

Bueno, dime, �qu� piensas hacer con tu amigo Quevedo?

Con �l nada.

Esto es una infamia.

Ya sabes c�mo es.

�Pero si estaba borracho y se durmi� en mitad de la funci�n!

Hasta yo estaba oyendo sus ronquidos desde el escenario.

Bueno, a lo mejor es una suerte que se durmiera.

Tu amigo me ha humillado delante de toda la corte y quiero una satisfacci�n.

�Perd�n?
-Quiero que le des un escarmiento.

No estoy bromeando. O haces algo o no te quiero ver m�s.

Descuida.

�Y t� qu�?

Si quieres que ma�ana salga ya puedes ir a pedirle a Quevedo una satisfacci�n.

�Pero Mar�a!
-�Pero nada!

�Es que ya no quedan hombres en esta corte?

Eso digo yo. �No queda ninguno, que tienes que recurrir a tu marido?

�C�zar!
-�Pero qu� quieres que haga yo contra el maestro Quevedo?

Vengarme.

�Y cu�ndo te vas?
-Copons dice que pronto, de mochilero.

Creo que incluso me pagaran.

�Vaya!

Me gustar�a que vinieras con nosotros.

Ya. No digas tonter�as.

Caridad fue alguna vez junto a los tercios.

�Ja! Yo no soy puta.
-No. Yo te proteger�a.

El capit�n dice que soy bueno con la daga

pero Copons me la gan� a las cartas

y ahora Alatriste me ha dado una cuchara de palo.

Me da igual, conseguir� alguna.

Pero si vinieras yo me encargar�a de que no te pasara nada.

�El capit�n Cuchara de Palo?

Y dime, �qu� voy a hacer yo en medio de un campamento de los tercios?

No s�, cocinar, limpiar, fregar,

cosas de mujeres.

Ya. Que te friegue tu amiga, la damisela.

I�igo. �Te sabes de la cuarta declinaci�n?
-Creo que s�.

�Ah, s�? Vamos a ver, nominativo.

Donc.

�Vocativo?

Domus.

�Acusativo?

Domus.
-�Domus?

�Anda, tira para el domo!

Don Francisco, la obra no puede ser para tanto.

He sido ben�volo, Diego.

Te juro que estaba presenciando ese engendro y...

pens� en lo que dice la Biblia:

si tus ojos te ofenden, arr�ncatelos.

A punto estuve.

Si te hace citar la Biblia, mal asunto.

Indescriptible.

Pero ella dice que estabas borracho y dormido.

S�, borracho s�, pero no me dorm�,

lo que hice fue desmayarme.

�Sabes? Eso que le ocurre a la gente cuando la suben al pat�bulo.

Don Francisco, Mar�a me ha pedido que te atraviese de parte a parte.

�Co�o! �Qu� temperamento!

Caridad, por Dios, �puedes traerme m�s vino? Sin agua.

Para el vino que pagas aqu�, poca agua tiene.

S�lo hay algo peor que una mujer rabiosa:

una actriz rabiosa.

�Actrices! Putas que saben leer.

Aunque no sepan recitar.

�Y t�? �Sabes leer?
-A ti s�.

Quita, que no estamos en un entrem�s de Cervantes.

�Eh, rapaz! �Eh!

�Y el domine te ha ense�ado algo m�s de lat�n?

Me ense�a pero yo no aprendo.

No eres el �nico.

Copons me ha dicho que te d� esto,

que esta misma tarde te dar� lo que falta.

�Cu�ndo te ha dicho eso?

Dios acoja a vuestra alma pecadora.

�Su eminencia sabe para qu� se le ha convocado?

�Para qu�?
-No importa. A m� no.

Y a su eminencia dejar� de importarle muy pronto.

�Est�s muerto!

�Me cago en la hostia!

Oye, Mart�n.
-No me llames Mart�n. Hoy no.

Muchas prisas tienes t�.

�A qu� vienen estos modos, alguacil?

�El cardenal, est� muerto!

Prendedlo.

Caridad.

�No cree que ya ha bebido suficiente, don Francisco?

Si quisiera que una mujer me abroncara estar�a casado.

Pensaba que los poetas se inspiraban en el campo o con doncellas hermosas.

Eso se lo dejo a G�ngora y su s�quito de maricones.

A un poeta de verdad le basta con una tasca mugrienta

y a ser posible una tabernera con mal vino.

Ya. Pues a reventar, se ha dicho.

Buenas tardes, don Francisco.
-�Maestro C�zar! Sentaos, sentaos.

�Quer�is vino? �Ves lo que ocurre, Caridad?

Ahora, con este tipo delante, no se inspirar�a ni el mism�simo Virgilio.

Don Francisco, tenemos que hablar.
-�Qu� ocurre?

Lo que hab�is escrito de nuestra obra y de la interpretaci�n de mi mujer.

La verdad, C�zar, la verdad, rebajada.

�No cree vuestra merced que podr�a pensar un poco m�s en lo que ha dicho?

A menudo no pienso lo que digo

pero siempre escribo lo que pienso.

Pero hab�is ofendido a mi esposa y al autor de la obra.

�Autor? �Por Dios, perpetrador habr�a que decir!

El autor es alguien nuevo pero con mucho futuro.

�Qui�n es?

Yo.

�Bendito sea Dios!

Caridad,

ahora resulta que cree la guitarra que puede componer el concierto.

En este caso m�s que guitarra yo dir�a copa.

Copa la que lleva usted, don Francisco. Mejor v�yase a casa.

Te voy a dar la raz�n, pero que no sirva de precedente.

Don Francisco, los dos somos hombres de letras.

�No podr�a usted pensar un poco m�s en lo que ha dicho?

�Eso qu� es?

�Pretend�is comprarme?

�Cre�is que pod�is comprarme?

No, no ha querido decir eso. Verdad que no ha querido decir eso.

S�, s�, s�, s�.
-No, no, no, no.

No es eso.

Vos cre�is que yo soy una puta, que estoy en venta,

que puede daros placer a cambio de dinero.

�Pues una puta? �Me est�is llamando puta?
-No, no es eso.

�Me est�is llamando puta!
-No es eso.

No queda m�s que batirnos.

Bueno, ya est� bien,

que se ha bebido m�s vino del que tengo en toda la taberna. Vamos.

Si, mejor lo dejamos para otro d�a.

No, no. Vos sal�s ah� fuera conmigo o si no os rebano el pescuezo aqu� mismo.

Don Francisco, que no est� en condiciones.

S�, es cierto, no quiero abusar.

Abusar que no, C�zar, ven, vamos.

�nimo, aqu� estoy.

Vais a tener que hacer acopio de un poquito m�s de br�os

si quer�is aprovecharos de este pobre borracho.

�Os ataco por la derecha? �Prefer�s por la izquierda?

Mejor por la derecha. O mejor aqu�.

Vamos, vamos, vamos.

Se�ora, se�ores, yo, de verdad, ya no s� c�mo darle m�s ventaja. �Verdad?

Muerto soy.

De muerto nada, C�zar,

pero si sigues escribiendo versos tan malos

te garantizo que tu compa��a no pasar� del d�a de todos los santos.

Caridad, m�s vino.

�Ay!

�Est�pida!

Ten m�s cuidado.

Perd�n, perd�n, Se�ora.
-Fuera, fuera. Ya lo hago yo.

Ya puedes salir.

�Cu�ndo me has visto?

Cuando entr�.
-�Y crees que ella tambi�n...?

�Esa idiota? No ve m�s all� de sus narices.

�C�mo has entrado?
-Tengo mis trucos.

Yo tambi�n. Podr�a hacer que te empalaran, por ejemplo.

No creo que lo hicieras.
-�Por qu�?

Porque hace poco me salvaste la vida.

Gracias.

A lo mejor es porque quiero ser yo misma quien te la quite.

Tendr�s que darte prisa.

Me voy a Flandes.
-�Qu�?

No te lo permito.

No te r�as.

Yo te he salvado la vida

y la perder�s cu�ndo y d�nde a m� me d� la gana.

Vengo a decirte que aunque me vaya a la guerra no te olvidar�.

Eso tenlo por seguro.

No podr� decir que me llevo un buen recuerdo.

Yo creo que s�.

Eso es toda mi vida.

�Detenedle!

Reza hasta que llegue tu t�o.
-�Soltadme! Yo soy la se�ora de la casa.

T� has estado a punto de echar a perder esta casa.

Mi t�o no va a dejar esto as�.

Ang�lica, tienen que rezar,

y reza fuerte para alejar el pecado.

�Alejar el pecado? �Me lo dices t�, furcia?

Coged la luz.

�No, no, no, no me dej�is a oscuras! �No!

Reza para que el Se�or te ilumine, Ang�lica.

�No, por favor, no!

�Da permiso su excelencia?
-Pase.

Excelencia, es el cardenal.

�Qu� quiere ahora su eminencia? �El arzobispado de Santiago?

Lo han asesinado.

�Qu�?

�Pero qu� ha pasado? �D�nde?

En una casa abandonada, en el barrio de Lavapi�s.

�Qui�n ha sido?

Un rufi�n, un antiguo soldado, para robarle las joyas.

Ya est� detenido.

�Maldita sea! �Qu� hac�a ah� Massini?

En los mentideros se dice que ten�a alg�n tipo de vicio... inconfesable.

�Ah, s�?

No, es muy extra�o.

Su �nico vicio conocido era el dinero.

Es que este era desconocido.
-No, no, no.

Uno no va a practicar sus vicios inconfesables a plena luz del d�a.

No s�, Excelencia,

yo soy un hombre de pocos vicios,

y cristianos.

Ya. Salga.

�Este Copons, es que es como una urraca, co�o!

No puede resistirse a algo brillante.

Me buscaban a m�.
-Para cargarte el muerto. Nunca mejor dicho.

�Pero qu� le va a pasar?

La horca.
-Eso si tiene suerte.

Por menos han desollado a m�s de uno.

Escucha una cosa, �y el que le encarg� el trabajo?

No lo conozco.

El caso es que la muerte del cardenal conviene a muchos en el Alc�zar,

desde el mism�simo Olivares hasta Bocanegra

pasando por alguno que querr�a ocupar su puesto junto al rey.

No tenemos un hilo del que tirar.

Yo creo que s�.

Salda�a pill� a Copons saliendo de la casa.

Demasiada casualidad.

O demasiada habilidad, teniendo en cuenta que no es nuestro amigo el teniente.

M�s lo segundo que lo primero.

Hablaremos con �l.

�Qu� pasa?

Para que luego digas que no me acuerdo de ti.

�De d�nde lo has sacado?

Lo he comprado con mis ahorros.

�Tus ahorros?

Oye, si no lo quieres me lo quedo yo.

Muchas gracias.

Io uccido.

Significa yo lo zurzo.

�Yo lo zurzo?
-S�, que lo coso a pu�aladas.

�Entiendes? Es italiano.

Ya.

�Y ya est�?

Lo siento pero no tengo dinero.

Eres tonto.

Entiendo vuestra pesadumbre.

El cardenal era un hombre de Dios.

Paternidad, tengo una duda que me corroe.

Es algo que no me puedo quitar de la cabeza.

Os escucho, Majestad.

Es que no s� si es pecado.

Generalmente lo es.

Creo que esta muerte

no ha sido azarosa.

No os entiendo.

Que pienso que detr�s de esta muerte hay una mano, una intenci�n.

No es lo que yo he o�do. Ha sido un robo.

Ya, ya, pero pienso que detr�s est� la mano...

La Providencia, que ha sido un castigo divino.

�Por qu� motivo?

Por esta boda, Paternidad,

esta boda que a lo mejor no deber�a celebrarse.

Majestad, yo soy un hombre sencillo pero recto.

Dejadme a m� ocupar el lugar del cardenal en las negociaciones.

Os aseguro que no permitir�

ning�n tipo de relajamiento de nuestros dogmas.

�Y ahora qu�?

Nos llevar� algo de tiempo encontrar un sustituto de nuestro buen cardenal

pero confiad en que esto...

Buckingham,

supongo que ya conoce a fray Emilio Bocanegra,

gran inquisidor

y hombre sabio.

S�, s� qui�n es.

No he encontrado persona m�s id�nea para ocupar el puesto

de nuestro llorado Massini.

Efectivamente, Majestad,

nadie m�s id�neo que nuestro presidente del tribunal de la Inquisici�n.

Se�ores, dejemos el protocolo y pong�monos a trabajar.

Majestad, �quer�is ocupar mi lugar?

No, mi buen Olivares,

mis afectos podr�an jugarme una mala pasada.

Conf�o plenamente en ti

y en su paternidad.

Se�ores.

Alqu�zar, pon al d�a a su paternidad.

Deber�a matarte.

Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo.

Creo que s�, que te voy a matar.

�No, por Dios, no lo mates, no aqu�!

�Ser�s puta!

Vete.

�D�nde est� Mart�n?

En la c�rcel de la corte.

Tiene orden de vigilar a un preso muy peligroso que van a ejecutar de madrugada.

�Est�s segura de lo que dices?

�Crees que si supiera que va a venir esta noche hubiera sido tan imprudente?

�No se lo contar�s a Mart�n?

No, se lo vas a contar t�.

�Verdad?

Despu�s, la educaci�n de los futuros pr�ncipes y de sus posibles tutores,

y no se lleg� a un acuerdo.

Luego pasamos al idioma que aprender�an primero,

y ah� se qued� en que los dos a la vez.

Entramos en el bautismo...

Se�ores, creo que lo m�s productivo es empezar desde el principio.

El criterio del malogrado cardenal Massini

est� muy alejado del m�o.

Bien.

�Qu� le parece a su paternidad que debemos discutir?

La ceremonia de la boda real, por supuesto.

Cat�lica, apost�lica, y romana.

�Qui�n nos iba a decir que la mujer de Mart�n Salda�a

encontrar�a a un tipo a�n m�s feo que �l?

Lo van a matar. Al amanecer.

Dir�n que Sebasti�n se quiso fugar y no hubo m�s remedio.

Tiene sentido. Si los hombres del rey le dieran tormento encontrar�an algo turbio,

podr�an empezar a investigar.
-Don Francisco, necesito tu ayuda en la corte.

Yo hago lo que sea, Diego, pero ya sabes que en la corte

los lunes no me quieren, y los martes me quieren, pero lejos.

I�igo, busca a Vicu�a, que se preparen.

�No estar�s pensando hacer una locura?

Pero algo habr�s sacado en claro.

Si es Bocanegra quien sigue negociando las capitulaciones esa boda es imposible.

Debemos irnos, Carlos.

Steeny, no puedo renunciar a ella. Ahora no.

Amigo m�o, es lo �ltimo que te pido.

Muerta soy, Dios me perdone.

C�zar, �es que est�is ahora ensayando la rebeli�n de las Alpujarras

o os hab�is vuelto mahometano?

Ha sido un duelo, Se�or.

�Un duelo? �T�? �Y con qui�n?

Con Quevedo.

Una lucha larga y desigual.

He tenido oportunidad de atravesarlo

pero no quer�a borrar su genio de la faz de la tierra.

C�zar, aunque est�s en un escenario

no es momento de tanto teatro.
-�Y se puede saber por qu�?

Ya se ve que no hab�is le�do lo que ha escrito.

�Esa tonter�a? Mar�a, eso no tiene importancia.

S� que tiene. Y si importo a alguien, ese alguien tambi�n tendr�a que d�rsela.

No entiendo.

Exijo que ese poeta reciba un escarmiento.

Pues no ser� yo el que se enfrente a Quevedo.

De ah� salgo o muerto o con un soneto a mi costa,

y no s� cu�l de las dos cosas prefiero, la verdad.

Veo que eres muy valiente.

�Nunca te han dicho eso de que cuanto m�s furiosa m�s hermosa?

�Te sigo pareciendo hermosa?

M�s que nunca.

Ha llegado tu t�a.

Har� que te hagan azotar.

Me ha hecho encerrar, me ha hecho encerrar.

Calla.

�Sabes lo que es ser una Alqu�zar? �Sabes lo que es la honra?

No lo sabes pero lo vas a aprender. Claro que s�.

Yo no he hecho nada.
-No hables.

No dig�is una palabra m�s o te meto a un convento.

Ten�as raz�n, Teresa,

he sido muy blando con ella,

le he consentido todo

pero eso se acab�.

T�o, por favor, no, no volver� a pasar. �Por favor, no!

Claro que no. No voy a dejar que hagas lo que tu madre.

Antes te hago matar.

Dime, �c�mo entr� aqu� ese rufi�n? �Qui�n era?

No s� c�mo entr� ni qui�n es.

Desc�brela.

Piensa que es una penitencia.

Y reza, reza por tu alma.

Suj�tala.

Suj�tala bien.

Shh, Lucifer, shh.

Eminencia.

Madame.
-Traigo noticias.

Decidme.

* ha sido arrestado.

�Qu� me dec�s, el primer ministro?

�De qu� se le acusa?
-De corrupci�n.

El rey ha recibido unos documentos que demuestran

que ha usado el oro de Francia para aumentar el patrimonio su familia.

�Se sabe qui�n ha enviado esos documentos?

No. El secretario del rey los encontr� sobre la mesa de su despacho.

Nadie sabe c�mo llegaron all�.

�Qu� contrariedad!

Exacto. �Ahora d�nde encontrar� nuestro buen rey una persona capacitada

para asumir la exigente tarea de primer ministro?

�En qui�n piensa vuestra merced?

Su eminencia es merecedor de semejante honor.

�Puedo hablaros con franqueza, Madame?

Mis rivales en el Consejo de Estado sostienen que si fuera tan buen estratega

ya habr�a solucionado la cuesti�n de la boda espa�ola.

No habr� boda, Eminencia.

El pr�ncipe Carlos se casar� en Par�s con nuestra princesa Enriqueta.

Oui, mais...
-�Qu� os preocupa?

Dejar una responsabilidad tan grande en manos de...

�De una mujer?

Os dije que el primer ministro dejar�a de ser un problema. �No es as�?

Pues tambi�n pod�is creerme cuando os digo que no habr� boda.

Cardenal, no os fallar�.

Shh. Sal�d cuanto antes de Madrid.

Quiero al pr�ncipe en Par�s antes de fin de a�o.

Y no teng�is ninguna duda, vuestra lealtad ser� recompensada.

No dud�is, su eminencia, as� se lo exigir�.

Os mantendr� informados.

Si no te gusta mi comida no la comas, pero me la pagas.

No est�.

�Qui�n?

Alatriste.

�Diego? No me interesa. Ya no.

�Entonces qu� quieres?

El burdel est� dos calles m�s abajo.

Busco a Quevedo.
-Tampoco est�.

�Hay en esta taberna alg�n sitio para esperarle que no apeste?

No.

Entonces dile a Quevedo que o se retracta o se las ver� conmigo.

Y yo, al contrario que C�zar, con la espada soy m�s peligrosa que con la lengua.

Vaya,

pensaba que la lengua era tu especialidad.

Prepara mis cosas.

�D�nde vas?
-Todav�a no lo s�.

�Y el ni�o?

Que se quede contigo.

Dile a don Francisco lo que te he dicho.

No soy tu recadera.

�Eh, ven con nosotros!

Ang�lica.

�Se lo cont� a tu t�o?
-Y t�, �no tendr�as que estar en la guerra, muriendo?

A�n no nos vamos.

Todav�a me duele.

Para ser un soldado no soportas muy bien el dolor.

�Qu� sabr�s t� del dolor, Ang�lica?

De padecerlo, nada.

Y ahora m�rchate O sabr�s lo que es el dolor de verdad.

He dicho vete.

Es inocente, Excelencia.

Todo forma parte de una trampa

para cargarles a �l y al capit�n Alatriste la muerte del cardenal.

Deb�is creerme.

Fue detenido con el collar de Monse�or en las manos.

Precisamente por eso. �No os parece demasiado obvio?

Bueno, supongamos que todo haya sido una trampa.

�Qu� prueba tiene vuestra merced?

Ninguna, de momento.

Har� lo que pueda

pero no os prometo nada.

Entendido, all� estar�.
-�Y Vicu�a?

Estar� jugando con el botijero. Yo le aviso.

�Qu� ocurre, Luis?

�Est�n duras las *?

Es esta cr�a.

Ya no es una cr�a, es una mujer,

y me temo que ese es el principal problema.

El convento es la soluci�n.

Para vuestra honra, tal vez,

porque est� claro que esa muchacha es muy dif�cil de domar.

No me ha gustado pegarle, Teresa.

No s� si podr� hacerlo otra vez.

Luis, no te atormentes. Era necesario.

Pero el castigo no es la soluci�n.

Si es una mujer debemos tratarla como tal.

No os entiendo.

Conozco un mercader de telas muy rico.

Tiene un hijo en edad casadera

y estar�a dispuesto a pagar muy buena dote

por una muchacha que sea honesta y buena.

Y noble.
-Y noble.

Alguien que le abra las puertas de la corte a otro nivel.

Pero con un plebeyo... y es casi una ni�a.

Si no llego a interrumpirlos a estas horas ya no lo ser�a.

Te juro por Dios

que no te puedes ni imaginar lo que vi ah� dentro.

Tienes que concertar una cita con el mercader.

�C�llate!

Si no quieres que te azote a ti tambi�n.

Ya ver� lo que hago.

�Tus padres no te avisaron que no fueras tan curiosa?

Mala suerte, ni�a, con el cuchillo habr�a sido m�s r�pido. D�melo.

No lo tengo.

Esto puede ser r�pido o lento,

muy lento.

No lo tengo.

Como quieras. Yo no tengo prisa.

Si lo quieres ven a por �l.

Atacar a alguien por la espalda... No s� si ser�a del agrado tu capit�n.

Buenos reflejos, aunque no te van a servir de mucho.

Eso ya lo veremos.

La verdad que no pensaba que te matar�a tan pronto.

Lo mismo no soy yo el que muere.

Nunca hubiese imaginado que fuera a ser tan divertido.

�Alguacil, el fuego!

�D�nde est� el fuego?
-Qu�tate.

�Has sido t�?
-No hay fuego, imb�cil.

S�lo hay una entrada en esa maldita c�rcel.

Tendr�amos que emborrachar a los guardias.

�Maldito Copons y sus naipes!

Alguna vez te dieron de comer,

as� que no maldigas tanto.

Nada. Lo siento, no hay nada que hacer.

Ese Olivares s�lo se ocupa de su culo.

Pero tiene raz�n,

no hay nada con qu� defender la inocencia de Copons.

�Si escribes una carta a Guadalmedina?

O incluso el rey.

Me pongo a ello, Diego,

pero me temo que las cartas est�n repartidas.

Pues es hora de jugar nuestra baza.

Domine.

�No es un poco pronto para el responso?

C�llate, condenado.

S�lo he venido a poner el alma de Copons en paz con Dios.

Pues ten por seguro que la vas a salvar.

�Ay!

�Y la compraste con tus ahorros?

Bueno, comprarla comprarla...

La cog� prestada.

Gracias.

Venga, vamos, que tenemos prisa.

�Maldita sea!
-�Hay que joderse! Ahora me vienen buenos naipes.

Y no te lo quedes,

que no soy yo de robar a los muertos.

Pues yo s�. Eso s�, de lo que tenga, dos escudos son para Alatriste.

El resto...

el resto d�selos al domine,

que no me vendr�n mal unas misas.

Muchas tendr�an que ser para salvar tu alma.

Conmigo ni con misas, Mart�n.

Reparte.

�Qu�?
-Hay un grupo de hombres en la puerta.

Quieren hablar con vuestra merced.

�Don Francisco, Malatesta, Copons, el cardenal!

Chico, te expresas como un libro abierto.

�Qu� es esto?

Un arma �nica.
-Es de ese italiano.

De Malatesta.
-�Co�o!

Yo vi c�mo mat� al cardenal con ella.

Io uccido.

Yo mato.

�Y t� dices que lo has visto todo?

Todo.

�Y estar�as dispuesta a declarar?

�Ante el rey, si es preciso?

�Qu� quer�is?

Despedirnos de un amigo.

Sabemos lo que va a pasar ma�ana.

Ma�ana no va a pasar nada.

Primero tendr� que haber un juicio.

No me jodas, Mart�n, Copons es un compa�ero.

Te repito.
-�De verdad vas a dejar que lo maten como un perro,

sin despedirse?

Quedan las armas aqu�.

Todas.

Registradlos.

Si alguno lleva algo, al agujero.

A ver qu� tocas, que yo siempre voy armado.

�En el morral qu� hay?

Un enano con una ballesta.

�Co�o!

No sab�a yo que la Lebrijana le ten�a tanto afecto a este tah�r.

Pues mismo est� envenenado.

Diego, quiero tu palabra de soldado de que no llev�is encima ni un alfiler.

La tienes.

Os juro que es una cuesti�n de vida o muerte.

Su excelencia no quiere ser molestado,

quiere su chocolate, nada m�s.

Decidle que est� aqu� don Francisco de Quevedo. Os aseguro que me atender�.

Se�or de Quevedo, usted es un buen poeta, yo soy un buen criado.

Su excelencia no quiere que le molesten. Enti�ndame.

Os lo suplico. Ser� un instante.

Mire, de verdad, por favor, m�rchese.

El chocolate se est� enfriando.

Pues a m� me parece que est� perfecto.

Por los tercios.
-�Por los tercios!

Toma, bebe.

Bebe t� tambi�n a mi salud.

�Seguro que no quieres jugar?
-No.

�Eh, t�, no bebas tanto,

que si eres el que tiene que darme el descabello

tendr�s que tener el pulso firme.

�Qu�, que nadie va a jugar conmigo?

�Que es mi �ltima voluntad, cojones!

Venga, dale. Pero no tengo m�s que ocho reales.

Si pierdes te cambias por m�.

Sebasti�n.

Tranquilo, teniente. �C�mo va a pasar por m� este adefesio?

Teniente, un cura que viene a confesar al...

No tengo nada que confesar.

Todos tenemos algo que confesar, Sebasti�n.

Hombre, no me jodas.

No me derroto con el verdugo, �me voy a derrotar con un cura?

�Y encima con el domine!

Un momento de arrepentimiento y tu alma volver� a ser la de Dios.

Gano otra vez. Lo siento, padre, pero con esta racha no me puedo mover de aqu�.

No seas burro y confiesa.

�Y t� desde cu�ndo te has vuelto piadoso?

Dale el gusto al domine, aunque sea.

Pero r�pido, que esto va a terminarse ya.

�Viste c�mo le cort� el cuello?

Ese Malatesta es el perro de presa de Bocanegra

as� que ya sabemos de qui�n es el brazo ejecutor.

Es la declaraci�n de este p�caro.

No s�lo la declaraci�n.

Un arma singular

de un asesino singular.

Me la quedar�.

Entonces �informar�is a su majestad el rey de todo el asunto?

�Por qu� quiere vuestra merced molestar a su majestad con asuntos de esta �ndole?

Porque, excelencia,

Copons ser� ajusticiado ma�ana.

No tengo noticia de ello.

A lo mejor ajusticiado no es la palabra,

digamos que sufrir� un intento de fuga

que saldr� bastante mal.

Quevedo, una pregunta.

�En qu� beneficia a Espa�a y al rey soltar a este tal...?

Copons, Sebasti�n Copons, veterano del tercio viejo de Cartagena,

en el que sirvi� mi padre.

S�, bueno...
-Excelencia...

que de vez en cuando la justicia sea justa

no creo que perjudique a nuestro gran reino ni a su majestad el rey.

In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.

Bueno, padre, ya est� bien de bendiciones. A la calle.

Que Dios me perdone.

Quietos.

Mart�n, �vas a ser un hombre cabal

o prefieres que sea a ti a quien d� la extremaunci�n el domine?

No hagas tonter�as, Diego.

No vas a poder salir de la c�rcel.

Antes moriremos todos.
-S�, pero t� primero.

Es imposible salir de aqu�.

Dile que abra.
-Abre.

�R�pido!

�Diego, por Dios!

Abre.
-No puedo, mi teniente.

�Maldita sea, ten�a que estar de guardia

el �nico corchete honrado de todo Madrid!

Lo siento, Mart�n.
-�Abre, de Dios!

Es una orden.
-No.

No lo hagas, Diego.

�Abrid!
-�Abrid, desgraciados!

Tengo una orden de su excelencia el conde duque.

�Quietos, quieto todo el mundo!

�Abrid la condenada puerta, voto a Dios!

�Abrid!

Abrid de una vez. �Me cago en la puta de oros!

�Y si es una trampa?
-Abre o tu padre va a estar de duelo esta noche. �Vamos!

�Abrid, desgraciados!
-Quietos.

Todos quietos.

Que nadie se mueva.

Salda�a.

Eres libre, Copons.

La pr�xima vez que te diga abre la puerta, abre la puerta.

Ya veo que hab�is empezado el baile sin m�.

Os parecer� bonito.

Gracias, Capit�n.
-No me las des a m�.

A m� tampoco.

Mis armas.
-D�dselas a todos.

Que se vayan al infierno de una vez.

Estamos en paz.

�No le vas a decir nada m�s?

Que no juegue.

Mejor, que no envide con seis y media.

�D�nde vas?
-A acompa�ar a don Francisco.

�A d�nde?

Al teatro.

Te espero fuera.

�No dec�ais que la obra era una porquer�a,

la actriz mediocre, y que ni siquiera se le entiende?

Es de Flandes.

�Qu� pasa, que no hay suficientes putas en Madrid que ahora hay que traerlas de Holanda?

Caridad, que nosotros no nos conocimos en un convento, precisamente.

La peor hora de mi vida.

Seguro que las has tenido peores.

�As� te maten!

�C�mo ha podido salir ese asesino de la c�rcel?

Porque yo di la orden.

�Qu�? �Pero si fue encontrado pr�cticamente con las manos manchadas de sangre!

Ya, pero el asunto es que hay un testigo que vio al asesino,

un hombre italiano llamado Malatesta.

�Os suena?

�Deber�a?

Si no os suena el nombre, tal vez esto s�.

Yo soy un hombre de Dios, no estoy familiarizado con las armas.

Pues esta os deber�a de ser familiar.

Su due�o creo que es conocido vuestro.

�Y qui�n os lo ha dicho? El acero no habla.

Habla cuando yo se lo mando.

Su paternidad, como presidente de la Inquisici�n que es,

sabe hasta qu� punto se pueden quebrar voluntades

con los medios adecuados.

Ordenar� detener a ese hombre y veremos si actu� por voluntad propia.

Ser gran inquisidor es una pesada carga

y creo que os aliviar�a dejar

a otro hombre de la Iglesia

la negociaci�n de las capitulaciones de la boda real.

�Oh, destino cruel e infame!

Si el amor mancha la honra

que se lave con mi sangre.

Muerta soy, Dios me perdone.

�No va a salir a saludar?

Se�ores, su paternidad fray Emilio Bocanegra

ha sido requerido por asuntos m�s espirituales.

Sentaos.

Ser� sustituido por el hermano Fontana,

doctor en teolog�a y filosof�a.

Alqu�zar, rompe esos papeles.

Que si bien est� lo que bien acaba

mejor est� lo que bien empieza.

�Cu�ndo volvemos a vernos?

�Ahora?

No lo s�.

�Has o�do eso?
-�Qu�?

�Corre, vida, corre!

Ya voy, amor m�o.

�Qu� pasa?

�Qui�n era?
-No s� de qu� me hablas.

No me tomes por tonto o juro por Dios que te mato.

No, no creo que te guste saberlo.

D�melo, Sagrario, por tu madre, o te rajo aqu� mismo.

Alatriste.

Algo le pasa.
-Lo van a matar pasado ma�ana.

�Que te haga sitio ella en su cama!

�Y Diego?
-�Por qu�? �Qu� ha hecho ahora?

Es un asunto personal.
-Vuestro rey no quiere esta boda.

No entiendo qu� trat�is de decir.

�Eh, t�, macarroni!

�A d�nde te crees que vas?

�Ahora tambi�n matas a mujeres?

�Qu� quieres?

Es obligaci�n llorar.

Y si vuelve no nos va a matar a todos.

M�talo, I�igo. M�talo.

Hazlo si me quieres de verdad.

Sabiendo que est� en juego

y os lo llev�is por ah�, Conde, sin consultar a nadie.

Esta tarde estaba en el teatro.

�Qu� pasa, que a ti tambi�n te gusta esa buscona?

�Saca la espada, cojones!

Va a venir a verte tu prometido.

Mi prometido.