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A ver cómo sale todo.

¿Esto qué es?

Oy, madre mía,
cómo me he puesto de sangre.

Me cago en mis muertos,
el corte que me he hecho.

Esto me pasa a mí.

Dios mío.

Se me caen hasta los mocos.

A tomar por culo ya.

Está dormida.

Está dormido todo el mundo,
menos yo.

Vamos a fumarnos un cigarrito.

Que no me falten a mí.
Hay más aquí.

Eso es.

Que no me falten.

Ahí.

Un cigarrito,

otro cigarrito

y yo sin cuidarme.

Y to' para mí.

Me suenan hasta las tripas, coño.

Me suenan hasta las tripas.

Cualquier día, la Carmina

pega un reventón.

Pega un reventón la Carmina
y al carajo.

La Carmina.

Me llamo Carmina.

Tengo 58 años

y el primer cigarro me lo fumé yo
con siete años.

Con siete años,
porque resulta de que yo

me iba con mi abuelo,
que fumaba muchísimo.

Se quedaba él muy triste
cuando se le vaciaba el tabaco.

Y siempre tenía la petaca tocándola
a ver si estaba llena o vacía.

Y yo, que me daba cuenta,
me iba con mi abuelo

a las paradas de los autobuses.

"Abuelo, vámonos,
que vamos a ir a coger...".

Y yo le cogía las colillas,

se las abría
e iba rellenando la petaca.

Cuando ya la tenía a tope
de gorda de bien, de repleta,

decía: "abuelo,
ya está contento, pues..."

cogía yo uno y decía:
"pues este para mí, ¿vale?"

Me decía: "vale"
y me lo fumaba yo con siete años.

Íbamos locos de contentos,
los dos,

él con su petaca
y yo con mi colilla.

Nosotros tenemos un bar
y hace un mes nos robaron.

Nos habían robado otras veces,
se llevaron cosas insignificantes:

la caja registradora,
la tragaperras,

cosas que no hacían mella.

Pero, esta vez,
sí nos han hecho mella.

Nos han dejado con las patas colgando,
el culo arrastrando.

Se han llevado la partida entera
de jamones que habíamos comprado.

Y sin forzar nada,
yo no sé cómo han entrado,

pero se la han llevado.

Yo lo único que tenía en la mente

era a ver cómo iba a montar
la comunión de mi Cristina.

Buenos días.
- Hola, buenos días.

¿Qué me está diciendo?
¿Que no me cubre el seguro?

Mira, Carmina, ya te he dicho que,
al no haber ninguna cerradura forzada,

o han entrado con llaves
o a ver qué ha pasado.

Pero, ¿con llaves cómo van a entrar
si la llave nada más que la tengo yo?

Entonces, os habéis dejado una persiana
mal cerrada o una puerta abierta.

Mira, eso es como si tú te dejas
el coche abierto con las llaves puestas,

te lo roban y ahora me dices

que le diga al seguro
que os pague el robo.

Es que es una negligencia tuya.
Coño, una negligencia mía.

Antes, porque el recibo
no estaba al día,

después, porque ahora
es una negligencia mía.

Total, que siempre me toca
bailar con el más feo.

La que se jode siempre soy yo.

Tú me dices a mí lo de los jamones.
Yo vengo y veo que no hay jamones.

No es por desconfiar, pero...
yo he visto ya muchas cosas.

¿Tú has visto muchas cosas?
Yo también.

Me cago en la leche.
Es que me quedo con las patas colgando.

Yo esto no me lo esperaba, de verdad.
Esto no me lo esperaba yo, de verdad.

Es que me deja
desamparada por completo.

Es que no sé ahora mismillo
por dónde yo voy a tirar.

Ya como no me tire
ya de los pelos del higo

yo ya no sé ya lo que voy a hacer,
de verdad.

Entonces,
¿para qué tengo yo un seguro?

La mierda para mí.

Si no es por una cosa o por otra
me quedo a ver qué coño hago ahora yo,

qué coño hago ahora yo.

Sin jamones que vender,
sin nada que vender,

nada más que aceitunas.

Ni que los clientes fueran estorninos,
me cago en todas mis mulas.

¿Qué es lo que voy a vender?

¿Qué hago?
¿Me tiro, me entierro?

Con el Juanito Villa,
que, en lugar de ayudarme,

lo que hace es que se acuesta,

la niña se queda en paro
ahora también.

Otro, otra boquita más
que alimentar y en paro.

Así que la niña,
en lugar de ayudarme,

lo que hace es darme más por culo.

Me llamo María, tengo veintidós años
y no he estudiado nada.

No... no estudié, vamos,
no me dio por ahí.

Las discotecas, los muchachos...

lo que piensa la juventud
con quince años.

Qué va a pensar una,
qué va a querer,

¿coger un libro?

Yo nada más que cigarritos...

Tengo una niña,
de cuatro años, mi Marina.

Una madre joven y soltera.

Moderna, moderna.

He trabajado, he estado trabajando
mucho tiempo en Cortefiel,

sin estudios y sin nada,

con un papel
que me pidieron del colegio.

Que era el graduado, vamos.

A mí me pasa una cosa
igual que a mi madre,

que soy muy echá palante,
verás tú, que no...

que aunque yo
no sepa hacer las cosas,

no tengo yo miedo.

Después, sí que en mi casa
me da miedo, claro,

cuando me acuesto por la noche
y cierro los ojos.

Me acuerdo y me da miedo.
Pero...

en el momento no.
Pum, me voy para adelante.

Eso es herencia.

Me presenté allí con Jesús Pasión,
que era mi jefe.

Muy chica yo.
Qué lástima de mí.

Qué lástima.
Con un pantaloncito que iba yo...

Porque yo, siempre,
por muy chica que yo hubiera sido,

siempre he querido ir de mayor.
Me compraba la ropa, la más cara,

la ropa...

Yo iba a Blanco
y a mí me cogían la ropa de mayor.

Todo, me cogían los pantalones
por los lados, el tiro...

Todo para que me quedara bien,
claro, a mi edad, mi tipín.

Además soy muy chiquitilla,
siempre he tenido la cintura muy chica

y todo me quedaba grande.

Vamos, que es que,
si encima me quería vestir de mayor...

Iba yo con mis pantalones...

No se me olvidará
en la vida esa entrevista.

Y me cogieron.

Me pusieron de encargada de camisería,

porque yo...

vendía mucho,

y sobre todo, a los hombres.
Yo allí vendía las camisas como chicles.

Y los trajes de chaqueta para la Feria,
porque estaba en los Remedios.

Para la Feria,
"María, escúchame,

que me quiero comprar un traje
que me voy el lunes del pescaíto".

Claro, yo le engañaba, le decía:
"te tengo ahí uno guardado". Mentira.

Tenía allí trajes para todo el mundo.

Vendía muchísimo, vendía muchísimo.
Me llevaba de comisión lo más grande.

Pero, hija,
las envidias y las cosas.

Porque como yo me creo
que nadie te va a hacer nunca nada.

Y me echaron a mí de Cortefiel
por culpa de una compañera envidiosa,

la hija puta.

Me fui, después he querido
trabajar en discotecas...

Pero mi madre no me ha dejado,
me metió en la venta a ayudarla.

Estamos ahora que tenemos,
que llevamos una racha más mala...

Llevamos una racha más mala...

Mi padre...

Mi padre.

Y mi madre, que no se queja de nada,
pero pobrecita mía.

Estamos pasando ahora
una racha maluscona,

porque nos han robado
dos o tres veces en el bar,

pero, vamos, dos o tres veces
una detrás de la otra. Seguidas.

Que sí, tía, otra vez.

Otra vez.

Digo, pero como no hay nada...
¿Con quién hablas?

Con la Susi, má,
¿con quién voy a hablar?

Ese ha sido mi padre.

Cerró ayer la venta.

Se dejó la puerta abierta.
A saber cómo iría.

Niña, que tu padre ya no bebe, niña,
que tu padre está yendo a la terapia.

Que mi padre no bebe.

No.
No, no bebe.

Mi padre no bebe,
mi padre baila nada más.

Marina, vente para acá, mi alma,
no te vaya a coger un coche.

Vente para acá, chochete.

Vente para acá
con tu madre y tu abuela, ven.

Buenas.

Hola, qué pasa, hijo.
¿Qué ha pasado con el seguro?

Pues, qué va a pasar, lo de siempre.
Nos toca el perder.

Nada, no nos lo ha pagado.
Vaya por Dios.

Hasta luego, gracias, hijo.

Ay, mi niña chica.

Ya te contaré cómo lo solucionamos,
cómo lo resolvemos, toda la papeleta.

Que se arregla todo, niña,
que se arregla todo, cállate ya.

A ver si puedo hablar ahora contigo.

Bien, ella está bien.
Ella está aquí dándole besos a la niña.

A ver, ella no tiene
culpita de nada, la niña.

Si tú le vieras las manos,
cómo las tiene...

Crema ni nada, las tiene
todas despellejadas enteras.

Vamos, que parece
que ha hecho una matanza.

Bueno, sí.
Eso lo tiene ella de rezar.

¿Yo te he contado a ti los rituales
que hace ella?

Vete con el abuelo, chochete.

Ella tiene un...
Que hace mucho frío, hija.

Tiene un altar montado.

Qué cachondeo, la niña.
Con estas cosas no juegues, ¿eh?

No.

Pues yo le tengo una fe,

que todo lo que le he pedido
me lo ha concedido.

Ya te puedes poner a pedir,
porque con la que tenemos encima...

No, si yo voy a pedir, voy a pedir.

Yo le pido a todos mis santos:
San Judas Tadeo, Santa Rita de Casia,

a San Cayetano,
a San Espérito, a...

a Fray Leopoldo...

A todos esos les pide ella.
A todos les pido, vamos.

Pues me lo concede, verás tú cómo
se van a pagar las cosas, acuérdate.

Sí, ella dice que sí,
que se lo conceden los santitos.

Sí, porque yo se lo voy a pedir.
Escúchame.

Así, cuelga ya,
así puedo hablar contigo.

¡Cuelga ya, Susi, coño ya!

Que quiere que te cuelgue.

Niña.
Que tiene guasa también, niña.

¿Qué haces, má?
¿Que qué hago?

¿Para qué me das?

Tú ahí con el cachondeo.
Es que tiene las manitas...

Tienes las manitas tú muy largas.

Las manitas muy largas.
Qué hija de puta, me has hecho daño.

Claro y tú a mí.
Tú a mí me...

Tiene más mala leche, Susi,
que un... la puta niña

que un gato panza arriba.
La puta niña. Que me ha dolido, niña.

Y tú me has dado una colleja,
¿a qué viene esa colleja ahora?

¿A qué ha venido eso?
Que cuelgues ya el teléfono, anda ya.

Que le da coraje que yo tenga amigas.

Te da coraje, ¿no?,
que yo tenga amigas

y que yo hable
de las cosas con mis amigas.

Vete a la mierda ya, niña.

Me tiene envidia, Susi,
me tiene envidia.

Una envidia... vamos.

¡Qué desgraciadita, hija mía!

Vente tú para la venta.

Te vienes vestida de monja y nos
ponemos aquí en la puerta a rezar.

Va estar preciosa, pero vamos,
para ponerle una alcayata,

toda aplastada.

Hija de puta.

Habrá que verla vestida de monja.
Sí.

Uh, la puta.

Venga. Pues ponte.
Ve buscando el traje.

Cuelga ya, Susi, ya.

Venga.

Adiós.

Menos mal hija, que estás
todo el día enganchada al teléfono.

Escúchame, que lo que yo tengo pensado
de ir a Abadía.

Le voy a hacer un pedido grande,
pero más grande que nunca,

para que no sospeche.

Y verás tú cómo,
con las ganancias, eh.

¿Qué ganancias, má?

Chiquilla, cuando se venda.

Tú sabes que en Navidad se vende todo.
Se le paga.

Y si no yo con mis rituales...
Sí.

Que los santos
nunca me han defraudado.

Coño, acuérdate.

Total, que la papeleta
nos la van a solucionar los santitos.

Quien sea.
Fe es lo que hay que tener.

Sí, fe, fe.
No te rías, cabrona.

Y tanto...

No, lo vais a arreglar la Susi y tú.

Como tú no me ayudas a mí...

Te vas a quedar tú como San Carajo,
lo mismo por arriba que por abajo.

Hice el pedido, claro que lo hice.
No lo voy a hacer...

Y al hombre lo conocíamos
nosotros desde hacía muchísimo tiempo

y sé que tiene muy buenos jamones.

Lo que pasa es que yo
en ese momento no tenía yo

para pagarle ni uno ni medio.

(balido de oveja)

¡Uh!

Ay, la Mari Fe,
que se ha despertado.

¿Tienes hambre?

Mari Fe, ¿tienes hambre?

Mira, mira cómo me mira.
A lo mejor tiene hambre.

Yo soy una tía muy valiente,
muy echá palante.

Pero, también, muchas veces,

cuando estoy sola,
también soy muy cagona.

Me da mucho miedo también de,
de la muerte.

Pienso mucho en la muerte yo.

Yo voy poco al cementerio
porque me cago viva, vamos.

Una vez al año, en los difuntos,

para limpiarles los panteones
a mi madre y a mi padre.

Digo, para que ellos no sean
menos que nadie, se lo pongo,

sus flores, se lo pinto, se lo limpio.

Un panteón que está cerca de mis,
de mis padres,

de un chiquito de tres años.
Se llama Bebo.

Le tienen puestos los coches,
los muñequillos del chiquillo...

Se lo tienen todo...

Le van cambiando de juguetes.

Y ese niño siempre, siempre, siempre,
siempre me acerco yo a verlo.

Tiene una esquelita así en mármol.
Y pone:

"Bebo, fuiste engendrado con todo
el cariño y con todo el amor del mundo".

"Tu madre no te olvida".

Y eso lo tengo,
y me voy a mi casa

y me voy con esa imagen
de ese chiquillo.

Y yo, cuando salgo del cementerio,
siempre digo lo mismo:

"Dios mío...".

Yo, no me gustaría
que me enterrasen tendida.

A mí que me sentaran.

Me gustaría que me llevasen abierta...

en un sillón, ¡coño!
¿Por qué tengo que ir en una caja?

Joé, como si fuera yo...

Que me sienten,
sentada en un sillón,

en lo alto de un coche
de estos rancheros

y me pongan con mi cigarrito.

Así, que con el aire, así,
le vaya dando el humito así.

Y todos detrás,
que me miren y que les dé risa.

Que digan: "mira la Carmina,
la hija de puta cómo va.

Tiesa como un garrote,
pero mira, fumando".

A mí me gustaría eso.

Si es verdad que no se siente nada,
me gustaría.

Y que ellos se hartaran de reír,

que me viesen en la cara
ganas de reírse y cachondeo.

Para lo que me gasto en gasolina ya...

Anda, la niña.

Hace una semana,

venía yo con mi María,
cargada de bolsas,

porque hicimos una compra grandísima
para la comunión de mi Cristina.

Porque como yo soy la madrina...

Total, que íbamos las dos
con las bolsas

y vamos, vamos,
vamos para el aparcamiento.

"Uy, María...
¿Y el coche?"

"Uy, mamá, es verdad
¿Dónde lo has puesto?".

Digo: "yo me parece que aquí".

"¿A ver si lo has puesto
en otro lado?", dice.

Digo: "No, no, el coche estaba aquí".

"Así que el coche...
eso es que nos lo han robado".

"¡Ay, Dios mío!

Yo no quiero ni pensar que se
hayan llevado el coche del abuelo.

Este coche es muy goloso
y les está dando por él". Y...

"Mamá, ¿pero cómo lo van a robar?
¿Y si se lo ha llevado la grúa?"

"Que no, chiquilla,
que no se lo ha llevado la grúa

¿qué coño se lo va a llevar la grúa?"

Buenas tardes.
Buenas.

Ay, hijo.
Vamos a ir a la comisaría más cercana.

¿Cuál es?
¿La de Nervión?

Esa misma, señora.
Tire usted para allá, haga el favor.

Nos han quitado el...
Vaya movida.

Vaya tela.
Vaya tela.

Esto, nada más que nos pasa a nosotros.

¿Susi?

¿Qué haces?

Illa, tía, vaya movida.
No te lo vas a creer.

Que nos han robado
el coche a mi madre y a mí.

El de mi abuelo.
Se lo han llevado, claro.

Illa, vaya movida.

María, María,
¿ese no es el coche?

¿Cuál?

Ese que va ahí delante.
O yo ya veo...

Nos vamos para la comisaría.

Hostia, que ese es el coche, má.
Que, que...

¿Ves la matrícula?
Yo ya...

Tenemos el coche delante.
Si, má, ¿no ves la pegatina?

Ay, me cago en la leche.

¿No ves la pegatina?
Ese es nuestro coche.

No pierda de vista el coche ese.

No vamos a comisaría,
que es el coche que nos han robado.

¿Cómo que no vamos a la comisaría?
Que no, que lo siga.

El coche que lo tiene que seguir.
Lo habrán forzado, la puerta o...

Son dos niñatos, parece, ¿no?
Dos tíos, dos yonkis que van...

Dos yonkis.
Me parece a mí que me voy a bajar aquí.

¿A dónde vas? ¿Qué te vas a bajar?

¡Mamá!
Haz el favor.

¿A dónde vas, tú?
Quiero bajarme, me cago en mis muertos.

Mi madre que está loca. Mi madre...
Que me dejes tú a mí.

A ver mamá, que llamamos a la policía.

Que no llamo yo a la policía,
para qué.

Sería mejor llamar a la policía.
Claro...

La policía, ¿para qué?

Si ahora resulta
que mientras que viene...

Mamá, ¿qué vas a hacer tú?
¿Para qué quieres seguir al coche?*

Que me dejes,
¡que lo siga!, ¡coño!

Tranquilícese, señora.

Yo me tranquilizo,
pero que por favor, que lo siga usted.

No sé dónde estamos.

Esta gente parece
que van a las 3000 viviendas.

Allí no entro yo, ¿eh?

Pues tendrá usted que entrar,
porque hay que ir detrás de él.

No lo pierdo yo de vista
por nadita del mundo.

Vaya movida.

Ay, por Dios.

Mira, que están parando,
que están parando.

Ay, que se han parado ahí.

Se están parando.

Cállate, cállate.
Que se van a cagar.

Como llegue allí, verás.

Que no.

Que sí. Que te calles,
que te calles. Tú te callas.

Pero... ¿a dónde vas, má?
¿A dónde vas?

Que te calles.

Espérate un momento, Susi.
¿A dónde vas?

Mi madre está como una cabra mocha,
vamos. ¿Qué haces?

¡Mamá!
¿Qué haces, má?

¿A dónde vas?
Me cago en tus...

Esta mujer está zumbada
como una cabra, vamos.

¡Mamá!

¡Mamá!

Me cago en tus muertos.

¡Mamá!

Al carajo ya.

¡Cabrones!
Que son unos cabrones.

Esta mujer está zumbada, vamos.

Hijos de puta, ¿zumbada?
Esos se van a cagar.

¡Vete al carajo!
¡Al carajo!

Con vuestros muertos.
Venga, niña, para adelante.

¡Me cago en tu puta madre!
¡María!

¡En tu puta madre!
¡María!

Y el taxista tenía una cara...

era un poema el tío,
con la cara que me miraba.

El tío tenía toda la cara,
estaba... alucinado.

Total, que me fui con el coche,
le miré el puente,

se lo quité y digo: "María"
"Ay mamá, que te va a dar calambre".

Digo: "¡Que no!
Escúchame, mira dónde hay un taller".

Me fui para el taller,
le hablé al hombre,

el hombre muy amable, me dijo:

"no se preocupe usted, señora,
que ahora voy yo y se lo arreglo".

Y le digo "María, escúchame,
que te doy aquí el dinero y las llaves

y te llevas el coche para la venta,
que tú sabes llevarlo"

(risa electrónica)

y... ¡Uy, coño!
¡Me cago en tus muertos,

hijo de puta!

Cállate ya,
que vas a despertar al otro, coño.

Que no andas nunca
y te da hoy por cantar...

¡Hija de puta!
¡Bruja, esta!

Pues bueno,
pues fue llegar a mi casa,

solamente llegar
y me puse a hacer de comer

y el teléfono que suena.

"Mamá, mira, escúchame,
no te asustes que no ha pasado nada".

"¿Cómo que no ha pasado nada, niña?"

"Que he tenido
un topetazo con el coche".

"¡Ay, madre mía de mi vida!
No me digas tú a mí eso.

¿Pero qué ha pasado?"

"Que te vengas para acá,
porque yo no tengo el carné".

"Bueno, pues, venga, no te muevas
de allí y tú tranquila

que ya voy yo para allá,
venga anda... Ya voy yo para allá".

¿Te has hecho algo?

No, yo no tengo nada.
Venían ellos en contramano.

Buenas, ¿qué es lo que ha pasado?

Nada, que hemos tenido un golpecito.

¿Un golpecito? Ojú, pues me habéis
dejado el coche todo hecho polvo, ¿eh?

Hombre, con la tartana que trae, normal.
¿Con la tartana que tengo?

Coño, tú, como tienes
un pedazo de coche,

pues con el coche que traes,
vienes por mal sitio.

En contramano.

El problema no es
que yo venga por mal sitio,

es que la niña
no tiene carné de conducir.

La niña no puede coger el coche.

Sí, pero tú venías en contramano,
no es que yo no tenga...

Es que tú venías en contramano
y la culpa ha sido tuya.

María, calla, calla, calla.
No, ya, calla, calla, calla.

Te voy a decir una cosa.

¿No te acuerdas
que el coche lo llevaba yo?

¿Y la niña venía a mi lado?

¿Cómo?

Usted ha perdido la cabeza.

La cabeza, la vas a perder tú
de la hostia que te voy a meter.

El coche lo traía yo conduciendo
y la niña venía al lado.

Y es tu palabra contra la mía
y testigos que tengo.

¿Qué pasa, Carmina?

¿Pasa, quillo?

No pasa nada, mi alma.

Aquí que estos señores
se han venido en contramano

y me han metido
un topetazo en el coche.

Yo pienso que lo vamos a arreglar.

Tú dirás, porque no es el topetazo
ya que le has metido,

sino es el dolor de cuello que tengo

del ciembriebillonazo que
me has metido cuando me has dado,

porque me has dado fuerte
con cojones.

Y no sé las consecuencias
que esto puede tener.

Yo pienso que lo vamos a arreglar,
¿verdad, hijo?

Quinientos euros le saqué.
Le podía haber sacado más.

Qué hambre tengo,

yo con los nervios,
es que me entra un hambre...

Ay, madre mía,
¡qué hambre me entra con los nervios!

Los nervios es que son muy malos.

Yo antes era muy delgada y ahora,

aunque estoy gorda,
pero yo no me veo gorda.

Que yo muchas veces digo, coño,
¿tendré yo lo contrario de la anorexia?

Yo me veo bien.

A veces, voy a unos probadores que,

en los probadores, hay dos espejos,
uno por delante y uno por detrás.

Y me miro cuando me desnudo y digo:
"Me cag...

a estos espejos les ponen aumento,
¡coño! Una no está tan gorda".

Y me miro, si me miro
por delante digo estoy...

Y ahora le echo ojito
a la parte de atrás y digo:

"me cago en todos tus muertos,
que tengo unas espaldas que...

¡que parezco Urtain, coño!
Tengo...

¿Cómo puede ser así una?"

Dios mío de mi vida.
Y yo muchas veces, digo yo,

me entran ganas de tirar
los trapos al carajo,

irme a un tapicero y que me haga
un traje como un sofá de...

tres plazas,
con cojines incorporados.

Me cago en la leche que yo mamé.

Cómo yo era antes,
Dios mío.

Al final, el Dyane 6,
el que lo utiliza más es el Basilio.

Él se hace sus siestecitas allí.

El Basilio...

Me llamo Basilio.

Yo tenía una perra que se llamaba
Chispa y me la mató un coche.

A la Chispa la mató un coche.
Un coche, me arrolló a la Chispa.

El día que tenía que ir
a por unos barriles...

Basilio, después vamos a ir
a por los barriles.

Vas a venir conmigo, ¿no?
Sí.

Vale, hijo.
Me lo llevo y digo:

"Basilio, tú no te muevas".
Porque es que me hace un caso...

La Carmina, la Carmina,
yo hago caso a la Carmina.

Cuando vengo del cambio,

veo a la policía allí y él:
"mangante, mangante tú, mangante tú".

Y claro, cuando yo llegué, digo:
"¿qué pasa? ¿lo queréis soltar?"

"Señora,
¿este hombre viene con usted?".

Digo "claro que viene conmigo,
¿no se lo ha dicho él?".

Él dice: "mmm".
"Y usted...

¿a un hombre así, cómo lo lleva
usted así en su coche, tan raro?".

Digo "por la misma sencillita razón
por la que el alcalde

tiene a un mongolo como usted
de policía.

¿O no lo ve usted?
¿Qué psicología tiene?

¿No lo ve que no está...
que es que no está bien?

Digo: "bueno, pues soltadlo".
"No, no, nos lo vamos a llevar".

El pobre lloraba ya, decía:
"Carmina, Carmina, que me llevan",

asustadito, pobrecito,
con los ojitos desencajados.

Y yo: "me cago en sus mulas
y cómo esta gente..."

Los tíos, lo que pasa es
que los policías se acogieron

a que no llevaba carné.

Y claro, cuando yo llegué pues digo:
"¿Dónde está?",

dice "Espere usted un momentito que...
¿El carné lo trae usted?"

"Sí, sí"
"Pues ahora lo van a sacar".

Y al pobrecito ya le escuché decir:
"Usted es bueno, usted es bueno,

el otro malo, me ha pegado,
me ha pegado, me ha pegado".

Digo: "¿Que le habéis pegado?"

Y me lo veo al pobrecito
chorreando en sangre por aquí...

Digo: "Bueno, pues nada,
ustedes dicen que no, ¿no?

Pues yo ahora mismito, tal cual,
me lo llevo al hospital

y lo van a ver".

Y cuando entró en el juicio

y le dijeron:
"¿Basilio Martínez?"

Y se puso el pobrecillo de pie.

"¿Quién le...?
¿Usted reconoce quién le...

quién le ha pegado?"

Y el pobre se giró para al lado,
"Ese, ese, ese".

Se quedó señalándolo y
nada más que dijo eso,

dijo el señor, el juez.

Y le ganamos el juicio.

¿Si tú ahora mismo lo cogieses?

¿Tú qué le harías?

Pegarle fuerte en la boca
como él me pegó también.

Pues levántate.

¿Cómo lo harías tú?
Demuéstramelo tú a mí.

Dale caña al guardia, ¡cabrón!

Hijo puta.
Ahí, quítale la pistola.

¡Chulo, dale caña ahí, maltratador!*

Toma, toma, toma.
Mira Basilio, mira, mira.

Ven para acá,
que vas a despertar al otro. Toma.

Uy, mira...

será hija de puta, toma, toma.

Hay que ver,
hay que ver las seis de la mañana...

y yo aquí,

con todo el pedazo de coño,
aquí dándole de comer a la cabra.

Toma, anda.

Estaba yo en el bar,

dándole vueltas a la cabeza

a ver, a ver cómo montaba
la comunión de mi Cristina.

Pero completamente sola estaba yo.
Y me veo entrar al cobrador del frac.

Buenos días.

Digo: "Ay, madre mía de mi vida...
lo que me hacía falta".

¿Qué pasa?
Yo lo conozco a usted, ¿no?

Sí, pero, vamos, yo vengo ahora
no a tomar nada, sino a trabajar.

Y venía a reclamarme una factura
que decía que yo debía cuando,

del primer robo que se hubo en...

en el bar.
Y era del tabaco.

Vengo a reclamarle una deuda
que tiene usted contraída

con el estanco del Cerro del Águila
de quince mil euros.

Le digo: "Sí".

No pensará usted cobrarla ahora, ¿no?

Yo no tengo prisa.

¿Qué se piensa usted, quedar ahí?

Usted verá.

Yo lo único que puedo hacer es el mes
que viene, a ver si se lo puedo pagar.

Voy a hacer el intento a ver si se...
si se le paga.

Usted se pasa el mes que viene,
que está la cosa mejor, pues yo...

cuando antes se lo quite,
antes descanso.

Así que eso es lo que...

Otra cosa no puedo hacer.

Lo único que tengo son tres hijos.

Y para no tener,
no tengo ni piojos, así que...

Mire, lo único que le voy
a pedir una cosa,

que si le coge aquí a mi marido,
que a mi marido se le ignore,

que a él no se le diga nada.

No por nada,
sino porque él padece de los nervios.

Bueno, está bien.

Bien, nada, vendré el mes
que viene si no hay noticias antes.

¿Qué le debo?
No, nada, nada. A esto invita la casa.

Bueno, pues nada. Buenos días.
Con Dios, buenos días.

Tenga usted cuidadito,
no se vaya a caer.

¿Por qué?

Porque le voy a empujar yo.

Hola, buenos días,
¿Jamones Abadía?

Le llamo de la Venta Calixto.

Mira, es que había hecho un pedido.

Sí, sí, esa es la dirección
que hemos dado, pero está equivocada.

No, a la dirección que te voy a dar...
¿Tienes lápiz y papel?

La dirección a la que lo tienes
que mandar es la que te voy a dar ahora.

Me llamo Antonio
y soy el marido de Carmina.

Ella me dice "el tirantes".

Y nací dentro de una barra

y he estado trabajando
desde entonces

y ahí me parece que me voy a morir,
o dentro o fuera de ella.

¡Ay, lo que yo quiero a mi Carmina!

Yo no me meto en nada.

Yo la dejo que ella haga y deshaga.

Esa es de Triana pura
y yo de la Macarena.

¿O qué?
¿O yo no valgo?

Ya han pasado los años,
pero sigue siendo la misma.

Lo que pasa es que ahora
parece que tiene un flotador, ¿sabes?

Antes tenía una cinturita
que parecía una sílfide.

Ahora estamos los dos ya...

¡Fíjate! El bañador que tengo yo aquí,
¿sabes?

Con el flotador,

mis tirantes, que me los compra ella,
¿sabes?

Ahora me dedico
a la vida contemplativa.

Ahora, a ver los toros por televisión,
el fútbol por televisión,

el flamenco por televisión.

Y todo por televisión.

Mi cervecita sin alcohol,
mis cigarritos "Pall Mall".

Y agua.

Y vaya usted con Dios, hermano,
eso es lo que hay.

Yo ya no bebo.
Yo trago.

A mí me dijo el médico
que yo ya no podía beber,

pero, tragar, podía tragar, ¿no?
¿O no voy a tragar? Hombre...

Porque el flamenco a mí,
me hierve la sangre.

Y yo nada más que me tomo una copa
y ya estoy en el mostrador pampam prium.

Y ya.

El que no sienta eso
pues no me comprende.

No me comprende.

Ni a mí ni a todos los
que llevamos eso en la sangre.

Por eso yo me pierdo en esas madrugás
y me pierdo y me perdía y me perderé.

Porque una copita de vez en cuando
no viene mal.

Aunque sea sin gas.

Las hay con gas y las hay sin gas.

Yo me conformo nada más
con mirarlas

yo viéndolas salir.

Yo viéndolas salir ya del grifo
y ya me da el sabor,

ya me da la estimulación
y ya me da la gloria, hijo.

Y si es para mí,
para qué te quiero contar, ¿sabes?

Ya le estoy pidiendo al camarero

"dame una brocha y una cuchilla
que me voy a afeitar", ¿sabes?

¡Ojú, qué arte, hijo!

Qué me gusta a mí
una cervecita bien fresquita, hijo.

Una nada más, una,

una después de otra,
así una de vez en cuando, ¿sabes?

La primera me la trago de una vez.
¡Oy, cómo está!

Y haces así, gluglú, gluglú
y ya está y no bebemos más nada.

Yo le digo a mi Carmina
que yo no bebo y yo no bebo.

Mira, y decía que no bebía,

y traía una borrachera
que venía hasta meado.

Ay.

En fin, ese día traía
yo un dolor de cabeza,

que cuando llegué a mi casa
me tomé un Nolotil.

Y al tomarme el Nolotil, digo:

"Ay, Dios mío,
¿qué se me ha olvidado a mí?

¿Qué tengo que me dijo el ginecólogo?"

Que tenía un poquito de infección
y me tenía que tomar...

me dijo por teléfono:
"Tómate un antibiótico por la noche

y también te pones un sobre".

Y cogí un vaso de tubo
y le eché dos deditos de agua.

Lo abrí, era chiquitito el sobre,
lo eché y empezó, chiff,

así efervescente para arriba

y digo: "¡coño,
esto tiene que estar bueno!

Con olerlo, esto me va a hacer
a mí hasta eructar".

Me lo tomo
y me cago en sus muertos.

Of, eso estaba,
vamos, amargo, amargo, amargo.

Y una cosa tan desagradable
y digo: "me cago en tu puta madre,

con lo que me ha mandado
a mí el médico".

Digo: "vamos, vamos, yo con toda
la seguridad no me tomo más ni uno,

pero que ni uno,
aunque se me caiga el coño a cachos".

Vamos, que no me tomo más ni uno.
¡Qué cosa más asquerosa!

Y más repulsiva.

Vamos, yo no sé ni cómo no vomité
lo que me había tomado antes.

Y con el mal cuerpo que tenía
me fui con la María en el coche

y la niña venga tututú,
que con Susana...

Voy a llamar a Susi para decirle
que vaya a por la niña.

Estoy de Susi hasta el mismísimo coño.

¿Qué más te da a ti
que la niña esté con la Susana?

Estáte quietecita con los toquecitos

y las espinillitas
y su puta madre.

Tienes ahí una cosa, má.

Bueno, deja la cosa ahí,
que tengo tantas cosas ya...

Que tú sufras las cosas,
eres diferente a los demás,

siempre, ¿no?

Yo no, yo...
a mí no me duele nada.

A mí no me duele nada,
nunca me preocupo,

nunca me pongo nerviosa,
nunca me pongo nada de nada de nada.

Qué fatiguita de niña, mi alma.

Yo a ti por culo.

Mucho te doy a ti por culo.
No me haces caso en nada.

Déjame ya.
Déjame ya, cabrona, déjame ya.

No haberme tenido.

¿No haberme tenido?
Lo mismo que te he tenido, te mato,

hija de la gran puta.
Con el cachondeo siempre igual.

Pero, ¿sabes lo que te digo?
¿Qué?

(pedo)

Qué asco, mamá.

¡Qué... qué, qué cerda, vamos!

¡Qué peste!
Me parece que me he cagado.

Sí, hombre...

¿Qué dices, má?

¿Qué dices, mamá? No será en serio
lo que me estás diciendo, ¿no?

Que sí, ¿qué?
Que mmm, ¿qué?

¡Hostia, qué peste, de verdad,
qué asco!

Ya que me he cagado,
me voy a cagar entera.

¿Qué haces, mamá?

Haz el favor de abrirme la puerta.

¡Mamá!

Uh, la hija de puta,
por ahí no se puede abrir.

No me lo puedo creer, mamá.
Lo siento.

¿Qué haces?

Lo siento.

No lo estarás diciendo en serio.
Mira, mira, mira.

Hostias, qué asco, gorda, ¡ábreme!

Mira, María, toca.

Dios mío de mi vida.

¡Mamá, por favor!

Uy, ¿cómo voy a salir yo así
ahora mismo?

Me cago en la madre que me parió.

Mamá, ¿cómo se abre esta puerta?
¡Qué gusto, Dios mío!

¡Qué asco, má!

¡Gorda!

Vamos, la puta niña.
Qué lote de reír,

pero pechá de reír que me he dado.

Digo por lo menos
hemos pasado la tarde buena.

Hay que ver...
Como que yo todavía huelo a mierda.

Uy, sí, ¿verdad?
Todavía.

Olía tela.
Es que, qué olor traía.

Mira que la mierda de una no le huele,
pero es que esta apestaba.

Apestaba, apestaba, apestaba.
¡Qué fuerte! ¡Qué fuerte!

Yo esto no se lo puedo contar
a mis amigos de Madrid.

Precisamente, la semana que viene,
viene una amiga mía de Madrid.

Sí. Tú seguramente la conocerás,
Mayra.

¿Mayra?

Si, Mayra Gómez Kemp,
la que sale en la tele.

Oy, mira.

Sí, sí, sí.
Es muy amiga mía.

Y le he dicho yo que se venga
a pasar unos diítas a mi casa

y viene la semana que viene.

Bueno, tú sabes
que está la pobre así,

un poquillo con el marido,
y se viene la semana que viene.

El verano pasado
estuvo aquí quince días.

El verano pasado, ¿cuándo?

En agosto. Cuando ustedes cerraron.
Que por eso no te la presenté yo a ti.

¡Uy, qué casualidad, coño!

Pero vamos.
Va a venir cuando no he estado, hija.

Es que a ella le encanta venir a casa.
Porque a ella le encanta...

Lo que más le gusta en el mundo
es mi gazpacho.

Y dormirse su pedazo de siesta.

Porque yo le bajo las persianas,
se queda la habitación oscurita,

le paso la fregona mojadita al suelo.

Y ella después de tomarse el gazpacho
se tira ahí en la cama,

espatarragá en bragas.

A gustísimo.

Es que, vamos,
no te puedes hacer una idea.

Es que es una persona igual
que tú y que yo, ¿eh?

Muy sencilla, encantadora,
igual que Sofía.

¿Qué Sofía?
La reina.

¿La reina?
Sí.

La reina también es encantadora.
¿La de España?

Cuando voy a Madrid, como no la llame,
se enfada conmigo.

Leche, estaba Felipe
en Estados Unidos haciendo el COU

cuando fue la primera vez
que ella me invitó a palacio.

¿A palacio has ido tú?
Sí, sí, sí.

¿Y tú sabes dónde me quedo?
En la habitación de Elena.

Sí, sí. Ella esa habitación la tiene,
me la tiene adjudicada a mí.

Porque como ya Elena no está...

pues, claro, allí es donde me quedo yo
y a Elena no le importa.

Elena es una niña simpatiquísima
y encantadora

y me quiere mucho.

Con el miedo que te da a ti
de los perros cómo...

Ah, pero cuando yo voy,
recogen los perros.

No, no, por eso,

porque saben que yo le tengo verdadero
pánico y ellas recogen los perros.

Además, tienen unos detalles conmigo...
que yo no quiero.

Porque, hombre,
es que no me gusta que haga gasto.

Me regaló el año pasado
un mantón de Manila precioso.

¿La reina?
La reina.

De Villamanrique,
bordado por los dos lados.

Anda, mira.

Después a ver si vienes a mi casa
y te lo enseño.

Pues voy a ir, voy a ir.

Sí, sí, sí, sí.
Y el rey Juan Carlos,

también la mar de competente,
cariñoso. Es, vamos...

Ahora, que también la pobre Sofía...
Porque Juan Carlos coge la moto

y tú sabes...

Igual que nosotras.

Que la pobre lo pasa...

Lo que pasa, claro,
estas cosas, tú sabes,

no se pueden contar,
porque son intimidades que...

También se la fuma en pipa, ¿no?

No te puedes hacer una idea.
No te puedes hacer una idea.

Igual que los nuestros.

¿Igual?

Igual, la pobrecita.

No me lo habías contado tú nunca eso.
Porque no me he dado yo cuenta.

Y, además, tú sabes que tampoco
se pueden contar estas cosas mucho,

porque no se crea la gente que yo
me las doy de algo.

Pero vamos...

Yo tengo un retortijón de barriga...

¿Todavía?

Me dan retortijones de vez en cuando.
Unos retortijones así...

Una sensación que no sé si me entran
otra vez ganas de cagar o gases.

No sé, es raro, raro.

Vaya por Dios.
¿Y desde cuándo te sientes así?

Mira, fue a raíz de...

Como yo llamé al médico
para cambiarme el DIU,

me mandó el tratamiento.

Y, a raíz de eso,
me tomé los antibióticos y el sobre.

El sobre estaba más malo
que todos tus muertos.

¿Qué es lo que te ha mandado?

Me ha mandado...

lo que sea,
pero que yo no me lo voy a tomar.

¿Dónde estará?
Mira, esto es.

A ver.

Ay, Dios mío.

Carmina.

Es que esto es un lavado vaginal.
Esto no se tiene que tomar,

esto lo tienes que diluir
en dos litros de agua

y lavarte.

Pues yo ya me lo he tomado.

¿Qué le pasa a usted?

Que me he tomado un sobre para...
de lavado vaginal.

¿Cómo?

Que me he tomado un sobre
de lavado vaginal.

Un momento,
¿se ha lavado o se lo ha tomado?

Me lo he bebido.
Se lo ha bebido.

Enterito, aunque parezca mentira.
Tiene cojones.

Un segundito, señora.

Que lo suelo leer todo, ¿sabes?
Pero, bueno, ese día me cogió a mí...

Rocío,
¿está todavía ahí el Doctor Casado?

Dile que no se vaya, haz el favor.

Abre más un poquito más.
Tienes un poquito de fatiga, ¿no?

¿Qué más tomaste después?

Un Bacardi con cola.

Y después me tomé un Orfidal,
porque, como me pongo muy nerviosa,

me tomé un Orfidal.
Vaya tela, Carmina.

Te digo una cosa, la cocacola,
yo creo que le ha hecho hasta bien

y el ron la ha puesto
de un tranquilita...

Pues está usted estupenda, Carmina.

Lo que usted se ha tomado
es como para lavar callos

pero está usted estupenda.

Vale: antibiótico, Nolotil,
¿qué era lo otro?

Ah, ha ingerido lo del lavado vaginal,
¿no, Carmina?

Un Orfidal.
- Un Orfidal.

Y el Bacardi cola.
- Y el Bacardi cola.

Vamos, que está vacunada
para ir a la India.

¡Qué rico! ¡Coño!

Por Dios, ya son las seis y media.

Ya mismo suena el teléfono.

Mira, mira la cara de ella.

¡Qué lista es, hija!

Mira cómo me mira.

Parece enteramente, la hija puta,
que sabe lo que he hecho.

Esta mañana, mi marido
ha abierto el bar con Basilio,

pero yo también
a las ocho estaba en planta.

Esperé que se fuera,

porque yo también
tenía que irme para el otro lado.

Porque hoy era
cuando venían los jamones.

Vienen todos, ¿no, hijo?

Sí, vienen todos.
¿Me echa una firmita aquí, por favor?

Sí, la que firma siempre es
la que pierde.

¡Cómo lo sabe!

Señora, vaya trabajito
que nos ha costado encontrar esto.

Sí, mi alma, es que dijimos
al principio para la venta.

Y resulta que,
como estábamos pintando,

hemos decidido aquí.
Así que los podéis bajar.

¿Dónde los ponemos?
Aquí, aquí.

Mira, dejadme dos paletitas fuera,

que me las tengo que llevar,
que tengo una comunión.

Muy bien.

Mientras tanto,
estaba mi marido solo en el bar

y se le presenta
el tío del frac.

Cuando pueda me atiende, caballero.

Ahora mismo, hombre.
Usted trae mucha prisa.

Yo no tengo prisa.

Le dejo aquí la botellita, padre.

¿Qué es lo que desea?

Pues mire, vengo a cobrar
quince mil euros de una deuda

que tienen ustedes contraída
con el estanco del Cerro del Águila.

¿Nada más?
¿Cómo que nada más?

Carmina.
Y me llama el otro y me dice:

"Carmina, escúchame,
que aquí está el cobrador del frac,

que dice que se le debe".

Digo: "Ay, pero
¿que está ahí el hijo de puta?

Pues ponle una cervecita
que voy yo para allá".

Venga.

¿Yo qué te dije a ti?

¿Yo qué coño te dije a ti?

Vamos a ver, señora,
tranquilícese usted.

¿Tranquilizar?

¿Me vas a pegar?
Yo qué le voy a pegar.

¿Me va a pegar tú a mí?
Hijo de puta, valiente.

Cuidado con la boquita, eh, señora,
un poquito de respeto.

¡Con la boquita
digo lo que me salga del coño!

Porque te dije a ti que no vinieses
y molestases a mi marido.

No sabía que estaba.

¿Que no sabías
que estaba aquí mi marido?

Me cago en diez
y en mi puta madre.

¿Qué? ¿Qué?
¿Me vas a pegar tú a mí?

Que me voy para la barra
y me pego así un chotazo,

me abro la cabeza, digo
que has sido tú y te busco la ruina.

Señora, vamos a tranquilizarnos.

¿Señora?
Me cago en tus muertos, mira.

Ay, cabrón, cabrón.
Qué hijo de puta y todos tus muertos.

So cabrón, mira lo que me ha hecho.
Hijo de puta.

Mira, mira lo que me ha hecho.

A ver qué es lo que tienes ahí.
¿Me ha hecho mucho?

¿Qué tienes ahí, mi alma?
¿Me ha hecho mucho?

No tienes nada,
mi alma, un rasguño.

Hijo de la gran puta,

la profesión
que ha cogido el gachó...

Y ya se fue y ya nos pusimos
a preparar la comunión de...

de la niña de Juan Limón.

Yo tenía unas ganitas de comunión...

Ninguna.

Pero como la niña
tenía tantísima ilusión,

me gasté lo que no tenía,
pero se hizo.

¿Qué te ha pasado Carmina?

Que se me ha reventado
una litrona en la frente, hija.

Dos platitos,
uno para ti y otro para ti.

¿Y la María?

¿Tu hermana?

Tu hermana, como siempre,

Estará buscando...

el vestido que ponerse,
el pantaloncito que ponerse...

Y habrá ido a buscar a la Susi.

Pa-ta-ta.
Todos serios, venga.

Pa-ta-ta.

Pa-ta-ta.

Pa-ta-ta.

Igual que el padre...

Por un cachito de pan,
lo que la mamá traía.

Por un cachito de pan,
lo que la mamá traía.

Cachito de pan.
Cachito pan...

El sendero de mi esperanza.

Hay días que no lo encuentro.

Ay, sendero de mi esperanza.

De carbón y de suspiros.

Ay, soleá que en mí se cansa.

Ay, loco yo me retiro.

Olé, mi María.

Y este, que se olería algo,

y se puso como Tony Curtis...

Ya que consigo meterlo en el coche...

con el trabajito que me costó,
se encuentra a la cabra. Ahí está.

¿Te vas a venir ya
o no te vas a venir ya?

Mira, hay que ver, hijo...

Mari Fe, hay que ver cómo es.

Escúchame.
¿Qué?

¿Te vienes o no te vienes?
¿A dónde?

¿Va a venir Tomás?
¿También con guasa?

Aquí no vienen
ni los guías del botellín.

¿Sabes lo que te digo?
Escúchame.

¿Sabes lo que te digo?
Que te quedes ahí.

A tomar por culo ya tú.
Antonio León.

¿León?
Arg...

Ale, las papas fritas
y los huevos fritos.

Mari Fe,

te voy a dar un besito,
pero no me vayas a morder, ¿eh?

Te voy a dar un besito,
pero no me vayas a morder.

Mari Fe, ven para acá, Mari Fe.

Ay, qué arte tienes,
qué simpática eres, cojones.

Ay, mi niña chica.

¿Agua?

¿Eso quieres tú para mí?
¿Eso quieres que yo beba?

Madre de ranas y sapos,
donde tú lavas los trapos.

Dame vino, rompemuros.

Y el agua para los bueyes,
que tienen los cuernos duros.

¿Tú sabes una cosa, Mari Fe?

Que la vida es tan bonita
que parece de verdad, hijo.

Ay, la luna,

la luna, lunita cascabelera.

¡Qué bonito, hijo!

Ay, ¡qué arte más grande, hijo!
¡Qué arte más grande, hijo!

Mari Fe,

Mari Fe,
¿tú me entiendes, verdad, mi alma?

¿Tú me entiendes, eh?

¡Ay, qué arte!

¡Ay, qué arte!
Pá, ¿y esa cabra?

Esa es la Mari Fe.
Venga, vamos ya para arriba, Mari Fe,

que está mamá desesperada
y la niña dormida, pá.

¿Vamos a llevárnosla para arriba?

¿A la cabra?
Claro...

Venga, pero nos vamos para arriba.

Claro... Nos la llevamos y le damos
un consomé de jerez con Avecrem.

Venga, vamos para arriba con la cabra,
pero nos vamos, ¿eh, pá?

Claro, hombre.
Venga.

Vamos a darle pucherazo.
Venga, pucherazo.

De papas gordas.
Nos vamos, papa.

Espérate,
que te voy a decir una cosa.

Triana tiene un candil

para iluminar desde el puente

al rio Guadalqui...

Vamos.

Ale, las papas gordas
y el chocolate espeso.

El que tiene un vicio,

si no se mea en la puerta,
se mea en el quicio.

Y ese es este.

Este no...
este no tiene arreglo.

Lo único que digo,
el día que yo falte,

el día que yo falte...

Yo muchas veces lo pienso...

Si yo supiera que tengo una enfermedad
que me voy a morir,

a este hijo de la gran puta
me lo llevo yo antes pa'lante, ¿eh?

Yo a este cabrón
no se lo puedo dejar a mis hijos...

Si este es para mí nada más.

Que lo entiendo yo.
Porque, después de todo,

es un tonto polla,
porque sin mí no hace nada.

(ronquidos)

Yo muchas veces lo pienso y digo,

para quitarlo de en medio...

Y miro hasta las bolsas de basura
que tengo yo.

Estas, que las compro
de estas negras, grandes.

Que digo, esto sirve hasta

para echarlo a los contenedores
lejanos del barrio.

Yo ya no sé si estaré loca o no,
pero que lo pienso...

Que sí,
y tanto que sí que lo pienso.

¿No lo voy a pensar?
Que...

Por el bien de todos,
por el bien de él

y por el bien de mis hijos.
Por el bien de todos.

Se quedaría dormido sobre las cuatro.

Y yo digo, Dios mío, ¿se habrá quedado?
Que tengo una...

Cuanto más quiero que se duerma,
más tarda.

Y venga pendiente y venga.

Pero yo ya lo he escuchado,
lo escuché roncar.

Este ya está dormido.

Ahora sí está dormido.

Cogí unos guantes
y unas zapatillas de mi Alex

y me fui otra vez para el bar

(teléfono)

¿Sí?

Sí.

Sí, estaba dormida.

Ay, ay, ¿no me digas?

Ay, Ani, ay, no me digas...

Ay. Pero, ¿que están todas
las persianas abiertas?

Ay, Dios mío,
estos son unos hijos de puta,

estaban pendientes de mí.

Estaban allí aliquindoi
cuando me metieron los jamones.

Esos me tenían vigilada,
vigilada, vigilada.

Dios mío, qué ruina,
por Dios.

Qué ruina, Ana, otra vez, por Dios.

No, no es para menos, mi alma,
no es para menos. Hay que ver.

¿Está la policía allí, niña?
Ha llegado ya, ¿no, mi alma?

Y Basilio también estaba, ¿no?

Vale, vale.
Sí, voy tranquila, venga,

voy para allá, hija,
gracias, adiós, hija, adiós.

¿Cuántos jamones había?

¿Ochenta?
Ochenta.

¿Las paletillas?
Las paletas,

las cañas de lomo...

Que eran treinta y cinco...
Y ¿esto es un cuatro, verdad?

Cuarenta.
Sí, sí, sí.

¿Qué mas había?

Todo, todo lo que hay ahí, todo.
Vale, esto está perfecto.

¿Y alguna otra cosa más
así que eche en falta o...?

La radio, que era un radiocasete
que teníamos nosotros ahí.

¿Viejo o moderno?
No, es viejo.

¿Tiene factura?

Eso yo...
me parece a mí que no.

Pero, el reloj de mi marido...

¿El reloj, tiene factura?
Sí.

De ese sí tengo en casa.
Sí, lo tengo que buscar, pero vamos.

Esto, esto está bien.
¡Ay, no me diga!

Creo que no va a haber ningún problema.
Esto está todo arreglado.

¡Ay, Dios mío de mi vida!
Esto está bastante bien.

Menos mal, menos mal porque, vamos,
estaba con las carnes abiertas.

La factura del reloj,
sí que me haría falta,

pero, por lo demás...

Ay, yo se lo llevo, yo se lo llevo.
Ay, Dios mío de mi vida.

María, no te dije que nos iba
a ayudar el Señor, ¿eh?

Para que veas tú lo de los Santos.