All language subtitles for S02 E10 Pasión de gavilanes Temporada 2 (2022) 1080p WEB-DL Latino - Descargatepelis.com_track3_[spa]

- Tenía mucha inquietud
de conocer tus dotes artísticos,

de eso se habla todo el tiempo
en San Marcos.

Gunter: Es el coctel especial
de la casa,

solo para la gente más selecta.

[**]

- Tengo que regresar a mi casa.

- Y vas a regresar, pero ahora,
te quedas.

- ¿Qué, no podían llegar
más temprano?

¿Y Juan David?

- ¿Juan David no ha llegado?

- No quiero asustarla,
pero yo creo que fue grave.

- Parece que se rompió
dos costillas

porque ahí es donde
más le duele;

no se puede casi ni mover.

- ¿Por qué no respondes, Nino?

- Comisario, ustedes
no me pueden hacer esto,

no me pueden detener
sin pruebas.

- Usted se encontraba
en el sitio del robo

acompañando al maleante
que se nos escapó.

- ¿Usted otra vez?

- ¿Te llevo?

- ¡Policía!

- Me siento perseguida
por un hombre extraño

que me acecha, tía.

- Lo que pasó anoche
entre los dos fue real

y va en serio. Y será definitivo
en mi futuro.

- Estabas muy apretadito
con Rosario Montes.

Me parece muy extraño
que los dos

hayan desaparecido
al mismo tiempo.

[**]

[**]

- Confiesa, Juan David,

confiesa que pasaste la noche
con esa mujer...

La hiciste tuya,
te acostaste con ella,

con la fiera inquieta que...

[Golpe]

- ¡Eh... quieto, quieto!

Erick: ¿Es que te duelen
las verdades o qué?

- ¡Por Dios, qué pasa, qué pasa!

Ustedes son hermanos, ¿por qué
se agarran así, por Dios?

¡Ya, ya, ya!
Tranquilos, tranquilos.

- ¡Cierra la boca, ¿ah?!

Vuelves a decir eso
y se me olvida hermano,

¿te queda claro?

¡No pasó nada!

Y tú, güerita...

- ¡Largo, cara de estúpido!

- Deberías respetar
a las mujeres

- Ya.

[**]

- ¿Esperas que te llame,
en vista de que no vino

esta noche?

- No sé de qué me hablas.

- Claro que lo sabes.

Pensaste que después de anoche,
ese joven

se comportaría como
el clásico enamorado,

dispuesto a iniciar
una relación.

- ¿Sabes que no espero nada?

Los muchachos de hoy en día

no son como los de otra época.

No les interesan
los compromisos,

tampoco viven pegados
al teléfono llamando.

- No disimules conmigo,

que te conozco como
la palma de mi mano.

Los jóvenes siguen siendo
iguales, incluso,

mucho más intensos con
eso de las comunicaciones

y esa aplicaciones que
les brinda la vida moderna.

Eres tú la
que no debe comportarse

como una adolescente ilusionada
empezando a vivir.

Date tu lugar
y muestra superioridad,

de lo contrario, te estás
exponiendo al ridículo.

- No me ofendas.

- Es que me enerva
verte disminuida

cuando con solo chasquear
los dedos podrías tener

a decenas de hombres rendidos
a tus pies.

No esperes nada de un idiota
que te ignora.

- Gunter...

¿No te parece muy pronto
para suponer que no le intereso

a Juan David Reyes?

No te precipites, que si no
ha venido o no me ha llamado,

no significa que no le interese.

[**]

- ¿Se te pasó el dolor
de cabeza?

- Un poco, sí, mi amor.

No sabes las horas
tan estresantes

que viví con tu abuelo.

- ¿Y la abuela
se quedó acompañándolo?

- Hum, no se le despega
un instante, obviamente.

¿A quién tanto llamas, mi amor?

- A... a una amiga
de la universidad,

es que quiero averiguar
para un examen,

pero no me contesta.

- ¿Cómo te fue
con tu tía Jimena?

- Bien, bien.

Tan pronto le pedí el favor,

enseguida salimos
del Centro de modas.

La tía Jimena es divina
y se preocupa mucho por mí.

- ¿Usted otra vez?
¿Por qué me sigue, eh?

- ¿Te llevo?

- Mami, decidí aceptar
tu ofrecimiento.

Quiero que me compres el carro.

- ¿Esto es en serio?

- Sí.

[Risas]

- ¡No sabes el peso
que me quitas de encima!

¡Gracias, Dios!

- Yo lo sé, ya estaba aburrida

de depender de la gente hasta
para ir a la universidad.

Y sé que, pues, vas a estar
más tranquila.

- Bueno, ya, ya,
que me voy a arrepentir.

- ¡Ujú!

[**]

Erick: Oye, fosforito,

¿será que te podemos
hacer una pregunta

sin que nos recibas
a trompadas?

- Depende.

Si van a decir burradas, no.

- Tenemos un caballo,
parece que está enfermo,

y queremos que nos des una mano.

[**]

- Síntomas.

- Pues, no quiere comer,
está agitado

y se acostó en su pesebrera
mirándose a los lados,

como si le doliera algo.

- No, pues, seguro son cólicos.

- ¿Y qué podemos hacer?

- ¿Ustedes dos? Nada, no mucho.

Cambien el heno por fresco,
la humedad da cólicos.

- Yo no entiendo por qué
te enojas tanto con nosotros,

somos humanos, pero ante todo,
hermanos.

- Sí, ¿qué te pasa, no confías
en nosotros?

¿Acaso no podemos hablar
de temas personales?

- Claro, bro.

Pueden hablar
de lo que quieran conmigo,

cualquier cosa, pero una cosa
es eso

y otra es jugar con sátiras
y con bromas de mal gusto.

- ¡Ah, pues, tan decente!

¿Te crees de mejor familia,
príncipe?

León: ¡Ah, que piense
lo que quiera!

Nos debe ver como asesinos
de viejos profesores.

- Lástima.

- ¡Hey!

Erick: ¡Oh, oh!

- No lo digas ni de broma,
gran imbécil, ¿ah?

Que si alguien confía en ti,
soy yo, bro,

y daría la vida por ti.

Te juro por Dios
que voy a encontrar

al verdadero culpable de la
muerte del profesor Carreño.

[**]

Sara: Jamás imaginé
que un problema tan grave

le estuviera pasando a mi hija,
es algo muy delicado.

No entiendo por qué no...

- Tal vez no te lo contó
porque no quería

que tú la obligaras a conducir,

por eso te lo ocultó.

- ¡Esto es algo muy delicado,
Jimena!

Con razón cambió anoche
de opinión.

Ahora entiendo la razón.

- Pues, sí. Pero bueno,
por lo menos,

ya resolvimos parte
del problema.

- No, hay que resolverlo
del todo.

Hay que encontrar a la persona

que la está persiguiendo
y denunciarlo.

- Yo sé, Sarita. Justamente,
de eso quería hablarte.

Porque sí es muy importante
que hablemos

con las autoridades,
lo identifiquen y lo detengan.

Porque un individuo
de esos no descansa

hasta no hacerle daño
a su víctima.

- ¿Cómo me dices eso, Jimena,
por Dios?

Me pones más nerviosa
de lo que estoy;

ya suficiente tengo con todo
lo que está pasando

con el abuelo, ahora
este problema con mi hija,

¡no más, no más!

- Perdóname, Sarita.
Tienes toda la razón, perdón.

- ¿Jimena, te puedo hacer
una pregunta?

- Sí, claro.

- ¿Esa casa que está a lo lejos

pertenece a los terrenos tuyos
y de Óscar

o es un lote de otra persona?

- No, es nuestra.

De hecho, era la casa
de los mayordomos,

hace tiempo no nos ocupamos
de ella.

- Pues, esa casa está habitada,

y pueden ser invasores.

Debemos averiguarlo.

[**]

- ¿Cómo estás?

¿Cómo te sientes?

- Como si me hubiera caído
una aplanadora encima.

No, tres aplanadoras.

- Tres aplanadoras.

Caray, hombre, deje
de estar quejándose tanto.

Usted está más fuerte
que un toro.

Y todavía da mucha guerra,
¿verdad, doctor?

- Eso es muy cierto, joven.

La vitalidad de este señor
es asombrosa.

A pesar de su edad,
responde como un jovencito.

- Entonces, ¿ya está bien,
doctor,

ya pueden darle el acta
en cualquier momento?

- La verdad, prefiero dejarlo
en observación un par de días

para ver cómo evoluciona.

Y no se preocupen, que aquí va
a estar bien,

no le faltará nada.

- Falta Dominga.

- ¿Y quién es Dominga,
don Martín?

- Mi esposa,
mi eterna compañera,

la que me cuida allá,
ella me da de comer.

- Es su empleada. Lo que pasa
es que sí lo cuida,

pero lo más parecido a
una esposa podría ser.

- Más que eso, más que eso.

La esposa te cuida 24 horas
sin chistar, sin pelear,

sin quejarse. Ah, ¿quién, quién?

Oye, ¿Gabriela se va
a quedar esta noche?

- No.

- ¡Ah!

- Se va quedar en su casa.

Pero esta noche, me voy a quedar
yo si tú quieres.

- Adoro que te quedes aquí,
mi niña,

pero no se va a poder.

- ¿Por?

- Porque los niños te necesitan.

Yo me puedo quedar con esas
niñas tan queridas, de blanco,

las enfermeras, no pasa nada.

- Usted se va dejar consentir
por Norma,

porque hasta yo mismo
me quedaría a cuidarlo

porque lo apreciamos mucho,
don Martín.

Usted lo sabe muy bien.

- Quiero ir al baño.

[**]

- Oye, ya no perdamos
más tiempo.

¿Por qué quieres averiguar?

Esos terrenos pertenecen
a unas propiedades

que colindan con tierras del
gobierno. En nada nos afecta.

- Por favor, estoy
hablando específicamente

de la casa de los mayordomos.

Esa casa está
en nuestro terreno.

- Sí, pero ni siquiera
la utilizamos,

nunca vamos allá, ¿eh?

- Óscar, Sarita me dijo que vio
a alguien ahí.

Es que no podemos permitir
que gente extraña invada

nuestra propiedad.

- No, qué van a invadir
nuestra propiedad

ni qué nada. Está muy lejos.

Más bien, enfoquémonos
en las reuniones

que tenemos hoy
en el Centro de modas.

Tenemos que hablar
con varios distribuidores.

Así que, enfocada.

- ¿Será que de ahí vino el niño?

- ¿Qué niño?

- Pues, el que vino
la otra noche.

- Yo no sé de dónde salió
ese muchacho.

- Óscar, tú me dijiste
que lo conocías,

que era hijo de un vecino.

¿Qué otro vecino tenemos?

- No, pues, mira,
yo te prometo algo,

cuando tenga tiempo voy a hacer
las averiguaciones

y voy a investigar de
qué se trata todo esto.

Pero ahora enfoquémonos

en los distribuidores,
las ventas, ¿eh?

- Hablemos con los empleados.

- Amor, hay prioridades, ¿sí?

La salud del abuelo está
delicada en el hospital,

lo que está pasando con Gaby,
vamos parte por parte.

Ahora enfoquémonos en
distribuidores, en negocio

y en esta linda. Vamos.

¿Quién está linda aquí?
- ¡Hum!

- ¿Eh? Vamos...

[**]

- Félix Carreño.

Necesito hablar con usted.

- Juan Reyes,
¿en qué plan viene?

- En un plan muy personal.

Así que nada de peleas,
nada de recriminaciones.

Le voy a hablar como...
como padre de familia.

Un padre
que se siente orgulloso,

extremadamente orgulloso
de sus hijos

porque los levanté con respeto,
con responsabilidad.

Pero fíjese, Félix, que gracias
a su testimonio,

ahora mis hijos están
en peligro.

- Entiendo claramente

que se debe sentir mal porque
le fallaron.

- No, ¡no, qué va!
Está muy equivocado.

Mis hijos jamás me han fallado
en nada importante.

Y hoy por hoy, estoy muy
convencido de su inocencia.

- Prometió no recriminar, ¿no?

- Solo quiero que me conteste
algunas preguntas.

[**]

- No está bien lo que hiciste,
Gaby. No está bien.

Si algo malo te pasa, tienes que
confiar en mí que soy tu mamá.

Cómo te expones de esa manera
con algo tan delicado,

cómo me lo ocultas.

Mami, siempre te pones
muy nerviosa

y no quería preocuparte,

por eso preferí contárselo
a la tía Jimena.

- Y no me gustó nada, no.

Está bien que se lo contaste
porque, gracias a Dios,

ahora sabemos
lo que te está pasando.

¿Desde cuándo te está acosando
ese desconocido?

- ¿De qué están hablando?

- Un desgraciado que está
persiguiendo a tu hermana

cada vez que sale
de la universidad

y ella no nos quiso contar.

- ¿Eso es cierto, Gaby?

- Sí es cierto, es cierto.

Pero yo ya lo voy a solucionar,
¿ok?

Hoy iré a la comisaría
a poner la denuncia.

- ¿Tú?, no. Cualquiera
de los dos vamos contigo.

¿Está claro, señorita?

- Señora Sarita,

llegaron los bultos de
concentrado que había pedido.

- Ya en un rato salgo.
Gracias, Irene.

Escúchame algo, soluciono esto

y tú me esperas aquí
para que hablemos.

- Sí, señora.

- Si vas para la universidad,
yo te llevo

y por el camino me cuentas bien
el rollo, ¿vale?

[Suena un celular]

- Ya salgo.

Espérame en el auto, ¿sí?

- Te espero.

- ¡Ay...! ¿Por qué no le cogí?

¡Ah...!

[Sigue sonando el celular]

Hola.

¡Nino, ¿por qué no contestas?!

[**]

¿Nino, qué diablos
está pasando contigo?

[**]

- Félix, si es cierto
que esa persona lo llamó

y le dio todos esos detalles
de la muerte de su padre,

usted debe saber
o, por lo menos,

sospechar de quién se trata.

- Créame que si lo supiera,

yo lo hubiera informado
a las autoridades.

- A ver, ¿cómo es que
usted confía ciegamente

en un desconocido

que señala a mis hijos
como los culpables?

¿La lógica, el sentido común
no le dice

que, tal vez, es él el asesino
y no mis chamacos?

- Eso lo definirán

los encargados
de la investigación.

Poco y nada importa lo que usted
y yo pensemos, Juan.

- Yo sé que usted
y su hermana Adela

no recibieron un buen trato
de su padre,

pues, hay testigos de toda
la brutalidad

que soportaron durante años
y años.

Genaro Carreño no era un padre
para ustedes,

era un verdugo.

[**]

[* Tema musical *]

* Mírame, yo soy la otra *

* la que tiene el fuego *

* la que sabe bien qué hacer. *

* Y en la penumbra,
misterioso, *

* cada noche me deslumbras *

* y te pierdes al amanecer. *

* ¿Quién es ese hombre *

* que me mira y me desnuda? *

* Una fiera inquieta *

* que me da mil vueltas *

* y me hace temblar, *

* pero me hace sentir mujer. *

* Nadie me lo quita *

* siempre seré yo su dueña *

* por la que no duerme *

* por la que se muere

* por la que respira. *

* Yo soy su mujer. *

- ¿Por qué se empeña
tan apasionadamente

en exigir un castigo
para supuestos culpables?

- ¡Porque era mi padre, señor!

Simplemente, por eso.

Cruel, sádico, un verdugo,
como usted lo quiera llamar,

pero nadie desea la muerte
de sus padres

por muy malos que sean.

- A mí me gustaría saber
si su hermana Adela

también piensa lo mismo.

¿Usted qué cree?

- No sé qué pensará ella.

[**]

Muy poco hablaba,
estaba muy enferma.

Y no me pregunte dónde está,

porque yo soy el más
interesado en saberlo.

Se marchó hace mucho tiempo

y tengo miedo que algo malo
le suceda.

[**]

- Juan, no debiste ir a visitar
a ese tipo,

es un solapado,
tiene su guardado.

Y no va a ser fácil
sacarle información, créeme.

- Pues, algo me quedó claro
de ese encuentro:

Félix Carreño es mucho más débil
de lo que imaginamos.

- Te equivocas,
las apariencias engañan.

Ese tipo es un mañoso, Juan.

- Ese tipo sufre,

está atormentado
por su hermana Adela.

Algo pasó, algo está pasando
con esa mujer.

- Hagamos una cosa, Juan no
nos enredemos más la cabeza

y dejemos que de este asunto

se encarguen los investigadores.

Lo importante aquí
es que sabemos

que León y Erick son inocentes.

Y con eso nos basta y nos sobre,
¡ya está!

Calmémonos, bien.

- ¿Jimena no está aquí?

- No, fue a acompañar a Gaby
y a Sara a poner la denuncia,

finalmente,
del presunto acosador,

ese que está rondando
la universidad.

[**]

- Los problemas con los
muchachos nunca faltan,

si no es una cosa es la otra.

¿Ese asunto del acosador
va en serio?

- Bastante.

Hay que estar cuidadosos.

Tú sabes que Gaby
tiene su carácter

y no se queja sin justificación.

Hay que tener cuidado, Juan.

Déjame llamarlas a ver.

- Sarita nunca ha tenido
problemas con sus hijos.

Debe estar pegada al techo
con tanta vaina.

Ojalá Andrés
no encuentre complicaciones

en el bar de Rosario Montes.

[**]

- Corta, corta, corta.

Perdón, chicas.
Perdón, de verdad.

- Andrés, yo creo que los chicos

están un poco desconcentrados
y necesitan un descanso.

Que se tomen un receso

y ahorita continúan
con el ensayo.

- Hacemos un receso, chicos.

Todo bien, todo bien.

[Exhala]

Discúlpame, Rosario.

De verdad, hoy no ha sido
un gran día.

- No. Ni te preocupes. Ven,
siéntate y hablemos un rato.

[**]

Quiero que me cuentes cómo
te has sentido con el trabajo.

- Bueno, aparte del estrés

que a veces me genera
el gordito, bien.

¡Yo estoy feliz, feliz!

- ¡Qué bien!

- ¿Por qué?,
¿tienes alguna queja?

- No, en absoluto.
Yo estoy dichosa,

cada día me siento mejor
con el grupo.

¿Cómo... cómo lo llevas
con tu familia?

¿Cómo lo has manejado?

- Muy bien.

Ellos están felices
de que yo esté aquí

haciendo lo que a mí me gusta.

El otro día, mi primo
Juan David, ¿recuerdas?,

hasta me felicitó y todo,
me dijo que le encantó.

- ¿En serio? Qué bien, qué bien.

Y supongo que para ti es
muy importante su opinión.

- Sí, sí.

Lo quiero mucho, la verdad.

- Oye, Andrés, ¿y Juan David
tiene novia, está comprometido?

- No sé, no, no creo. Supongo
que no. De lo contrario,

la habría traído el día que vino
con los hermanos.

- Hum. ¿Y tú sabes cuándo va
a volver?

[**]

[* Tema musical *]

- No, no sé, ni idea, Rosario.

Como te digo, él vive en
sus asuntos de la hacienda,

de la veterinaria.
Y, para rematar,

el abuelo tuvo un accidente

y él anda preocupadísimo
con eso.

- No digas, ¿y qué le pasó?

- Andrés, discúlpame.

¿Puedes venir un momento?

Es que ya... ya tengo
las notas que...

- Discúlpame, Rosario,
es que esta disciplina

no se ve todos los días.

[Risa]

- No te preocupes.

Andrés: Bueno...

Yo veré, ¿no? Mucho cuidadito
con defraudarme.

- ¿Ya estás averiguando
lo que no debes?

- Lo que me tranquiliza.

Juan David no ha venido,

no porque no le interese
y no le importe,

no ha venido porque
tiene problemas familiares.

[**]

¡Salud!

- ¡Salud!

[**]

* Este amor suicida, bebé *

* Ah... ah, ah *

* Todo eso que me hiciste
no lo saco de mi mente *

* Eso, como una fiera,
una fiera inquieta,

que me despierta y me deja

como preso de tu piel
y de tu pelo *

* Dame más de eso, más de eso *

* Sé que te gustó
esa noche conmigo... *

- Juanda...

Juanda.

Que se levante,
que baje a cenar,

que sus hermanos y su papá
lo están esperando.

- ¡Ay!, Quintina...

diles que...
que tengo mucho sueño,

que no tengo hambre,
que gracias.

Discúlpame con ellos.

* Todo eso que me hiciste
no lo saco de mi mente *

- ¿Eso dijo?

- Sí, que no tiene ganas
de comer, don Juanito.

¿Se le ofrece algo más?

- No. ¡Sí, sí!

Prepara un poco de más café

que me voy a trasnochar
haciendo cuentas, por favor.

- Listo.

- ¿Qué le pasa a Juan David?

Lo he notado extraño.

- Pues, debe estar cansado,
tiene mucho trabajo.

- Pues yo lo noto muy distante

desde que salió con ustedes
al bar.

Cuéntenme.
¿Se distanciaron con él?

- No, papá, para nada.

- Ujú.

Ya hace falta, mamá. ¿No crees?

¿Se la va a pasar con abuelo
todas las noches o qué?

- Por supuesto que no.

Se va a alternar con Gabriela
y con sus hermanas.

- Hum, bueno, no será
un sacrificio para ninguna,

es la verdad.

- Sí, abuelo...

[**]

- ¡Ah! [Risa]

- Aquí estoy.

- Me parece mentira verte aquí,
mi niña.

- Hum, ¿por qué me dices eso?
¡Cuidado!

[Quejido]

¿Estás bien?

- Porque desde hace muchos años,
cuando abro los ojos,

veo a Dominga y, a veces,
a la agria de Gabriela,

que casi nunca
está de buen genio.

[Risas]

Es que antes era distinto, hija.

Estábamos en la hacienda
y yo podía verlos a todos

y ustedes podían disfrutar de mí

lo mismo que yo de ti
y de tus hermanas.

- Es cierto todo
lo que estás diciendo.

Es que los tiempos han cambiado,

pero nosotros seguimos
muy pendientes de ti.

- Yo... yo les agradezco
en el alma que me cuiden

y que me consientan, pero...

Yo me siento muy solo. Sí, solo.

Yo no puedo evitar
sentirme solo.

- Solo no vas a estar, aburrido
no vas a estar.

Porque a partir de mañana,
viene Sarita,

después va a venir Jimena,

así que vas a estar muy
acompañado y muy contento.

- Parece ser que tengo
que accidentarme

con más frecuencia
para que vengan a verme.

[Risa]

Oye, ¿tú sabes cuántos
accidentes más

pueda yo soportar?

[Risa] [Tos]

- ¿Sabes qué te prometo?
Voy a tratar de hacer algo

para que esto sea más amable
para ti.

- ¿Qué?

- Nunca más te vas
a sentir solo.

- ¿Qué harás?

- Te lo prometo.

Jimena: Muchísimas gracias
por la invitación.

La cena está deliciosa.

Sara: Es lo menos que podía
hacer por ustedes,

después de todas las molestias
que se han tomado con nosotros.

- Lo hacemos con mucho cariño,
cuñada.

Pa' eso estamos;
familia es familia,

y estamos pa' apoyarnos.

Y tú, Gaby,
estás más tranquila ya,

haciendo la denuncia, ¿cierto?

- Un poco, tío.
Pero no me sentiré segura,

hasta que detengan a ese tipo.

- ¡Ay, mi Gaby! Yo creo que eso
se va a demorar.

Es que los datos
que suministraste

no fueron muy precisos.

Pues, no te sabías las placas,

no supiste identificar
al sujeto...

- Sí, ya lo sé.

- Por lo pronto,
dependerás de nosotros,

mientras te conseguimos un auto.

- Eso es nomás decir
y que tú elijas el auto.

- ¡Hum!

Lo importante es que sea bueno
y seguro.

Tu tío Óscar va a ayudarte
a conseguirlo, ¿no?

- Hum.

- Tío, escógelo a tu gusto
y así me das la sorpresa.

- ¡'tá bueno!

Yo voy a depender de tu mamá,
pero cuenten con eso.

Bueno, mi morenita, ya es hora
de irnos a casa.

- Hum...

- Mañana tenemos que madrugar,
¿no?

- Hay postre.

- ¡Ay, sí!

- No empieces ¿eh?

[Risas]

[**]

- Duván, despierta.

No te vayas a quedar
durmiendo ahí.

Duván... ¿no me escuchas?

¿Qué pasa con el niño?

- Cayó fundido como una piedra

y no hay quien lo levante.
Voy a echarle agua helada.

- ¡No... cómo eres de bruta!

¿Por qué no te vas a la cama?
Yo me encargo.

¡Ve!

- Siempre te encargas.

¿Qué pasa contigo últimamente,

que no puedo disponer
de mi propio hijo

porque tú te apropiaste?

- Si lo dejo en tus manos,
lo anulas.

Yo sé muy bien
lo que estoy haciendo, ¿hum?

- Por culpa de esa porquería
que le regaló el papá,

se la pasa montado
en ese aparato

y vive fundido todo el día.

- ¿Por qué no dejas
de refunfuñar

y te vas a dormir, por favor,
hum?

- Hum.

Cuidadito y lo vas a dejar
durmiendo ahí,

se va tullir del frío y,
de pronto, estira la pata.

- ¡Ay, no! Si estira la pata...

- ¿Qué?

- ...pierdes tú. Y ahí sí
que te vas a reventar.

¿Por qué no cierras ese pico,
dejas de decir

palabras ociosas y te vas
bien linda a la camita?

[**]

- ¡Ah!

- Despertaste...

- Sí, sí, señora.

- Oh... vamos a la camita,
mi amor.

Pero antes, voy a darte
la lección de esta noche.

Abre bien tus orejitas

para que escuches
mis sabios consejos.

[**]

[Sonido de la lluvia]

Jimena: ¡Hum...! ¡Ay, mi amor!

¿Tú no dices que tenemos
que madrugar mañana?

- No, pero a mí me gusta
dormirme entre besos...

[Risa]

¡Ay, Óscar! No, en serio,
tenemos que madrugar.

[**]

¿Escuchas?

[Ladridos]
- ¿Qué pasó?

- Un perro ladrando.

- ¿Qué tiene de raro?
Todos los perros ladran.

- Sí, sí, sí. Pero escucha,
parece que estuviera

dentro de la casa.

- Sí, pero es que...
¿Qué pasa, qué mosca te picó?

- Puede ser el perro perdido.

- ¿Cuál perro perdido?

- ¡Ay! Mi amor, el perro
del niño que vino el otro día.

¿No oíste que se le perdió
un perro?

Yo creo que es ese.
¡Ay... qué emoción!

- Un momentico, un momentico,
no, ¿tú qué vas a hacer, eh?

¡Te quedas, te lo prohíbo!

- ¡Ay, oye, oye!

¿Por qué me hablas así?

- Porque está haciendo
mucho frío y, a lo mejor,

puedes pescar una pulmonía,
por eso.

[Ladridos]

Porque me asustaste, mi amor,
porque me asustaste.

¿Por qué te preocupas por
un perro que está ladrando?

Puede ser el perro del celador
y ya está.

- No, no me preocupo por eso,
me preocupo por el niño.

Ay, amor, es que desde
que vino el otro día,

yo no he podido sacármelo
de la cabeza.

¡Ah...! ¿Será que vive
en la casa de la colina?

[**]

- Jimena, no... no tiene mayor
importancia, en serio.

Ya, vamos...

- ¡Ay, Óscar, en serio!
Yo estoy hablando en serio.

- Bueno, pues, yo también.

No estés pensando
en eso ahorita.

- ¡Ay!

[**]

- Yo quiero algo sencillo,

que sea una línea
de auto moderno.

Al final de cuentas, es para
mi sobrina que tiene 18 años.

- ¡Ah, ok! haberlo dicho antes.

Mire, para la juventud,
hoy en día,

no hay nada más que
la tecnología y el diseño.

Yo le sugiero que le consiga
algo moderno.

- Ella prefiere bajo perfil,

no le gusta llamar la atención.

- ¿Por qué, más bien, no la trae

y que sea ella misma
la que escoja su carro,

el que le guste?

- Me pidió que le diera
la sorpresa.

- Ok.

- Y aquellos de allá, ¿qué?

- Igual, eso no creo que sea
lo que esté buscando.

A ver, son autos que están
en perfecto estado

y en muy buenas condiciones,
pero son usados.

- Pero imagino que tienen
precios accesibles.

- ¡Ah, eso sí!

Son autos muy económicos.

¿Es lo que está buscando?

- No para mi sobrina,

pero tal vez para otra persona,
sí.

- Sí, porque si quiere,
le puedo ofrecer...

[Suena el celular]

- Permíteme un segundo, ¿sí?

Jimena, mi amor, aquí estoy
en el concesionario

buscándole el auto a Gaby.

Pero va a tomar su tiempo.

¿Otra reunión familiar?

¿En casa de Juan?

Listo, amor.

Norma: Esto lo estuve pensando
desde la noche

que acompañé al abuelo en
el hospital y quería exponerlo

con todos ustedes para saber
su opinión,

antes de que le den el acta
al abuelo.

- ¿Y qué has pensado, Norma?

- Pues, que el abuelo
ya está mayor,

el abuelo ya tiene muchos años
y es nuestra obligación

darle la mejor calidad
de vida posible

y no escatimar
en ningún esfuerzo.

- Siempre lo he hecho.

Nunca le he fallado.

- Yo no te he dicho
que hayas fallado, mamá.

Pero ¿estás completamente segura

de que el abuelo es feliz?

- ¿Adónde quieres llegar
con esto?

- A lo que es justo,

que pueda estar
con todos nosotros.

Yo no tengo la menor duda, mamá.
Tú has hecho todo lo posible

para cumplir con tus deberes,

pero esto yo creo que
es demasiado pesado,

es una carga grande para ti,
mamá.

- ¡Mi papá no es una carga!

¡Yo adoro a mi papá!

Él no es una carga. ¡¿Ustedes
me están culpando a mí

de todo lo que le pasó
a mi papá?!

- Abue, no te están culpando
de nada.

Norma: No decimos que sea
por un descuido, mamá.

Esto es un reflejo de la soledad

que vive nuestro abuelo.

Él siempre está acompañado,
no está solo.

- No siempre, abuela.

Digo, tú tienes tus compromisos,

tus obligaciones, eres libre
y, por fuerza,

no puedes estar todo
el tiempo junto a él.

- A ver, un momento, un
momento, porque yo, la verdad

no... no estoy
entendiendo claro.

¿La conclusión aquí es llevar
al abuelo don Martín

a un geriátrico a acompañar
a otros viejitos?

Jimena: No, no, amor.
Eso no es lo que se propone.

- Es a lo que estoy sintiendo
que nos lleva el camino.

Si es así, pues, lo recibimos
en nuestra casa y ya.

- Eso... eso es exactamente

lo que yo les quiero proponer,

que el abuelo pueda estar
con todo nosotros.

- Claro.

- ¿Por qué no le hacemos
la vida más amable?

¿Por qué no le damos
la oportunidad

de que él pueda escoger

y pueda estar por temporadas
en donde quiera estar?

Erick: Qué buena idea.

León: No es mala idea.

[**]

¿Qué piensas tú,
abuela Gabriela?

- Creo que es lo más razonable.

No lo vas a perder.

Gaby: Claro que nos
divertiríamos con él

y él, con nosotros.

- Sí, claro.

[**]

- Quintina.

- Sí doña Gabrielita.

Traiga unas copas, creo que
tenemos algo que celebrar.

[Exclamaciones]

[Silbidos]

[**]

- ¿Eso quiere decir
que es verdad

que yo puedo irme adonde quiera,
a mis anchas,

como si estuviera
en vacaciones permanentes?

- Sí, y ya no vas a tener
que soportar

a esta vieja malhumorada,
aburridora y bruja,

como me dices tú.

- No, no, Gabrielita.
No es que yo no te soporte,

lo que pasa es que yo necesito
unos vientos nuevos.

[Risa]

Unos vientos nuevos, eh...

Entonces, me puedo ir adonde
yo quiera, ¿verdad, sí?

- Sí.

Vas a poder elegir dónde vas
a vivir.

[Risas]

[Gritos]

[Quejidos]

- Papá, ¿qué te pasó?,
¿qué te pasó?

[Quejidos]

¡Ay, papá!, ¿por qué
no te quedas quieto?

Claro, siempre tienes
que hacer algo

para arruinarme la vida.

Papá... debes quedarte más días
en el hospital.

- No, no. Yo me voy de acta,
hoy me voy, hoy, hoy, hoy.

- Sí, yo sé, viejito...

[Exclamaciones]

[**]

- ¿Ya mentalizada para conducir?

- Pues, no me anima mucho
la idea, pero ni modo.

Estoy esperando que el tío Óscar

me compre el carro
en estos días.

- Ojalá, porque todos en la
familia andamos paniqueados

con el asunto del tipo ese
que te persigue.

¿No has vuelto a tropezarte
con él?

- No. Y espero no verlo
nunca más.

[**]

- Bueno, hermanita, ya sabes.

Si mamá no puede recogerte,
me das un timbrazo

que yo me escapo del ensayo,
hago lo que sea,

pero vengo por ti.

- Ok. Te quiero.

Adiós.
- Yo a ti.

- Hola, chicas, buenos días.

- Oye, y a ti, ¿quién te trajo?

- Mi hermano, ¿por qué?

- Está buenísimo.
Me lo tienes que presentar.

- No te hagas ilusiones.

Oye, Carolina,
¿has vuelto a ver a Nino?

- Ni más. Anda perdido
hace tiempo.

Precisamente,
pensaba preguntarte por él.

[* Tema musical *]

[Bullicio]

- Sobrina...

- Hola, tío.

- ¿Cómo estás?

- Bien.

- Una pregunta:
¿te gusta ese coche?

- Está lindo.

- Pues, es todo tuyo.

[Risa]

Un abrazo pa'l tío, ¿no?

- Gracias, tío.

- ¿Ah?

- ¿Y... adónde vamos?

- A un lugar más tranquilo,

donde puedas familiarizarte
con el auto.

Vámonos, ¡ahí ve nomás, ¿eh?!

Última generación, huele
por dentro, huele rebueno.

- ¡Ay!

- Mira...

[**]

- ¿Qué tal lo sentiste?

- Súper suave.

Estaba un poquito nerviosa,
pero no lo hice tan mal.

- No, para nada, ¿eh?
Lo hiciste muy bien.

Lo que me sorprende es
que una jovencita de tu edad

estuviera brincando de emoción,
su primer coche,

y mira qué clase de coche,
y tú, no.

Tú... a ti te da igual, ¿verdad?

- Las cosas materiales
son solo eso, tío.

Para mí lo más importante
es la amistad, los sentimientos

y las personas.

- Hasta en eso te pareces
a tu papá.

- El flaco era así,
como reservado ahí,

muy amoroso, reservado,
nada ambicioso.

Era muy apasionado.

¡Ah!, si se enamoraba,
era capaz de dar la vida

por la gente que amaba.

Esa fue su mayor virtud,
o quizás su mayor fallo.

- ¿Tú sabes algo de él?

- Ya quisiera.

Bueno, tenemos que irnos,
que ya es tarde.

- ¿Adónde vamos?

- Al hospital,
te están esperando

tu mamá y tu abuelo.

Así que vamos.

- Pues, en ese caso, primero
lo dejo en el Centro de modas

para no quitarle más tiempo.

- Como usted diga.

- Ya hizo mucho por mí,
¿no le parece?

- Usted es la piloto.
- Ahí vamos.

Gabriela: Papá,
¿ya te despediste

de las enfermeras
que te atendieron?

- ¿Las enfermeras?, sí.
Sí, muy bonitas.

Yo mejor me quedo aquí, aquí.

- ¿Ah, sí? ¿Que te quedas aquí?

- Con las enfermeras.

- Viejo pícaro, ¿te enamoraste
de las enfermeras?

- Sí.

- ¿Sí? ¡Ay...!

Yo también me enamoraría...

de un hombre tan guapo como tú.

- Papá, ¿ya decidiste
dónde quieres estar?

- Gabriela, ¿cuál es el afán
de saberlo, cuál?

- Es que viene Gaby en el auto
y quiero saber

si te vas a ir para donde Sarita

o... vas a ir donde
Juan y Norma.

- Dime, tú quieres que yo
me quede contigo, ¿cierto?

Yo no tengo la mínima intención

de dejarte por ahora, ¿ah?

Ya habrá tiempo de ver a
los nietos, ya... ya, está bien.

- ¡Ah, papá, gracias!

¡Yo te quiero!

- Yo también, pero ya.

- ¿Cómo está el hombre más guapo
de toda la clínica, eh?

- ¿Qué dice mi terremoto?

- Te ves muy bien.

- ¿Te bañaste hoy o no?

- Ujú, sí.

- No parece.

- ¡Ah!

[Risas]

[**]

[**]

- ¡Matías!

- Perdóname por llamarte,
pero era mi obligación.

- Cuéntame.

¿Ya la vio, ya la identificaron?

- Aún no.
Pero tienes que hacerlo tú;

yo no me acuerdo bien de ella.

- La verdad es que...
no creo ser capaz.

- Tienes que hacerlo.

Tranquilo, yo te acompaño.
Vamos.

- ¡Ah!

[**]

¡Ah...!

[**]

- Obsérvala bien.

¿Es tu hermana?

[**]

- Que siga recuperándose,
don Martín.

- ¿Verdad?

Sara: ¿Y cómo te fue
con el auto?

- Bien.

- ¿Bien?

- Dejé a mi tío Óscar
en el Centro de modas

y, pues, arranqué inmediatamente
para acá.

[Risas]

Gabriela: Miren qué casualidad,

me encontré con mi gran amigo
Demetrio Jurado.

- ¡Sarita, no pensé que tuviera
el gusto de volver a verte!

- ¿Cómo estás?

- Bien, bien, Gracias.

- Demetrio, te presento
a mi papá.

- Mucho gusto, señor.

- Ah, mira,
y ella es mi nieta Gaby.

Gaby, saluda.

- Hola, Gaby.

- ¿Por qué me sigue, eh?

- ¿Te llevo?

[**]

- ¿Cómo estás?

[**]