All language subtitles for T03E10 - Valtejar

(GRlTAN)

�De cu�ntos hombres dispone?
-Puedo hacer venir

a tantos como necesite.
-No s� qui�n es el enemigo,

pero nos ha declarado la guerra.
Que se vigile cada entrada.

�Alicia!
No la encontrar�.

La hemos buscado por todo el hotel.
Pero �d�nde est�?

Quiero presentar una denuncia?
-Si no es algo muy grave,

deje que nos ocupemos
de la desaparici�n de su esposa.

-A ella quiero denunciar.
-�Con qu� cargos?

-Por abandono del hogar conyugal.
Por eso ha desaparecido.

"Querida Alicia,
aunque s� que tu decisi�n

de abandonar a Diego es firme,
�qu� sentido tiene que huyas de �l?

�No es mejor que yo,
que por una vez te puedo demostrar

lo que s� de leyes, vaya a Cantaloa
y te ayude a resolver ese asunto?"

�Qu� ha ocurrido?
-Una desgracia, se�orita.

-Soy amiga de Alicia Alarc�n.
-Eso no mejora las cosas.

-Tenga.
-Tranquila, mi amor.

-Lo siento, el doctor no pudo
hacer m�s. Ha perdido el ni�o.

-�El ni�o?

-Me alegra
que no te haya pasado nada.

No podr�a soportarlo.
-Bel�n, �qu� haces?

Voy a pedir la anulaci�n
de nuestro matrimonio.

�Sof�a! �Doctor!

�Doctor!

-Hay que llevarse a los fallecidos
a un lugar apartado.

(GRlTA)

�Has conseguido dormir algo?
-No he pegado ojo en toda la noche.

-No hay nada irregular
en su sistema nervioso.

-Pero �qu� me pasa?
-Lo que en mi profesi�n

llamamos una histeria.
�Han o�do hablar de la hipnosis?

�D�nde est�?
-En el hotel.

Veo a una mujer. Hay sangre.

-�Sof�a!
-�Qu� hace?

-lbas a contar lo que le hiciste
a Cristina Olmedo.

-Perdone. Nos env�an
del hospital de Santander.

-Me fusilaron.
-Acu�stese, debe ser muy grave.

-No, no es tan grave como parece.

Estamos en la ruina.
Tendremos que vender las joyas.

Ojal� yo pudiese ayudar m�s.
Quiz� s� que puedas hacer algo.

Casarte.
�Casarme?

Con una mujer rica, claro.
Con su dote tendr�amos

dinero suficiente para recobrar
el control del hotel.

(Tel�fono)

�S�? �Con qui�n hablo?
-No diga nada

ni haga ning�n gesto extra�o.
-�Cu�nto dinero quieren?

-No es dinero lo que queremos,
sino otra cosa que usted tiene.

Diego recibi� una llamada
de Santaella

y estoy seguro que ir� all�.

�Ha llegado?
-S�.

-�Es el mismo hombre?
-S�, es �l.

Es el mismo hombre, no hay duda.

Su�ltala.

Les contar� todo.
-Voy a ver si hay alguien m�s.

(Disparo)

No creo que esos matones sean
los autores del secuestro.

Se han cumplido dos d�as
desde la desaparici�n de su esposa.

�Se da cuenta de que a estas
alturas probablemente est� muerta?

-Yo tambi�n lo creo.
-Tambi�n lo cree. �Por qu� lo cree?

-No pude reunir el dinero
que me pidieron

y ahora que lo tengo
me han vuelto a llamar.

-No pudo reunir el dinero,
pero acudi� a la cita.

�Esperaba inspirarles l�stima?
�Regatear hasta que soltaran

a su esposa por, digamos,
1 00 pesetas?

-Quer�a ganar tiempo.

-Claro.

Lo que explica que se presentase
all� con una pistola.

�A qui�n pretende enga�ar,
se�or Murqu�a?

Usted no quer�a ganar tiempo,
nos lo hizo perder a los dem�s.

Me lo hace perder a m� ahora.
-�No se da cuenta?

Ustedes lo estropearon todo
al intervenir.

-Nuestra intervenci�n
le salv� a usted la vida.

Es un est�pido, se�or Murqu�a.
-Lo fui, pero mi intenci�n

era irreprochable.
Quer�a salvar a mi esposa.

-A la que poco antes
hab�a denunciado por abandono

del hogar conyugal.
Tambi�n es un canalla.

-Est� empezando a excederse, Ayala.
-Al contrario, estoy conteni�ndome.

No se hace idea de las ganas
que ahora tengo de abofetearlo.

-Somos muy distintos,
yo hago las cosas

y a usted le entran ganas
de hacerlas.

-Detective, por Dios.
-Su lacayo hace bien en frenarlo,

detective Ayala.
Si me pone la mano encima,

presentar� una querella
contra usted.

-No hay peor querellante
que un culpable.

La vida de su esposa est� en juego.
Cu�nteme lo que sabe.

-No pierda m�s el tiempo,
no le contar� nada.

Tendr� que valerse de sus dotes
deductivas o de las de su ayudante.

(Puerta)

-Don Diego,
su esposa est� en el hotel.

-Julio, Alicia ha aparecido.

�D�nde est�? �Est� bien?
Solo s� que est� en el hotel.

Debo verla.

Le vendr� bien algo de comer,
estar� desfallecida.

-�C�mo ha llegado hasta aqu�?
�Qui�n le ha tra�do?

Es todo muy extra�o,

pero no recuerdo nada.

-Alicia est� de regreso
y, por lo que parece, sana y salva.

Eso es lo �nico que importa.
-Me urge hacerle unas preguntas.

Ahora no, necesita descansar.

-Con permiso.

-Alicia.

Maite.

Gracias a Dios que est�s bien.

-Camarero, yo me encargo.

Lo mejor que todos dejemos
descansar un rato a Alicia.

Por favor.

-�Est� seguro que do�a Alicia ha
regresado por su propio pie, sola?

-La vi llegar, detective.
-�Oy� el motor de alg�n veh�culo?

-No, se�or.
-�Y le pareci�

que se conduc�a con normalidad?
-Me pareci� un poco ausente.

-Gracias.

Alguien tuvo que traerla.
Tal vez no hasta el hotel,

pero s� hasta un lugar pr�ximo.
Desde Santaella, caminando,

hubiera tardado d�as en llegar.
Es decir,

que sus captores no solo la
liberaron a cambio de nada, sino...

Que adem�s se molestaron
en devolverla aqu�.

La cuesti�n es...
�Por qu�?

�Ad�nde vas, Alicia?

A mi habitaci�n.
Esta es tu habitaci�n.

Esta es nuestra habitaci�n.

Prefiero estar sola.

As� suena el rencor.

�Y qu� esperabas?

Si te refieres a nuestro encuentro
de Nochevieja...

Me forzaste.

Quiero recordarte
que eres mi mujer.

Eso no lo hace menos horrible.

Y acababas de decirme
que quer�as a otro, Alicia,

que te ve�as con otro.
�Qu� esperabas que hiciese?

Siempre puedes repudiarme.

No te ser� dif�cil anular
tu matrimonio con una ad�ltera.

Si has fantaseado con esa
posibilidad, olv�date de ella.

S� crees que as� ibas a encontrar
la manera de deshacerte de m�,

es que no me conoces.

�En qu� puedo ayudarle, se�or?
-Traigo esto para Alicia Murqu�a.

-Muy bien. Me encargar�
de que se lo entreguen.

-�Qui�n lo env�a?
-Un admirador de la se�ora Murqu�a.

-�Qui�n?
-El duque de Ardiles.

-Envu�lvalo otra vez.

Han tra�do esto para usted, se�ora.
Gracias, Francisco.

�No trae tarjeta?
�Sabes qui�n me lo env�a?

No lo s�. Me dijeron
que se lo subiese y yo...

Has hecho muy bien en subirlo.
Gracias de nuevo.

Si me disculpa...

(M�sica)

Pero el detective
puede estar equivocado.

No es el detective, es...

-Buenas noches.
-Buenas noches.

Es el sentido com�n. �Por qu�
la liberaron a cambio de nada

y c�mo es que no recuerda
lo que le ha pasado estos d�as?

-Algo le sucede a do�a Alicia.
Me cruc� con ella

en el pasillo de clientes
y ni siquiera me ha saludado.

-No te habr� visto.
-No parec�a que pudiera ver nada.

Iba como perdida y en camis�n.

�Has visto d�nde iba?
S�, se par� delante

de su habitaci�n.
-�Y eso qu� tiene de raro?

-Pero no su habitaci�n de ahora,

su habitaci�n de casada,
donde duerme don Diego.

Alicia.

Alicia, �qu� vas a hacer?

No.

No s� qu� te pasa,
pero no puedes matarlo,

por muchos motivos
que te haya dado.

Dame la caja.

M�rame.

Alicia, m�rame.

Diego, tienes que darme la caja.
�Chis!

�Qu� ha pasado?
Tranquila, mi amor, no es nada.

�Por qu� tengo esto en la mano?

Julio.

Pretend�as despertar a tu marido
para que te diera algo

que hab�a dentro de una caja.

�C�mo?
�No lo recuerdas?

No.

�Y no sabes de d�nde sacaste
esta pistola?

No.

Pero �qu� te han hecho?

No lo s�.

Pero no recuerdo nada.

Tiene que haber algo que recuerdes.

No. No s� ni c�mo llegu� al hotel
ni por qu� ten�a esa pistola.

Solo recuerdo dos cosas.

Cuando me encerraron all�,

estaba segura
de que me iban a matar.

Y no s� si ser�a por eso, pero...

solo pod�a pensar en ti.

Lo siento,
pensaba que estabas a solas.

No, Maite.

Este es Julio,

la persona de la que te hablaba
en mis cartas.

Hab�as dicho
que recordabas dos cosas.

�Cu�l es la otra?

All� hab�a un retrato de Diego.

Un retrato de boda.

Pues es muy extra�o.

�Qu� sentido tiene que alguien
guarde precisamente en ese sitio

un retrato de tu boda?

Es que no era de mi boda, Julio.

Diego se cas� con otra
antes que conmigo.

Y, a juzgar por el retrato,
hace muchos a�os.

No s�, diez o quiz�s m�s.

Pero Diego nunca me hab�a dicho
que estuviera casado.

Creo que hay muchas cosas
que no te ha dicho.

Tienes que alejarte
de ese miserable de una vez.

Prepara tus cosas,

nos marchamos.

Podemos ser felices
en cualquier parte

menos aqu�.

(Latidos)

-�Otra vez esa pesadilla?

�Los muertos?

No te preocupes,
seguro que ella ya te ha perdonado.

�Otra vez esa pesadilla?

�Los muertos?

Quiz� hice mal
en interrumpir al psiquiatra.

-Hiciste bien, Alfredo.

Hay cosas que no debe saber nadie.

-�Te has tomado el l�udano?
-S�.

Vuelve a la cama, cari�o,
ahora voy yo.

-Toma un poco m�s.
Necesitas dormir.

-No s�
si prefiero quedarme despierta.

Camarero.

Creo que me debes una explicaci�n.

No me interpretes mal.

Agradezco de veras
lo que hiciste por m�.

Creo que podr�a decirse
que me salvaste la vida.

Pero...

�Qu� hac�a un camarero
del hotel all�

como un h�roe al rescate?

El detective me pidi�
que lo acompa�ara.

Te dar�a alguna raz�n.

S�.

Sab�a que yo vi a los camilleros
llevarse a do�a Alicia.

Y que tal vez, si los volv�a a ver,
podr�a reconocerlos.

Es... mucho dinero.

Por salvarme la vida.

La tengo en m�s estima, cr�eme.

�Qu� haces?
Nos vamos.

�Ad�nde nos vamos?
Alicia y yo, Andr�s.

Y don Diego Murqu�a ha tenido
la amabilidad de pagarnos el viaje.

Pero �c�mo que os vais?
No pod�is iros.

Muchacho, lo vas a ver
con tus propios ojitos.

Escucha, Andr�s,
los tipos que trajo Diego

no se despistan ni un minuto.

Tendr�s que cubrirnos
para poder salir.

Ya sabes que puedes contar conmigo.

�Julio! Julio.

Anda.

(Puerta)

�Ya te vas?

S�, pero nadie puede saberlo
hasta que me haya ido.

�Est�s enamorada de �l?

Bueno,
no s� si enamorada es la palabra.

Perdidamente.

Ten cuidado con Diego.

Lo primero que hizo cuando
desapareciste fue denunciarte

por abandono del hogar conyugal.

�No lo sab�as?
No.

Pero ni me sorprende ni ahora
mismo me importa lo m�s m�nimo.

Adi�s, Maite.

No te pongas triste.
Pronto recibir�s noticias m�as.

Alicia.

Suerte.

Javier.

�Te escondes de tu madre?

�Esconderme de usted?
Qu� cosas tiene.

Si�ntate.

He estado inform�ndome de qu�
j�venes casaderas podr�an darnos

una buena dote. Est�n en edades
m�s o menos f�rtiles,

pero lo m�s importante:
desean casarse a toda costa.

�Y yo, madre?
Algo tendr� que decir en el asunto.

Conservas Echeverr�a,

una de las mayores fortunas
de las vascongadas. Patricia.

Creo que es la mujer m�s fea
que he visto en mi vida.

Felgueroso, Benita.

La segunda m�s fea.

Ha heredado cientos
de hect�reas en Palencia.

Dicen que es simp�tica y agradable.

�Y qu� remedio le queda?
Tiene cara de oveja. (BALA)

�Javier!

Est� bien, madre, est� bien.

Dec�a usted
que ten�a tres candidatas.

Veamos a esa �ltima.
Espero que supere a las otra dos.

Josefina del Cerro.

Hija del mayor tratante
en telas de Extremadura.

Las supera.
Ya lo creo que las supera.

Si llegas tarde al baile,
te toca bailar con la m�s fea.

Pero eso es una frase hecha.

Aqu� hablamos de un baile
de verdad, con feas de verdad.

�Cu�l de las tres prefieres
conocer primero?

Por favor, d�jeme buscar una mujer
que sea m�s agradable a la vista.

Ya s�, y que sea rica,
cuanto m�s rica, mejor.

Querido, tu fama te precede.

�De verdad crees que una mujer
soltera con m�s virtudes aceptar�a

un matrimonio contigo?
Har� lo que sea por conseguirlo.

Si no encuentro una mejor,
me casar� con una de estas,

se lo juro.

No voy a consentir que lo estropees
todo, no puedo permit�rmelo.

-Se�ora.

-Bel�n, a partir de ma�ana
compartir�s cuarto con Natalia.

-Natalia tiene su propio cuarto.

-El tuyo nos vendr�
muy bien como trastero.

As� no tendr�s que dormir sola.

Es muy triste para una mujer
casada tener que dormir sola.

-Su hijo est� con Camila
por l�stima,

pero eso no va a durar siempre.

Es mi marido
y su lugar est� a mi lado.

Con el tiempo, do�a �ngela,
solo tendr� que verle la cara

cuando haga sonar la campanilla,
para que me cambie la cama

o me vac�e el orinal.

-Andr�s es tu marido por ahora.

Pero ya no es un don nadie como t�.
Es un Alarc�n

y no le costar� conseguir
la nulidad

y t� no podr�s hacer
nada por impedirlo.

Est� claro que mi hijo
necesita a alguien a su lado,

pero esa no ser�s t�.

-La herida est� cur�ndose bien,

pero hay que vigilar
que no se infecte.

Me he quedado sin nitrato de plata.

Ir� al hospital de Luenga
en el primer tren.

Espero que all� tengan.
-Gracias.

�Qu� quieres?
-Perdona que te moleste.

Hace fr�o y pens�
que te vendr�a bien.

-Gracias.
-No se merecen.

-�Por qu� haces esto?

-No puedo esperar que seamos amigas
de un d�a para otro,

pero, si sirve de algo,

me gustar�a que supieras
que siento mucho haberte tratado

como lo hice hasta ahora.

Te estoy pidiendo perd�n.

-�Y te crees que es suficiente
con todo lo que has hecho?

-Entiendo que no me creas,
Camila, pero he entendido

que Andr�s quiere estar contigo

y no pienso hacer nada
para impedirlo, te lo juro.

-�Qu� hac�as ah� dentro?
-Le traje un calentador.

-�Te lo pidi� ella?
-No.

-No quiero que le traigas nada.

No quiero que vuelvas a entrar
en nuestra habitaci�n.

-Est� bien.

-S� muy bien c�mo eres,
cuanto m�s lejos te tenga,

mucho mejor para todos.
-Tienes raz�n. Lo siento.

-Tus l�grimas ya no me impresionan.
Eres capaz de eso y de mucho m�s

para conseguir lo que quieres.
-Seguro que no quieres

que Camila est� en tu habitaci�n
como una querida,

sino como tu esposa.
-T� eres mi esposa.

-Pide la anulaci�n.

Har� todo lo que quieras
para ayudarte a conseguirla.

-�Por qu� haces eso?
-Si tengo que perderte

para hacer que vuelvas a confiar
en m�, no me importa.

Te quise mucho, Andr�s, y estoy
dispuesta a hacer lo que haga falta

para que seas feliz.

-Demasiado tarde.

Lo �nico malo de todo esto
es que ma�ana es d�a de cobro,

me he gastado todo en los billetes.

No te preocupes.
T� tienes dinero.

Ni una peseta.
�Y c�mo es que sonr�es?

Porque no cambiar�a esto
por nada del mundo.

Como esto no salga ya,
me va a dar algo.

�Viajeros, al tren!

No s� qu� tienes, pero siempre
consigues lo que t� quieres.

�Quieres?

He pensado que podr�a trabajar
de maestra.

De algo tiene que servirme
la universidad,

la institutriz francesa...
�Hablas franc�s?

"Un peu".

-�D�nde est� mi mujer?
-No la he visto.

-La pregunta era: �d�nde est�?
-No lo s�.

-Tendr�as que saberlo.

Baja a recepci�n y que me avisen
cuando tengan l�nea

con el detective Ayala,
del cuerpo de vigilancia.

Hace m�s de una hora
que lo mand� llamar.

�D�nde est� mi mujer?
-No lo sabemos.

-�Qu� est� haciendo
para averiguarlo?

-Lo necesario.
-Si en estos momentos

Alicia se est� alejando de Cantaloa
en un coche o en el tren,

no voy a achacarlo a su ineptitud.
-Solo le falta amenazarme.

-Encuentre a mi mujer

o me encargar�
de que lo expulsen del cuerpo.

-Qu� iron�a, la suerte de su esposa
parec�a importarle poco

cuando la raptaron y ahora se
est� convirtiendo en una obsesi�n.

-Le aconsejo que haga
una obsesi�n de esto

por su propio bien. �A qu� espera?

El revisor.

Hola.

�Esto no paraba hasta Santander?
Es que no tendr�a que parar.

Yo me encargo.

Cr�anme que hago esto
muy a mi pesar.

Do�a Alicia, queda detenida
por abandono del hogar marital.

Mi obligaci�n es llevarla de vuelta
al Gran Hotel.

�Por qu� nos hace esto, Ayala?
Ojal� tuviera otra alternativa.

�No va a detenerme a m�?
No. Si le detengo,

llegar� a o�dos del se�or Murqu�a
que se marchaba con su esposa,

el se�or Murqu�a le matar�a
o usted a �l.

Mi cometido es evitar cr�menes,
no provocarlos.

Es mejor que se marche.
Pero tiene que haber

otra forma de arreglar esto,
por favor.

Lo siento, pero no.

Ser� m�s f�cil si se baja aqu�,
se�or Olmedo.

Hazle caso.

Quieto, quieto.

Lo �ltimo que quiero es disparar,
detective. D�jela marchar.

Deje que nos marchemos.
Los dos sabemos

que no es capaz de dispararnos, no
complique m�s las cosas, por favor.

Alicia.

�Qu� piensan hacer,
huir por el monte a pie?

V�monos.

V�monos.

Julio.

Julio. �Julio!

No se entristezca, se�ora Murqu�a,

le aseguro que esto podr�a haber
acabado mucho peor.

No para m�, detective.

Do�a Alicia, si algo bueno tiene
que est� de vuelta

es que podr� contarme
lo que recuerde de su secuestro.

Ya le dije
que apenas recuerdo nada.

Apenas nada es mejor que nada.
�Qu� recuerda?

Lo �nico que recuerdo es un nombre,
o� a gente hablando en el barco:

Ezequiel.
Al menos no es un nombre corriente.

Cr�ame, lo lamento much�simo,
do�a Alicia.

�Qu� te ha ocurrido?

Eres despreciable.

�Diego!

A tu esp�ritu sensible
le hacen da�o estas cosas.

Cada vez que sientas la tentaci�n
de alejarte de m�

esto es lo que suceder�.
No te muevas.

Descargar� mi ira
sobre esta pobre gente

a la que tanto aprecias.

�Lo has entendido?
�Lo has entendido?

S�.
Puedes irte.

He pedido que vuelvan a traer
tus cosas a nuestra habitaci�n,

ya va siendo hora
de que vuelvas a ser mi mujer

con todas las consecuencias.

Algo ha salido mal, �verdad?

No voy a poder librarme de �l.

No va a renunciar a m�.

Mi desgracia te hace sonre�r.
No seas tonta.

Sonr�o porque veo una posibilidad
de que te libres del yugo

y con la ley en la mano. En aquel
lugar en el que te encerraron

viste una fotograf�a de Diego
reci�n casado con otra mujer.

No sabemos qui�n es esa mujer
ni sabemos d�nde se cas� con �l.

Si descubrimos d�nde est�
esa mujer,

tu matrimonio con Diego
ser�a nulo por bigamia.

Tu marido dejar�a de ser tu marido
y dejar�a de tener poder sobre ti.

�Y por d�nde empezamos?

Empecemos por que me cuentes
todo lo que sepas de Diego

antes de que os casarais.
S� poco.

Ya ni conf�o en que lo que
me haya contado sea verdad.

Eso ya lo comprobaremos.
Vamos, cu�ntame.

Naci� en un pueblo no muy lejos
de aqu�, Valtejar.

Sus padres murieron
cuando �l todav�a era un cr�o.

De all� se fue a Barcelona
y creo que empez� a trabajar

en una asesor�a,
Fornells me parece que se llamaba.

Bien. Tiraremos de ese hilo.

Contactar� con unos conocidos
que tengo en Barcelona

para que llamen a esa asesor�a.

Y hoy mismo t� y yo nos vamos
a ese pueblo, a Valtejar,

a ver qu� sacamos en claro.
Yo no podr� acompa�arte, Maite.

Pues si tengo que ir sola,
ir� sola.

�A ver qui�n me va a acompa�ar
a hacer algo as�?

Julio.

Julio.

Espinosa,

�ser�a tan amable de servirme
un poco de ese Jerez?

No me hagas esto, por favor.

No es justo.

No me hable de lo que es justo
y de lo que no lo es.

Se lo ruego.

Si la se�ora de Murqu�a
no desea nada m�s...

S�, s� que lo desea.

La se�ora Murqu�a le estar�a
muy agradecida

si hiciera el favor de acompa�ar
a su amiga Maite

a hacer ciertas pesquisas
sobre el se�or Murqu�a.

Lo siento, pero la amiga
de la se�ora de Murqu�a

tendr� que valerse por s� misma.
Pero cr�ame, no se le da nada mal.

Julio, cuando acabes de atender
a la se�ora, baja a la cocina.

Queda poca loza
y hay que limpiarla.

Ahora mismo.

�Algo m�s, se�ora de Murqu�a?

No, nada m�s, Espinosa.

-�Qu� haces ah� plantado, Mateo?
Ocupa tu sitio.

-Don Diego, ha preguntado
por usted una se�orita,

do�a Celia Belledur.
-Belledur.

No me hablar�s de la hija
del empresario lbrahim Belledur.

-S�, se�or. Dice que estaba de paso
y que quiere hablar con usted.

-�De paso ad�nde, Mateo?

Algo tiene que haber venido a hacer
esa mujer en el hotel.

Hazla venir al despacho.
-Ya est� dentro, se�or.

No me ha dado ocasi�n
de imped�rselo.

-Qu�tate del medio.

-Yo no soy una mujer f�cil,
se�or Murqu�a.

Casi nada ni nadie me complace,

pero cuando algo es de mi gusto,
lo persigo hasta obtenerlo.

-�Podr�a ser usted
un poco m�s concreta?

-Quiero comprar el Gran Hotel.

-Es una l�stima
que no est� en venta.

-Todo est� en venta, querido.
Podr�a pagarle al contado.

Pongamos...
�tres millones de pesetas?

-Vale por lo menos el doble.
-Muy bien.

Entonces, pongamos el doble:

seis millones.

-Hay que reconocer el estilo,
se�orita,

pero insisto
en que no est� en venta.

-Querido, yo no tengo
la menor vocaci�n hotelera,

pero quiero hacer de su hotel
mi casa,

mi residencia en el sur de Europa.

-Si le parece, deme un m�nimo
de tiempo para pensarlo.

No le prometo nada,

pero tampoco le digo que no.
-Pi�nselo,

pero no tarde en tomar su decisi�n.

Supongo que no le parecer� mal
que entretanto

y pesar de las circunstancias, me
aloje en su hotel, se�or Murqu�a.

-Dar� las instrucciones
necesarias.

La instalaremos en la mejor suite.

Pero �qu� clase
de desprop�sito es este?

Lo siento, se�ora,
el se�or Murqu�a ha decidido

trasladar sus cosas
a otra habitaci�n.

Quiere esta libre
para un hu�sped.

�Un hu�sped? El hotel no acoge
hu�spedes por el momento.

Salvo que el due�o del hotel
as� lo disponga.

No debiera tomarse esto as�.
A fin de cuentas,

y aunque solo sea porque estoy
casado con su hija,

no la voy a dejar en la calle.

Se ve que de verdad quieres a
Alicia m�s de lo que te gustar�a.

Ocupar� usted una habitaci�n
m�s modesta,

acorde con su actual condici�n.

Eres un miserable.

Eso no parec�a importarle
cuando me ten�a de su lado.

Maldigo el d�a en que confi� en ti.

Renegar el pasado
no lo va a cambiar, se�ora.

Ahora es usted lo que es: nadie.

Nada.

�Alguna de vosotras
sabe qui�n es el hu�sped

que viene a ocupar
mis habitaciones?

Es curioso, debe estar empez�ndome
a fallar el o�do

porque no os oigo.
Josefina dice que oy� a Rub�n

decir a Marisa que Gerardo
le contaba a Celestina,

la novia de Mat�as...
Al grano, Natalia.

Dicen que la oyeron decir
que ven�a a comprar el hotel.

Fuera.

Soy Teresa Aldecoa Alarc�n,
la due�a del Gran Hotel.

Por lo que he o�do,
ha dejado de serlo.

Soy su leg�tima propietaria,
se lo aseguro.

Todo lo dem�s es circunstancial.

Y cualquier decisi�n referida
a este hotel

tiene que ver conmigo,
incluida su venta.

Ya veo.

Si lo que le preocupa
es un simple rumor, descuide.

No tengo intenci�n de comprar
este hotel, sea suyo o no.

No le negar� que al principio
ven�a con ese prop�sito,

pero tambi�n ignoraba el alcance
de la desgracia que han vivido.

Comprar el Gran Hotel
ser�a un gran desperdicio.

Supongo que eso que dice
deber�a tranquilizarme,

pero lo cierto es
que tambi�n me ofende.

Pues no se lo tome a mal, se�ora.
Estoy segura de que conseguir�n

restaurar el edificio
hasta dejarlo igual que antes.

O quiz�s mejor, qui�n sabe.
Pero �y la clientela?

�De verdad sigue pensando
que alguien querr� hospedarse aqu�?

�Qui�n querr� alojarse en un lugar
que ahora evoca la desgracia,

la muerte?

Creo que invertir� mi dinero
en comprar otro hotel.

Y ahora si me disculpa,
me gustar�a reposar un rato.

A solas.

Que descanse.
Gracias.

-Aseg�rate de llevar esa maleta

a la habitaci�n
de los se�ores Taberner.

-Mateo, llama al ch�fer, quiero que
me lleve a la estafeta de Correos.

-Lo lamento, se�or,

pero una clienta acaba de requerir
sus servicios.

-�Qu� clienta?

-La se�orita quiere
que la lleven a Valtejar.

Puede que tarden, don Diego.

-No conocer�s el asunto
de ese viaje, �verdad?

-Habl� por tel�fono con un cura.
Algo de unos archivos del pantano.

-Ya s� que no tiene mucho sentido,
pero es lo que le o� decir, se�or.

-Avisa al ch�fer de reserva.
-Ahora mismo, se�or.

-A Valtejar, por favor.

�Se puede saber qu� haces t� aqu�?
A Valtejar, �no?

No recuerdo haberte invitado.

Yo tampoco te invit� a ti
a acompa�arme a Santaella

y te dio igual.
No es lo mismo.

Se trata de un asunto
que no te concierne.

S� lo que vas a buscar all�.

Y si eso que Alicia se libere
de su marido, me concierne.

�Ad�nde vas?
A buscar un ch�fer.

Si haces eso, me ver� obligado
a partirle la cara a un compa�ero.

Yo llevar� el coche hasta all�.
Te despedir�an.

S�, seguramente. S�.

�Vamos, se�orita?

-Se�or Murqu�a,

parece urgirle algo.

-Es usted muy observadora,
se�orita.

En efecto tengo que salir.
Le aseguro que de poder retrasar

el viaje, es lo que har�a.
Espere a que vuelva, se lo ruego.

-No tengo inconveniente,

siempre que usted est� valorando
mi oferta.

-No tenga usted duda de eso.

Espere a que vuelva.
Lo har� cuanto antes.

Mateo, querido,

�has o�do algo de la conversaci�n
entre don Diego y esa se�orita?

"Ver, o�r y callar".

Ese era el lema de don Benjam�n,
y procuro aplic�rmelo, se�ora.

�Hace falta que te recuerde
que tu mentor

result� ser un asesino m�ltiple?
No, se�ora.

�Y bien?

La se�orita Belledur
espera a que Diego decida

si le vende el hotel o no, se�ora.
A partir de ahora

tu lema ser�: "Mirar,
escuchar y correr a cont�rmelo".

�Entendido?

Ya hemos llegado.
�C�mo que ya hemos llegado?

No me digas que el pueblo
est� debajo del agua.

Hemos hecho el viaje en balde.
Bueno, habla por ti mismo.

Yo ya me hab�a informado de esto.
Entonces, �qu� hacemos aqu�?

Ver al cura.
Necesitamos pruebas, no un cura.

Es que puede que ese cura
tenga las pruebas que buscamos.

Claro, entre misa y misa,

se pone el traje de buzo
y se da pase�tos debajo del agua.

�Sabes que eres insufrible?

Me pregunto qu� puede haber visto
Alicia en alguien como t�.

El pueblo no siempre est� as�.
En verano baja mucho el agua.

Ah� es cuando el cura aprovecha
para sacar cosas de ah�, �no?

El cura no saca nada.

Se lo llevan los paisanos
porque �l no puede hacer nada.

No puede. �No puede o no quiere?
�Menudos son los curitas!

-Es ciego.

El cura es ciego.
�Lo comprendes ahora?

(Puerta)

-�Es usted, se�orita?

�Qui�n es? �Qu� quiere?

-No se preocupe. Por una vez,
su ceguera es algo bueno.

Le ha salvado la vida.

-Por favor, por favor.

Soy un pobre ciego.

Es por aqu�.
�Esta es su casa?

S�, creo que s�.

Espero que est� en casa.

�Qui�n era?
No he podido verlo,

pero estoy seguro de que es �l.
Diego.

Si era �l, se nos ha adelantado.

Est� claro que todo esto
lo ha sacado del agua.

(Ruido)

Puede que lo recuerde, naci� aqu�,
su nombre es Diego Murqu�a.

-S�, s�, fue una de las dos
personas que se salvaron

de morir ahogadas cuando la riada
cubri� el pueblo.

La otra fui yo.

Ah�, junto a la estatua
de San Pedro,

tengo enmarcada la portada
de un diario de entonces,

de cuando la tragedia.

-No hay ninguna portada
de ning�n diario.

�Sabe su Diego Murqu�a
estaba casado?

S�, lo cas� yo,
con Remedios S�nchez Ruiz.

Pues Diego Murqu�a
se ha vuelto a casar.

Me alegra, me alegra o�r eso.

Yo mismo le ayud� a sacar
el cuerpo de su mujer del agua.

Su muerte lo destroz�.

Muchas gracias, padre.

V�monos.
Disculpe.

Ya hemos encontrado la primera
esposa de Diego y est� muerta.

Diego era viudo cuando se cas� con
Alicia. �Qu� tiene eso de ilegal?

No hay m�s qu� buscar.
�Y por qu� Diego ha venido aqu�?

No lo s�, pero lleg�
antes que t� y que yo.

�Y si queda algo m�s?
Lo que quede importa poco.

V�monos al hotel.
No, yo voy a seguir buscando.

�Es que me vas a dejar sola?
Si lo que te importa es el coche,

no te preocupes,
te lo puedes quedar.

-Dejad lo que est�is haciendo
para despu�s.

Vamos, fuera de aqu�.

�C�mo se te ocurre entrar aqu� sin
llamar? Sal de aqu� ahora mismo.

-No sin antes decirle
lo que he venido a decirle.

-�No me has o�do?
Te he dicho que salgas.

-�Y qu� va a hacer si me quedo,
despedirme?

-Me parece que t� no sabes
qui�n soy yo.

-S� lo suficiente.

He visto lo que ha quemado.

-Ya est�.

Ya est�.

(Puerta)

Adelante.

Mateo, lleva estas cartas
a la estafeta.

-�Por qu� se lo ha pensando tanto?
-�De verdad quiere saberlo?

Por mi esposa, Alicia,
tem�a perderla si vend�a el hotel.

Mateo.

-�Entonces ha hablado con ella?
-No ha sido necesario.

Ella permanecer� a mi lado
pase lo que pase.

Ahora lo tengo m�s claro
que nunca y ella tambi�n.

Pero aqu� hay ciertas personas
que me resultan enojosas.

-Su suegra.

-Mi suegra es un problema
que s� barajar.

Pero mi mujer tiene amigas
demasiado curiosas.

Con este dinero Alicia y yo
podremos marcharnos

a cualquier lado, solos,
y empezar de nuevo.

-Realmente podr� irse muy lejos.

No le estoy pidiendo un favor.
No, no me ha entendido.

Me da igual que ese hombre
est� ocupado, no quiero a otro.

Que venga a verme en cuanto llegue
al Gran hotel.

Se�ora.
Lo �nico que tiene que hacer

es esperar en el vest�bulo, ser� la
mujer a la que me acerque a besar.

Es imprescindible que recupere
ese documento.

Descuide, se�ora.

�Ocurre algo, se�ora?

No, �ngela, no ocurre nada.

�Qu� sucede?

He estado en Valtejar, con Maite.

�Y? �Descubristeis
con qui�n estuvo casado Diego?

S�.

Se llamaba Remedios S�nchez.

Se llamaba.

Muri�.

Alicia, Diego es viudo.
Lo siento.

Est�is casados
hasta que la muerte os separe.

�Qu� vamos a hacer?

No lo s�, pero yo no puedo irme.

Esta vez no tiene
por qu� dar con nosotros.

No iremos donde espera
que vayamos.

Julio, no lo entiendes.
Diego est� dispuesto a hacer

cosas terribles
y ya nos lo ha demostrado.

El plan de Maite
era nuestra �nica esperanza.

Nuestros hermanos eran todos ellos
j�venes, todos humildes.

Cuando vinieron a servir al
Gran Hotel buscaban una vida mejor,

una esperanza.
Pues, querid�simos feligreses,

creedme, han encontrado
las dos cosas.

All� donde ahora est�n
disfrutan de la mejor de las vidas

y no albergan ya esperanza alguna
porque han visto cumplirse

la esperanza plena,
la vida eterna.

Oremos por ellos en silencio.

-Ave Mar�a pur�sima.
-Sin pecado concebida.

�De qu� te acusas, hija?

Por grave que sean tus pecados,
la misericordia del Se�or

siempre es mayor. No temas
contarle lo que te atormenta.

-He hecho cosas que me quitan
el sue�o, padre.

Y cuando duermo es peor.

Cuando sue�o, cuando...

-Que tus malas obras te desvelen
es se�al de que hay

una buena cristiana en ti.
-No, padre, no la hay.

-Eso d�jame juzgarlo a m�.

A ver, �cu�les son esos pecados
que te impiden dormir?

(Llanto de un ni�o)

No re�ne las condiciones, querido.

Cualquier hombre que se casara
con ella ser�a muy afortunado.

�C�mo cu�nto de afortunado?
En pesetas quiero decir.

Ese aspecto lo desconozco.
Una enfermera.

Madre, creo que es el esp�ritu m�s
puro que he conocido en mi vida.

No lo dudo. Pero �de verdad crees
que casarte con una enfermera

ayudar� a la familia a salir
de la ruina?

Te hemos sacado de apuros
desde que naciste.

Ahora, por una vez, tu familia
necesita que la ayudes t�.

Llamar� a la hija de don Basilio
Felgueroso, la invitar� a cenar.

�Necesitas ayuda?

No, no, gracias.
�Me disculpa un momento?

Veo que ya est�s totalmente
recuperado de tu fusilamiento.

Iba a invitarte a una copa, pero
ya conoces el estado de mi petaca.

Ahora no puedo, estoy ocupada,
pero despu�s estar� libre.

Estar� encantado de dar
un largo paseo contigo.

Y luego podr�amos ir a cenar.
�Cenar?

Lo siento, igual he sido
demasiado atrevida.

No, no, no, est� bien cenar,
me gusta mucho cenar.

Pues cenemos entonces.

Tu compa��a es muy agradable,
pero no puedo quedarme eternamente,

tengo heridos que atender.
Yo tengo el coraz�n destrozado,

deber�as curarme primero.
�C�mo se puede tener

tanta desfachatez?
Es lo poco que me queda.

Ya has visto c�mo est� el hotel
y despu�s del fusilamiento

imag�nate d�nde ha quedado
mi dignidad.

Solo me salva
la falta de verg�enza.

Te aseguro que es muy �til
en muchas circunstancias.

Pero no para conquistar a una dama,

para eso siempre es mejor
un gesto t�mido y unas flores.

El gesto t�mido
me va a resultar m�s dif�cil.

Gracias.

No quiero interrumpir
tus galanter�as, pero tengo hambre.

No te lo he dicho,
pero la cocina no funciona.

Me conformar� con cualquier cosa.
He quedado con alguien para cenar.

�Tienes otra cita?
No, no. Ven, ven.

�Qu� haces?

Javier.

Ya ver�s, mi hijo est� deseando
conocerte. Le hablaron mucho de ti

y estoy segura
de que congeniar�is al instante.

Otra cosa no, pero tiene fama
de ser un joven muy divertido.

S�, lo es.
Deber�a abofetearte.

Hazlo, pero no hagas ruido.
Es otro.

Javier, hijo, por Dios.
Madre...

-�Do�a Laura?
-Don Alfonso.

No me extra�a que la conozca
con ese comportamiento.

Claro que s�, los Montenegro son
amigos de la familia de siempre.

�Laura Montenegro,
de Aceros Montenegro?

S�. Bueno, tambi�n tenemos
una naviera y unas minas de algo

en Argentina.
Pero �c�mo no me hab�as dicho nada,

Javier?
Una enfermera.

Es que me gusta ayudar
a quien lo necesita.

No sabe lo que admiro
su labor humanitaria

y lo que me alegra
que congenie tan bien con Javier.

Ahora tengo que atender
una visita,

pero luego seguro
que tenemos tiempo para tomar t�,

caf� y conocernos mejor.
Encantada.

Es que es deliciosa.

Vamos, vamos. Por aqu�.

(CARRASPEA)

Me gustar�a estar sola.
Hemos encontrado a alguien

con ese nombre, Ezequiel.
Puede ser otra persona.

Es el due�o de una casa pr�xima al
laberinto donde estuvo secuestrada.

�Y c�mo sabe que es �l?
No lo s�, por eso vine a verla.

Tengo a ese hombre en el cuartel,
si lo oyera hablar,

podr�a decirme si es la misma voz
que oy� en el barco.

�Reconoce que es usted
el propietario de la finca

donde estuvo retenida
la se�ora Murqu�a?

-S� estuvo en el lugar que dice,
as� es, pero hace meses

que no voy por all�.
-�No? �Por qu� no?

-Porque la alquil�.
-Tendr� una copia

del contrato de alquiler.
-No.

-Al menos sabr�
el nombre de su inquilino.

-Me pagaron el doble
para que no hiciera preguntas

ni hubiera contrato.
-�Eso no le pareci� sospechoso?

-Mucho.
Es �l, es el hombre que escuch�

en el barco.
�Est� segura?

S�.

-Lo ha identificado, detective.

-�De qu� est�n hablando?
-Se�or Rodr�guez, la se�ora Murqu�a

le oy� hablar con las personas que
la raptaron la noche de A�o Nuevo,

as� que m�s vale
que diga la verdad.

-Lo siento mucho, pero su testigo
debe estar confundida,

pas� el d�a de A�o Nuevo
en Santander.

-Lo cual no podr� demostrar.
-S�. Estuve en la fiesta

del casino y cualquiera
se lo podr� confirmar.

Me fotografiaron con el alcalde.
Si quiere, facilito la direcci�n.

Me parece que las fotograf�as
salieron en los diarios.

Si no tiene m�s preguntas,
me gustar�a regresar.

-�C�mo ha ido?
-Bien, no tienen nada consistente.

-Perfecto.

Qu� pena que no se pueda quedar
alg�n d�a m�s.

No se apure, volver� pronto.
Eso espero.

-Su chaqueta, do�a Celia.
-Gracias.

(Timbre)
-Es del dormitorio

del se�orito Andr�s.
Avisar� a la enfermera,

ha ido a acostarse.
-Yo me encargo.

-�Est�s segura?
-Claro que estoy segura.

-�D�nde est� la enfermera?
-Se indispuso. �Qu� le pasa?

-La herida me duele mucho.
-Tiene fiebre,

me parece que se le ha infectado.
-Hay que cambiar las vendas.

Yo vi c�mo lo hac�a;
si quieres, puedo.

Demos media vuelta.

(CHlSTA)

-No s� qui�n es usted
ni qu� quiere,

pero no me mate,
le dar� lo que pida.

-La cartera.

-Tome, ll�vesela.

Se�ora.

S� que has tardado en volver.

Veo que no le has contado
que me dejaste sola

en aquel pueblucho.

Este es el libro de muertos
de la familia Murqu�a.

Esta es Remedios,
la primera mujer de tu esposo.

Muerta y bien muerta.

No, esta no es la mujer
que yo vi en el retrato de boda.

Esta no es la mujer
con la que Diego se cas�.

-Ave Mar�a Pur�sima.
-Sin pecado concebida.

Dime, �de qu� te acusas?

-Tengo dos muertes
sobre mi conciencia.

Soy una asesina, padre.

-Disculpe el atrevimiento,
�puedo pedirle un favor?

-Cualquier cosa, lo que sea.

-�De qu� conoces
al nuevo sacerdote?

-Te vi hablar con �l.
-S�, pero no le conozco.

-�Hay algo que deba saber?
-�Qu�?

El rumor es cierto,
el Gran Hotel cerrar� sus puertas.

�C�mo has podido?

Eres la �nica salida,
debes casarte con Laura.

�Quieres casarte conmigo?
M�s que nada en este mundo.

Que se casen, pero la novia
no traer� dote al matrimonio.

Camila. �Eh, Camila!

-Tus penas son mis penas, lo sabes.
-Hijo.

-Es una zorra sin coraz�n.

Se�ora.
Me figuro que es el nuevo ma�tre.

S�, se�ora, Jes�s Manzano Cisneros.

Do�a Celia se march� del hotel
tras cerrar sus negocios

con usted, ahora tiene un contrato
que no existe, dinero

y una mujer desaparecida.
Yo pensar�a que usted le rob�

ese dinero
y luego acab� con su vida.

-�Qu� significa esto?
-D�melo t�.

Ni se le ocurra, ni se les ocurra,
dar un paso por su cuenta.

Por supuesto, detective.

Acomp��enos, por favor.
�Julio!