All language subtitles for Mayerling (1968)

- Así que a esto hemos llegado.
Los dragones austriacos,

en las calles de Viena,
desenvainando las espadas...

contra su propio pueblo.

- Conde Taafe. Ordene
a la policía que sea

estrictamente justa. Que
sea severa, pero justa.

Mi pueblo debe aprender.

- No tienen derecho a
detenerme. Soy esloveno.

Y yo soy Checo.

- Aquí no hay checos,
eslovenos, croatas, ni húngaros.

Somos todos leales súbditos
del Emperador austriaco.

- Llévalo a las celdas.
- El siguiente.

Vamos.

- Documentación, nombre.
- Moritz Szeps

- Que sorpresa. El director del
Daily News en una comisaría.

No es nada sorprendente, Señor.

En un estado policial, este
año es mi primera visita.

- Y esta vez, ¿cómo explica su presencia
en una manifestación estudiantil?

- Pasaba por ahí. Por
cierto, no hubo desordenes

hasta que la policía y
los soldados llegaron.

- Puede que si usted pasara por otra parte,
los disturbios no fueran tan frecuentes.

¿Está sugiriendo?

- Como judío mi cita sobre
el nuevo testamento...

probablemente no tenga sentido para usted.

- Quédese a disposición de la policía
para posteriores interrogatorios.

- Naturalmente... No
tengo nada que ocultar.

- Tiene suerte. Ojala pudiera
decir lo mismo. El siguiente.

- Documentación.
- No tengo.

- Entonces su nombre.
- Rudolph.

- ¿Rudolph qué?
- Escoja. Rudolph, Franz, Charles.

- Y sin documentación.
Tendrá mucha suerte si no...

- Alteza Real, perdóneme, yo...
yo no quería.

- Claro que le perdono,
naturalmente. A cambio usted

perdonará a estos amigos.
Y los liberará de inmediato.

- De inmediato, Alteza Real.
- Gracias.

Tengo frío, mucho frío.

Gracias.

- Alteza.
Tiene que pasar directamente.

- ¿Por qué? Después de tantos
años. Parece tan necesario

que el ejército adopte un
nuevo sistema de gruñido.

- Durante 3 siglos...
nos las has hemos arreglado

perfectamente con
polvo de tiza y pintura.

- Al parecer el nuevo engrudo parece
más conveniente en el servicio activo.

- Nunca permitiré, que
se cambie por cambiar.

No. Rechazado.

- No recuerdo haberte dicho que te sientes.
- No, Señor.

- Cuando de niño te portabas
de forma insolente, y te castigaba.

- Recuerda que aún hay
castigos que puedo infligirte.

Sí.

- Una vez me tuvisteis excavando
en la nieve durante horas. Tenía 6 años.

¿Se acuerda, señor?

- En un aspecto has
sido perseverante. Me has

decepcionado siempre.

- No montas tan bien como tu madre,
no disparas tan bien como yo.

Deseaba que aceptaras un
destino en la guardia imperial,

y escogiste un regimiento
dotado de oficiales inútiles.

Te busqué una princesa
española para contraer

matrimonio, y la
abandonaste por una belga.

En la vida pública, te
opones a mi política.

Y te asocias con liberales,
anarquistas, judíos...

Mira eso.

Sus espías trabajan deprisa.

- Lo suficiente como para
describirme tus compañías.

- Moritz Szeps, pasaba por allí.
- Pasaba por allí.

- Justo a tiempo, para ver
a los húsares imperiales,

arremeter contra un puñado
de jóvenes que protestaban

- Contra el orden.
Protestaban contra el orden.

Soliviantados por tus amigos
de la prensa socialista.

- Nos vemos tan raras veces que deberíamos
aprovechar la ocasión. Tu vida privada...

Me pertenece.

No, pertenece al pueblo.

- La semana próxima, se
celebrará públicamente tu quinto

aniversario de boda.

- Preferiría que hasta entonces, tu vida
matrimonial, fuera más convencional.

- Tan convencional como la
suya, Señor. Con la Emperatriz,

viajando de un extremo al otro del mundo.

Sin estar más de dos
semanas seguidas en casa.

¿Qué le ha impulsado a marcharse?

- ¿Qué le ha impulsado a irse? Padre.
- Puede que tu madre y yo. A nuestro modo.

- Nos queramos, puede que
nos queramos a nuestro modo.

- Tu madre me escribe,
diciendo que reza para que

algún día, encuentres la
felicidad con Stephanie.

- ¿Le preocupa nuestra
felicidad, o ese heredero

varón que aún no le hemos
dado a los Habsburgo?

- En todo caso, si algo me ocurriera,
aún le queda el Archiduque Ferdinanz.

Mi sobrino no nació para ser Emperador.

- No parece pensar que
su hijo sí naciera para serlo.

- Rudolph.
- Señor.

¿Por qué hay un muro entre nosotros?

- Usted debería saberlo.
Lo construyó usted.

Destruyeló, padre.

¿Qué tal las maniobras?

¿Vas a estar al mando de la
tercera unidad del ejército?

Bueno, soy el segundo en el mando.

- Y el viejo General, tiene dificultades
últimamente para subir y bajar del caballo.

- En Viena, las personas
parecen tener gran longevidad.

- Si te refieres a mi padre,te diré
que lleva estupendamente sus 60 años.

- Toma alimentos hervidos,
... y además bebe con moderación.

Y también hace ejercicio diario.

- Puede que no seas Emperatriz
hasta llegar a su edad. Querida.

¿Qué joyas vas a llevar?

¿Eso importa?

- Tu madre llegará tarde y vestida de negro,
y prácticamente sin joyas.

- Todos los ojos se posarán sobre ella,
en cuanto llegue a Viena.

- Ni siquiera sabremos si vendrá.
Está cazando el zorro en Inglaterra.

- Oh, vendrá. Siempre viene cuando puede
hacer una interpretación de madre perfecta.

- Stephanie, ten mucho cuidado
cuando hables de la Emperatriz. ¿Me oyes?

- Siempre te pones de
su lado y en mi contra.

En nombre de cielo, soy su hijo.

- Me alegro que lo
recuerdes. Porque a veces te

veo mirarla, no como un
hijo se mira a su madre.

- Siempre te he considerado
una burguesa mojigata.

Pero nunca pensé que tu mente...

en el caso que la tengas,
pudiera ser tan malévola y mezquina.

- Como vuelvas a decirme algo semejante,
te partiré ese maldito cuello belga.

- ¿Conoce a la chica? Es nueva para mí.
- Una bohemia. Se llama Marinka.

- ¿A qué se dedica?
- Baila. Es lo único que puedo decir.

- Perdóneme. Hace mucho calor.
Necesito cambiar de aires.

Quiere decir que necesita un cambio.

- ¿Estará aquí mañana por la noche?
- Si alguien me invita.

Considérese invitada.

- ¿Eres tú? Marinka.
Enseguida voy.

- Le dije a Hoyos, que bañara a su gitana.
Mientras tanto... si está aburrido.

Mitzi Kaspar, eres...

- La súbdita más leal y
obediente de su Alteza Real.

Si eres la súbdita más leal...

en primer lugar te quitarás
el resto de la ropa.

Lo primero, está hecho.

Después, te meterás en la cama.

- Eso también...
está hecho.

¿Y en tercer lugar?

En tercer lugar...

- Deduzco que su Alteza está aburrido.
- No. Su Alteza está muy aburrida.

- Conozco a muchos hombres que les
encantaría aburrirse con Mitzi Kaspar.

- No tiene la culpa esa pobre chica.
La culpa es del sistema.

¿Qué sistema?

- El sistema de tener
Archiduques y príncipes herederos,

mujeres dispuestas y disponibles.
La otra noche

en el baile de la corte,
la polaca de tez morena.

- Pedí que me la presentaran.
Bien, pues terminé

descubriendo, que ya me
había acostado con ella.

- ¿Ella se lo recordó?
- Tuve que echar mano de toda mi diplomacia.

- Hasta mi padre se hubiera
sentido orgulloso de mí. El pobre viejo.

- El Emperador no es viejo.

El Emperador nació viejo.

A los viejos les debería
estar prohibido gobernar.

- Tras nuestro encuentro esta noche
en el Pratel esta noche con los húngaros...

si sigue hastiado, podemos viajar...

- Ya hemos probado los viajes,
la política, el juego...

la bebida. No me gustan
los hombres jóvenes. ¿Qué queda?

Siempre está la inocencia.

- La inocencia, casi siempre
va unida a la ignorancia.

- No, creo que su excelencia deberá
resignarse a aburrirse mucho.

- ¿Les han seguido?
- Les despistamos...

¿Donde está el príncipe John
y sus hombres húngaros?

- Puede que no hayan conseguido
despistar a la policía, tan fácilmente.

- Hacía tiempo que no venía
a "Prater". Lea esto mientras

doy una vuelta, es mi artículo sobre...

la revuelta estudiantil.

- Espero que no haya que suavizar el tono,
como en su último trabajo.

- No se limite a darle una
ojeada, léalo es interesante. Creo

que se dicen cosas muy importantes.

- Sin sombrero y llevando el uniforme.
¿Cree que no le reconocerán?

- No, aquí no. Además los espías de Taafe
piensa que sigue en el Sacher.

- Permítame que le dé mi más cálida
enhorabuena, Princesa, en este feliz día.

- Su saludo llega a lo más
hondo de mi corazón, noble caballero.

Y bien, ¿a
qué se debe su visita?

Vengo a ver a su padre el Rey.

- ¿El rey? ¿Pero ha pedirle
algo valiente caballero?

Para pedirle su mano, adorada Princesa.

- ¿Jovencita, querría tomar una copa conmigo?
- Váyase, no le conozco.

- Lo siento pensé que estaba sola.
- La dama no está sola.

- Lo siento. Lo siento. No
sabía que estaba con ella.

Lo siento, lo siento pido disculpas.

- De mi corazón brotarán las palabras para
convencer a su padre y ganar su confianza.

- Te daré rápidamente antes
de que sea demasiado tarde.

Es usted igual que él.

- Ha mentido igual que él.
- ¿He mentido?

Le dijo que estaba conmigo. ¿O le conozco?

- Sin mis gafas no veo bien de cerca. Y soy
demasiado coqueta para llevarlas en público

- Podría alejarme unos
metros para que se diese

cuenta de que no nos conocemos de nada.

- Entonces hago mal en hablar
con usted igual que con él.

- ¿Igual de mal?
- No debo hacerlo. Pero gracias de todas...

- Hombre terrible, ¿quién es usted?
- Soy el diablo y he venido a llevármela.

¿Para qué? ¿Por qué?

- Porque voy a abrasarla,
voy a asarla y luego...

...la herviré en una sopa.
- Piedad, piedad.

¿Piedad, piedad? Eso jamás. Piedad, dice.

Oh, no.

- Que triste era.
- Ella se enamoró y fue castigada.

Mire.

¿Está seguro de que no nos conocemos?

- Ya se lo he dicho, es la
primera vez que nos vemos.

No se me había parecido...

¡Mire! Son preciosos.

- Sólo 5 jelers, anillen un cisne, anillen
un cisne y ganen un premio. Sólo 5 jelers.

Ahora me toca a mí. 10 jelers.

Tengo la sensación de
que los vamos a necesitar.

- Me ofende semejante falta de fe.
Tenga esto.

Falló. Que le había dicho.

Falló...

Esto se está haciendo monótono.

Falló...

Fa...

- Bien. Muy bien. Miren todos,
miren el distinguido oficial

gana una botella de Greenthink,
por sólo, por sólo...

...aquí tiene, Sr.

- No quería que atrajera
la atención sobre nosotros.

- Tengo sed estaba
deseando coger esa botella.

- Bueno no es la única botella
que hay en toda la feria.

- ¿Se convence de que tenía sed?
- Ahora creeré todo lo que me diga.

- Mi madre dice que
tengo modales de cochero.

¿Y es así?

- Tengo unos modales exquisitos.
A lo largo de mi infancia

tuve 7 gobernantas.

¿7? Debió ser una niña terrible.

- Bueno ya sabe lo que pasa.
¿Sus padres le comprenden?

- ¿He dicho algo gracioso?
- No, nada malo.

Ahora entiendo porque
tenemos padres, para que

nosotros sus hijos seamos
unos incomprendidos.

- Mis hijos no lo serán.
- Deduzco que no tiene hijos.

- ¿Está comprometida?
- Se puede decir que estoy perseguida.

- Eso lo entiendo.
¿Hay alguien con posibilidades de atraparla?

- Hay uno que sí lo cree, pero
es insoportable. Y los otros

están ocupados con sus
uniformes, sus caballos...

¿Quiere bailar conmigo?

- Iba a pedírselo yo, ya sé,
eso no lo hacen las damas.

...pero las hijas de los cocheros
pueden hacerlo si quieren.

- Cielos debe ser el mejor
bailarín del mundo.

Perdone tengo que irme, gracias y perdone.

- No es posible ella no
vendría a un sitio así.

- Querido amigo sin la
barba apenas le reconocía.

Es lo que esperaba.

- Hemos cambiado 6 veces
de carruaje de Budapest a Viena.

- Por cierto querido primo
te presento al Conde Karolyi

- Me alegro de conocerlo al fin.
- Buenas noches.

- Estoy impaciente por conocer las noticias.
- Un momento.

- Ante todo Karolyi ha sido
nombrado jefe de la sublevación Húngara.

¿Sí?

- Déjame que se lo
explique.

Para conseguir derribar
el actual régimen húngaro,

debemos contar no sólo con
los estudiantes, si no con...

...los intelectuales y los
oficiales descontentos.

También necesitamos la ayuda
de la gente corriente...

...propietarios, clase media.
Si vuelvo con el príncipe John,

como primo suyo su palabra
tendrá un gran peso...

...Y si puedo decir que
ustedes nos respaldan. Tendré la

ayuda de toda las clases
sociales. La necesitamos.

- Puede decirle a sus
amigos de Budapest. Apoyo el

derecho del pueblo Húngaro
a gobernarse a sí mismo...

Yo creo en las elecciones libres.

- Pero con la condición,
de que Hungría quede unida al Imperio.

Me esperaba algo más fuerte.

- Repito. Con la condición de que
Hungría quede unida al Imperio.

- Y recuerden
esto, amigos. Pretendo salvar el

Imperio, de ninguna manera desmembrarlo.

- Alabado sea Dios por darle
otro día de vida a su Alteza.

- Su programa para hoy
Alteza. A las 11 en el Palacio

Sherbrung, visita a su madre
la Emperatriz Elisabeth...

...a las 2 llegada a las estación para

recibir al príncipe de
Gales con quién cenará...

...mañana a las 11 partido de tenis con él.

- Prepare la orden Garter,
seguro que la reina Victoria le

preguntará a Eduardo
si la llevaba puesta.

Alteza ya conoce las órdenes.

- ¿Ordenes? ¿Ordenes de
quién? Del Conde Taafe...

- ¿Se ha convertido en uno de
sus espías? Ya es usted como

todo el personal del palacio...

...inquiriéndome, tratando de saber...
- Alteza.

- Es este maldito dolor de cabeza.
- ¿Ahora le duele?

No es el dolor, es el temor al dolor.

- Fue su madre la Emperatriz,
Alteza. No me lo ordenó,

me pidió que le ayudara
a dejar la morfina...

Es peligroso Alteza.

Hoy la veré. Bien, en su honor.

- Alteza, buenos días.
- ¿Mi madre, dónde esta?

- Su Majestad, la Emperatriz,
está en el invernadero. Le pide

que hoy no observe el protocolo...

- No se irrite, no lo haremos.

- En Inglaterra donde
cultivan las más bellas

camelias. ¿Sabe lo que utilizan
para abonar las plantas?

No, majestad.

- Hojas de té. Vacían los posos
de las teteras en las raíces.

- Bien nosotros haremos lo
mismo Majestad. Hojas de té.

- Antes habrá que encontrar en Viena
alguien que beba té en vez de café.

- Quizá, habrá que preguntar
en la embajada Británica.

- Pareces contento de verme.
- Me alegra verte.

- Deberías haber anunciado tu presencia
en vez de haberte quedado ahí de pie.

- Madre, ha sido una sensación
maravillosa el oír el tono de tu voz.

Madre, que sorpresa tan maravillosa.

- El que hayas venido a la
celebración de mi aniversario

de boda, casi me compensa
estos horribles 5 años.

- Hace un calor espantoso. ¿Podemos salir?
- Claro que sí.

Hasta mañana entonces. Gracias señores.

- Tienes aspecto agotado.
Demasiadas noches en Sacher.

Conozco tus andanzas
aunque esté en Inglaterra.

Y ¿esa jaqueca, estás mejor?

- Si quieres saber si sigo
tomando morfina, sí. Pero no

tan a menudo y hoy en
tu honor no me inyectado.

- También sé que me
espiabas. ¿Cómo lo sabías?

Pero también sabrás que te queremos.

- Supongo que mi Padre piensa
lo mismo. Que me quiere.

No lo supongas.

- Pero me muestra su cariño
de una forma francamente extraña.

- Tan extraña como tu forma
de demostrárselo a él.

- En todo caso es una
felicidad volver a verte.

- La monotonía de esa
frase tiene cierto encanto.

- ¿Por qué desapareces
de repente y tan a menudo?

Un día estás y al día
siguiente te has ido...

Ni siquiera te molestas en despedirte.

- Odio decir adiós. Me parece
terriblemente definitivo,

yo nunca digo la palabra adiós...

¿Y mi nieta?
O también odio decir esa palabra.

- Es encantadora, afortunadamente
no ha heredado nada de sus padres.

- Puede que la melancolía afecte a
toda una generación. Como la locura.

En esta familia, eso nunca sería

considerado una broma.
No en esta familia. Jamás.

- Querido Eduardo qué
alegría verte de nuevo.

Encantado de verte a ti, primo. Por aquí.

- ¿El tuyo o el mío?
- Perdón.

- El himno nacional, estoy sordo como una tapia.
No distingo un himno de otro.

- La marcha Radeski por
el mayor de los Strauss.

Oh, claro.

Bienvenido, su Alteza.

Hoyos.

- La guardia de honor está
preparada para la revista.

Unos hombres muy apuestos.

- ¿Cómo esta la reina Victoria?
- Asombrosamente saludable. ¿Y tu madre?

- Vosotros la veis más por
Inglaterra que nosotros aquí.

- Hoyos lleva un uniforme precioso,
lo copiaré para mis guardias.

Muy bien sargento, muy bien.

- ¿Y Buffalo Bill, sigue en Londres?
- Muy gracioso ¿verdad?

Se ha marchado a
Alemania. Cree que el Káiser

le ingresará rápidamente
en la caballería.

- Pobre Guillermo deberíamos
esforzarnos en quererle un poco.

- No le soporto aunque sea mi primo.
- Gracias a Dios no eres mi primo.

- Ah, una condecoración
británica, muy bien.

No, no soy tu primo pero sabes podría haber
sido fácilmente tu padre.

¿Mi padre?

- Me resultó totalmente imposible conocer
a Elisabeth sin enamorarme de ella...

Sigue siendo la mujer más
bella de Europa. Lo malo es

que andaba tan rápido que
nunca pude seguirle el paso.

- Le he traído dos fois homme para
que mejore la raza de su jauría

¿Por qué siempre pondrán alfombras rojas?

- Las estaciones son
un lugar ideal para los

asesinatos. En las alfombras
rojas no se nota la sangre.

Bravo. Muy bien, excelente.

- ¿Dime, de dónde es?
- Marinka, es una gitana Húngara.

- Rudolph, en el Imperio Británico
tenemos todo tipo de raza y colores...

...pero he mirado en el mapa y no
tenemos ni un solo súbdito húngaro.

Y mucho menos a una húngara tan guapa y
tan buena bailarina como ella, Marinka.

- Bien, cuando seas rey podrás cambiarlo.
Anexiona Hungría.

- ¿Cuándo? Olvidas que mi
madre sólo tiene 85 años, sólo 85.

El Emperador tiene 60, sólo 60.

- Dios mío, estamos aquí
sentados 2 herederos al trono

esperando que alguien muera,
para que nuestra vida...

...tenga sentido.

- Creo que... - Gracias Srta. Mitzi. Creo que
hay que llegar a un acuerdo con la vida.

O aceptas compensaciones como estas o

enloqueces con la frustración
de una espera eterna.

Me consideran un lujurioso,
un libertino, dicen que juego

mucho. Y ciertamente me alegra decir...

...que todo ello es
verdad. Pero al menos habré

compartido las emociones,
la experiencia...

...de mi pueblo. Y habré vivido
antes de convertirme en rey.

A veces me pregunto
por qué se quiere tener ese puesto.

¿Por qué?

- Mi padre puede decírtelo.
Un hombre nace para ser rey

el destino, el derecho divino,
lo tiene todo en sus manos.

- No seas tan sarcástico amigo.
Tu padre lo hace muy bien.

Tiene todos los atributos para reinar...

...tiene toda la habilidad diplomática.

- Y la testarudez, la
oposición a las nuevas ideas.

Lo que puede aportar un hombre joven.

Los estudiantes aquí en Viena
están vivos, llenos de ideas.

Pero para él son criminales

porque disienten. Los trata como criminales.

Marinka

- Una bellísima criatura, y
desgraciadamente no es británica.

Pero no importa es igualmente bella.

- No suele llevar mucha ropa...
pero en honor del príncipe de Gales.

La honra en exceso.

- ¿Y dime, habla inglés?
- Sólo húngaro.

- Por alguna intuición de
mi madre nunca aprendí esa

lengua. Y ahora veo que
quizás lo hizo queriendo.

- Creo que ya he entendido
lo que quieres decir Edward.

- Edward, debo dejarte. Asuntos de Estado.
- ¿De verdad?

- Un par de horas.
- La puerta azul, una escalera privada.

Ven siéntate, querida. Tomemos champagne.

¿Qué noticias hay?

Bravo Edward, hermoso juego.

- El problema es que
realmente no sé si juego bien

porque siempre me dejan ganar.

Gracias, por el juego señor.

- Baltazzi, que le sirva de
lección por venir y ganar nuestro

derbi del año pasado.

Espero volverle a ganar, Sr.

- ¿Contra mi caballo?
Lo considero una monstruosa impertinencia.

- Por cierto no acabo de ver
a su hermana y a sus dos sobrinitas.

- Ya no son tan pequeñas
señor. Dos mujercitas no se

atrevieron a saludarle pensando
que no las reconocerías.

- Tonterías diles que no
vuelvan a salir corriendo, me

gustaría saludarlas
cuando me haya refrescado.

Muy bien, Sr.

- Alteza, creo que esto puede aliviarle.
- Querida, muchas gracias.

Edward, ¿quién es tu amigo?

- Vive en Viena, su
hermana es Elena Vetsera.

Nunca había oído hablar de ellos. ¿Y tú?

- Viuda del Barón Vetsera, no
pertenecen a la vieja nobleza

y nunca han sido recibidos en la corte.

- Pero es miembro del Jokey
Club yo mismo lo inscribí.

- Lo bueno de ti Edgard es que cuando
eres amigo, eres amigo de verdad.

- Ven, te mostraré.
- Después del partido.

- ¿Y al otro extremo?
- El Archiduque.

- Austria está plagada de Archiduques,
debes referirte a príncipe heredero.

- No veo a su esposa si
estuviera más a menudo

a su lado no oiríamos tantas historias.

Mi querida Baronesa.

- Y tú, pequeña,
mi pequeña como has crecido, preciosa.

Que alegría volverles a ver de nuevo.

- Alteza le presento al
Duque Michael de Braganza.

- Conozco bien a su tío.
Esquié con él en Portugal.

Por cierto, que no gran cosa.

- María, ven un momento.
Se me ocurrido una pequeña

treta y quiero que desempeñes un papel.

Sí.

- Tengo entendido que la familia
de mi viejo amigo Baltazzi,

aún no ha sido recibida en la corte...

- Es eso cierto.
No pertenecemos a la gran nobleza.

- Eso es ridículo lo considero
un insulto personal...

En cuanto termine el partido
te presentaré al príncipe heredero.

- Le damos las gracias a su
Alteza. Pero como ya hemos

tenido el placer, la experiencia
sería la palabra adecuada...

...de conocer al Archiduque Rudolph, no creo
que sea necesario una nueva presentación.

- A menos que permita
hacerle llegar un mensaje.

¿Qué mensaje?

- Por favor dígale a su Alteza
Imperial, que la decepción es

amarga y que confirma algo
que me enseñaron en el...

colegio: "nunca confíes en los Príncipes".

- ¿A quién sonríes con tanta dulzura, Helen?
- A la bella Larish.

- ¿Por qué la llaman
la serpiente de cascabel?

- Dicen que tiene
colmillos envenenados...

pero que hace tanto ruido que
siempre se sabe lo que trama.

- Teresa Stockau no debería sonreír tanto
sus dientes son tan falsos como sus perlas.

- ¿Y qué cree que lleva
puesto? Papel de pared.

- Más bien parece una vieja
bandera, y esa hija suya...

...Lisi es muy guapa. Pero
estúpida, casi tan estúpida

como su padre que aspira a
ser Embajador. Según dicen.

- En caso de que me quede
dormido, Mi querida Condesa

espero que me despierte
con su tacto habitual.

- Voy a tenerme que
interesarme por esa chica.

- Lo ha hecho divinamente
querida, divinamente.

¿El qué?

Pues su forma de despertarme desde luego.

- ¿Has visto esa
reverencia? ¿Para quién era?

Para Catherine Scraft, naturalmente.

- ¿Es cierto lo de ella y el Emperador?
- Claro, es su amante.

- Lis.
- Todo el mundo lo sabe.

¿Qué tiene que hacer una amante?

- Cómo podría explicártelo.
Verás, recuerdas la Pompadour...

Bien, supón que el Emperador
es Luís XV...

y supón que Catherine Scraft
es la Pompadour.

Oh, Helen ¿Cómo estás, preciosa?

Y estas preciosas
criaturas. ¿No está Teresa?

- No, creo que ha ido a
ver a una actriz amiga suya.

- Tengo una sorpresa para ella
seguro que le encantará...

...el plan que tengo
preparado. Lo he dispuesto

todo para llevarla al palco del Emperador.

- ¿Yo?
- ¿Conocer al Emperador?

- Vamos rápido antes de
que finalice el entreacto.

- Bien, un poco de rubor
te sentará bien, así.

Y recuerda, muestra
siempre tu mejor perfil.

- Dime, ¿cuándo le puedo
decir al Emperador que papá

quiere ser Embajador en Constantinopla?

- Bueno cariño ahora
no, quizás sería mejor

esperar a que te presenten
al príncipe heredero.

¿Y cuándo se lo digo al príncipe?

- Siempre se presenta
una ocasión adecuada...

Una mujer por muy
estúpida que sea debería...

Lo mejor será que no le digas nada...

Las mujeres son mucho más
atractivas cuando están calladas.

Ya estamos, deja que te vea.

- Sí, pero en los Balcanes
como sabes siempre hay que...

Alteza.

...siempre hay que
estar alerta con los turcos.

Perdonadme, Excelencia.

- Mi querida prima gracias por
salvarme de la situación de los Balcanes.

La joven Baronesa Stockau.

Hija del barón Stockau.

Champán.

- Vicenca fue mi ballet
favorito. Siempre me resulta

repugnantemente sentimental.

- Muy bien. Vamos querida no tendrás que
andar mucho, tu palco esta justo enfrente.

- No necesito una celestina prima.
Por ahora.

Por ahora.

- María.
- ¿Sí?

- ¿Te has dado cuenta que llevas
24 horas tocando la misma canción?

- Es cuando él coge a Giselle,
y ella se vuelca en su brazos.

- Sí, querida pero debe estar exhausto,
ya ha debido cogerla unas 150 veces.

- La Condesa Larish,
desea ver a su excelencia.

- Que alegría que haya alguien en casa.
- Querida que agradable sorpresa.

- Pasaba por aquí y
pensé... María por favor

sigue. Tocas divinamente,
estás guapísima...

...y el vestido es arrebatador.
- ¿No vas a sentarte?

- No, no, no. Prefiero pasear
un poco, el paseo aplaca

los nervios y mantiene
la silueta. ¿Puedo?

Hablando de silueta
¿has visto a Diana Meter últimamente?

Cada vez que respira
engorda. Anoche en la ópera...

En bien de la seguridad de todos
debería haberse sentado...

...en el patio de butacas.
No creo que un palco

soporte su peso, todo
el mundo opina lo mismo.

- María, causo una gran sensación no
cesan de hacerme preguntas sobre ella.

Sigue tocando y escúchame...

...mi primo Rudolph quiere
verte, por favor un poco de

tranquilidad... Lo
haremos a cuatro manos.

- Estuvo una hora entera hablándome de ti...
No, no es así.

Toca más fuerte.

- Quiere verte, debo
llevarte junto a él, ¿irás?

- Déjalo en mi mano...
Me gustaría seguir tocando pero tengo prisa.

Voy a comprarme un vestido
para la fiesta del príncipe

Philipe, va a ser
tremendamente aburrida pero...

...que se le va hacer. Helen "au revoir"
me tengo que ir volando. Adiós María.

- Un momento se me ha ocurrido
una idea magnífica.

¿Por qué no se viene María
conmigo? Tiene tan buen gusto.

- ¿No es un poco tarde para ir de tiendas?

- Helen, hazme un favor, préstame a
María un par de horas. Detesto estar sola.

- Bueno, cómo no. Si quieres que María...
- Vamos, deprisa María vete a cambiar.

- ¿Seguro que no te importa? Verdad, Mamá.
- No, querida pero deberás volver pronto.

- Sí.
- Por favor, por favor, ¿puedo ir yo también?

No, tú eres demasiado joven.

Quiero decir otra vez
cuando no sea tan tarde...

No te preocupes por
María estará en buenas manos.

Querida tengo tantas cosas que hacer...

...hoy en día no uno para.

No tienes que estar nerviosa.

Vamos.

Haber, deja que te mire.

No te has empolvado, al
menos no mucho. Ya está.

- Con los ojos no importa
los tienes maravillosos.

Pero no pongas esa cara tan seria.

- ¿No estás asustada, verdad?
- Creo que no estoy asustada, en absoluto.

- Tienes una sonrisa preciosa,
sonríe a menudo a Rudolph

no le gusta la gente
seria. No le gusta nada.

Ya hemos llegado.

- Brazis y su coche.
- Con la Condesa Larish.

Eso acabó hace años.

Bienvenida, señorita.

- Que te diviertas querida, y aprovecha al
máximo esta oportunidad única.

¿Te das cuenta del
porvenir que puede traerte?

Y quien sabe querida a lo
mejor adquieres un pasado.

Por aquí, por favor.

Sígame, por favor, señorita.

Nunca confiéis en los Príncipes.

Edward de Gales me dio su mensaje.

Empezaba a pensar que ya no vendría

que en el último momento
llegaría a asustarse.

- ¿Asustarme de qué?
- Ah, no sé, de este terrible lugar o de mí.

- No creo que junto a usted
no le tendría miedo a nada.

De manera que es aquí donde
vive. Y todo esto es suyo.

- Ahora cuando piense
en Ud. Me diré, en este

momento está sentado en ese enorme sillón

...horrible sillón si me
permite que le sea sincera.

Está escribiendo en su mesa, estará...

- Ah, ese es el anillo de boda
de Luís IX de Francia, St. Luís.

No es de oro, ni siquiera de plata.

- Como en la mayoría de los matrimonios
su base es metálica de hierro.

- Tenía los dedos casi
tan delgados como los míos.

El anillo de bodas de
un Santo, imagínese.

- No es que me importe, pero
¿siempre está ahí enfrente?

- Me la dio mi primo Lugbi,
me dijo que me alegrara por estar vivo.

- Pero estar vivo... Lugbi está...
Se refiere al rey Lugbi de Baviera al que...

- Mentirás. Todas esas historias son
inciertas era un hombre diferente.

No estaba loco, nadie sabe de que murió.

- ¿No se va quitar el sombrero y el abrigo?
- ¿No hay un espejo?

En la habitación contigua.

- ¿Es ahí donde duerme?
- ¿Esta es una cama principesca?

Es bastante cómoda,
de todas formas no duermo mucho.

- La Condesa Larish me
empolvó la nariz, estoy horrible.

- ¿Ocurre algo?
- No.

- Solo que es diferente
de como lo había imaginado.

Diferente. ¿Cómo?

- No, ni siquiera es
verdad. Sabía dónde estaba

pero esperaba que fuera distinto...

Hubiera sido más sencillo nada más.

No entiendo.

- La Condesa Larish
trae a muchas mujeres y a

todas les empolva la nariz
antes de pasar la verja...

El principio siempre es el
mismo y el final idéntico y lo que

ocurre entre medias es...
bien eso no es su caso.

Y eso es lo que he descubierto.

- Me alegro que lo haya descubierto ahora.
Gracias, Alteza.

- Gracias Rudolph.
- Gracias Rudolph.

- ¿Cuando volveré a verle?
- Mañana encontraré algún medio.

- Que lástima: caviar, Champán,
asegúrese de que lo tiren cuando me vaya.

- Hablaba en serio cuando decía
que desconfiaba de los Príncipes.

Pues no.

- Quiere llamar al cochero,
la Baronesa se marcha.

Alteza.

- Hasta mañana, amor mío.
- Que encantadora despedida.

Buenas noches, mi amor.

Bien, Hoyos, adelante.

- ¿Siempre tendrá que ser así?
- No siempre.

- Me alegro. Durante un tiempo
está bien pero... mucho. Ah,

si no fueras un príncipe, Rudolph.

- Escuche sus vítores, sin
embargo, son los mismos que

querían destruir el imperio
y destituir a los Habsburgo.

- No Alteza. La mayoría llevan
los colores de armas. Para

ellos la monarquía es una institución.

- Francisco José se ha
convertido en una institución...

- Esas sublevaciones
húngaras que mencionó Karolyi,

no serán violentas, ¿no?

- Las revoluciones casi
siempre suelen ser sangrientas,

Alteza.

- Esos disparos...
Señor, estaba preocupado.

- Gracias Rudolph, es una
preocupación que me conmueve,

por lo inesperada.

- No la considero inesperada.
Hoy estaba de servicio, Señor.

Sólo cumplía con mi deber.

- No Rudolph. Hoy te has
comportado como esperaba que se

comportase un hijo mío.

- Gracias querida por esa
fantástica pieza de Fabergé.

- Debería agradecérselo
a Rudolph, Majestad.

Nunca me deja escoger nada.

- Y también quiero agradecerle
a Herti esa encantadora

carta. No acabaré de
descifrarla hasta el próximo...

...aniversario pero, ese detalle
ha sido muy gratificante.

Rudolph. Siéntate un momento.

- Quiero expresarte lo mucho
que he a preciado tu gesto de

protección esta tarde.
Como padre me gustaría...

...conocerte mejor. Tu
amigo, el príncipe de Gales.

¿Te ha beneficiado su visita?

¿Beneficiado?

- ¿Has tomado nota de los
consejos que haya podido darte?

- Ya veo, de manera que el Conde Taafe
tiene espías hasta en mis fiestas privadas.

- Fue tu amigo Edward quien me lo contó,
esta francamente preocupado por ti.

- La conducta de Edward
no es precisamente...

No hablo de tu vida privada...

Y quizás te complazca saber, que no
pongo ninguna objeción a tu amiga actriz.

- Le complaceré diciendo que no tengo nada
que objetar respecto, a su amiga actriz.

- De lo que me gustaría
hablar es de tu vida pública.

- Y mi vida pública se reduce
a recepciones, bailes, galas

benéficas, actos que cualquier
tarado podría presidir...

Debería estar presente en
las tareas de gobierno,

debería estar presente cuando despacha...

...con sus ministros.

- Cuando moderes tus puntos de vista
podrás asistir a mis consejos.

- ¿Debo callarme o decir
lo que realmente pienso?

- Te daré un consejo como
padre, no como Emperador.

No confíes en el pueblo, en el pueblo hay...

...mentes ilustres desde
luego. Pero en general es una

masa, la misma masa que
arremetió contra mi palacio...

...cuando yo tenía 8 años
de edad. La misma muchedumbre

que asesinó a mi tía abuela...

...María Antonieta. Ése
es tu pueblo, el pueblo

que en tu opinión debe
gobernarse a sí mismo.

Si te fijas en otros países,
países ilustrados como América

y Francia.

Te darás cuenta de que
se basan en una farsa.

Los países republicanos
siguen haciendo guerras...

...sus pobres siguen siendo
pobres y sus ricos se enriquecen

cada vez más.

¿Me estás escuchando?

Estoy escuchando pero no estoy de acuerdo.

- Para ostentar el poder
supremo debes aceptar las

responsabilidades del poder.

- ¿Poder? Lo atesoras como
un avaro. Y aquí estoy yo

heredero de los tronos
de Austria y Hungría...

...y no soy más que un eunuco político.
- ¿Te gusta ría ser inspector general?

- ¿Cómo? A lo más que he podido aspirar
es a ser comandante de segundo.

- El Conde Taafe está preparando
tu ascenso a general para

ocupar el puesto de inspector
de todas las fuerzas

reales e imperiales del Imperio.

Por una vez no tengo nada que decir.

- Tendrás que viajar mucho
visitando las distintas unidades...

Tu primera misión será
representarme en Praga, durante

las maniobras del séptimo regimiento.

- Padre.
- ¿Te sientes complacido?

Y agradecido.

- Bien, no te retengo más.
Te están esperando para...

...abrir el baile.

Y... dile al Conde Taafe
que quiero hablar con él.

- Majestad.
- Es diferente de las demás esa joven.

- Tan diferente que creo que
habría que disponerlo todo

para casarla con el
Duque Miguel de Braganza.

- Portugal está en deuda
conmigo, apoyé sus reclamaciones

sobre Brasil...

- ¿Y la familia dice que no la conoce?

- No Majestad, pero es
rica, inmensamente rica.

Muy cosmopolita, ha viajado mucho.

- Mire a ver que se puede hacer,
en caso contrario la familia

tendrá que comenzar
de nuevo sus ricos y...

...cosmopolitas viajes.

- Cualquier arma impresiona
cuando da en la diana y hace

mucho ruido. ¿Cual es
su máxima elevación?

- ¿Elevación?
¿Cual es la elevación de ese arma?

- Nos proponemos fabricar
ese arma, y para conocer

un dato muy sencillo
nos tiene que informar...

...el último soldado. Es un
hecho que se produce demasiado

a menudo o ascendemos al soldado o...

...nosotros caballeros debemos
hacer un curso de armamento.

- Tenga, éstas armas deberían
estar convenientemente engrasadas.

- Tome nota, los caballos
no están bien cuidados.

- Sólo encuentro una ventaja en tener mapas
anticuados, si caen en manos de enemigo...

su estrategia también fracasará.

- General hay que revisar
todos los mapas de fronteras. Y

todos los oficiales deberán
hacer un curso de topografía.

- Su Alteza Imperial el
príncipe Heredero Rudolph.

- Alteza es un honor.
- Me temo que una intrusión querida prima.

Necesito tu ayuda.

Voy a un desfile militar
a Linch y deseo ver a María.

- Esta patinando en ese
lago cerca de Grisie.

- Entonces perdóname
que me vaya de inmediato

mi tren sale dentro de unas horas.

- Alteza, se lo suplico
tenga paciencia por esta vez.

No te entiendo.

- Esa chica es totalmente
distinta, y además tengo miedo

porque sé que la amáis. Pero
podrías herirla, perjudicarla,

...echar por tierra toda posibilidad
de ser feliz con otro hombre.

- ¿Quien te ha dicho que me
digas eso? ¿El Conde Taafe?

- Y pensé que esta vez
era un asunto secreto.

Así que mi padre también lo sabe.

Por eso me ha dado...

...yo que creí que al fin me
daba una responsabilidad.

Le estaba agradecido, incluso
me empezó a gustar,

...me dijo que debería viajar mucho.
- Alteza...

- Taafe me encargó que se lo dijera, pero no
se lo he dicho porque él me lo dijera.

- De una cosa puedes estar segura no
pienso hacerle daño, al contrario.

- ¿No te ha sorprendido verme?
- No, nada.

- A veces antes de dormirme
tengo la certeza de que

te veré a día siguiente.
Y anoche lo pensé.

- Chocolate.
- Vino para mí.

- Mi hermano Jorge tengo que cuidarle,
si está ahí.

- Sabes es terrible, pero veo
más claramente lo que pasa ahí

fuera que a ti. Tal vez es coquetería.

Mi amor, estás más delgado ¿Te pasa algo?
- Estoy más delgado, me preocupo por ti...

...y de lo que está pasando
en Viena a mis espaldas.

- Si te vas a poner celoso te diré
que están pasando muchas cosas.

Por ejemplo...

- El Duque Miguel de Braganza
me ha pedido oficialmente

que me case con él.

Pero a través de su tío el
rey de Portugal. El conde Taafe

le ha ofrecido a mi tío el
cargo de embajador en Brasil.

- Fui un estúpido al pensar
que nos dejarían en paz.

El Emperador tiene los oídos
más aguzados de Europa.

Yo la nariz más colorada.

Gracias.

- ¿Por cuánto?
- Solo, sólo unas horas, estoy de paso.

- ¿Has recibido mis cartas?
- A diario.

- He estado pensando
ahora que lo saben, abrirán

las cartas y mandaran
copias al Conde Taafen.

- ¿Pero por qué? No hacemos
daño ha nadie. Bueno sí.

Tú tienes una esposa, y una
hija, y tendrás un Imperio.

- ¿Que te pasa María? Mírame.
- No es nada.

- Una situación desesperada.
Sin ninguna salida.

- Nunca pierdo la esperanza,
mírame María.

Te estoy mirando.

- Me tengo que ir ahora a ese
aburrido desfile en Linch.

Pero, durante mi ausencia
recuerda esto, puede que

tengamos que estar separados
durante algún tiempo...

...pero algún día estaremos
juntos para no separarnos más.

- Creo que no te gusta tu
puesto de inspector general.

- No señor, no tengo
autoridad real sigo siendo...

...el principito. En todo caso
pienso presentar mi dimisión en

cuanto llegue a Viena. Y
no me preguntes la razón.

Te voy a preguntar la razón.

- Cuando me nombró inspector
genera me alegré, me sentí

feliz, pensé que a fin me
encargaría una misión...

...importante.
- Y es importante.

- Ahora sé como es de
importante para reproducir sus

propias palabras "Tendrás
que viajar mucho"...

China, Japón... con tal de enviarme lejos.

- Bendito sea el Señor, por permitir
que su Alteza viva un día más.

Gracias, Loschak.

- ¿A qué hora llegué anoche?
- El tren llegó muy tarde. Casi al amanecer.

- Por eso le he despertado
2 horas más tarde de lo habitual.

Hoy atuendo campestre.

- Y encárgate de que vayan a
buscar a la Condesa Vetsera.

- Perdone Alteza. La Condesa
Larish, está en la antesala.

¿A estas horas?

- Bien, hágala pasar.
- ¿A su dormitorio?

- ¿Y porque no?
No es la primera vez que pasa la noche aquí.

- Alteza, discúlpeme.
- Algún motivo habrá.

- No me echará una reprimenda
por traer malas noticias

Por Dios, dime de que se trata.

- María. Su familia la ha enviado fuera.
- Lo saben.

- Saben que tiene un amante.
Pero no saben quien es.

¿Quién se lo dijo?

- El Conde Taffe, lo dispuso
todo para que se enteraran.

Con el beneplácito de mi padre.

- El Conde Taffe es demasiado hábil
para hacer una cosa así sin su aprobación.

- ¿Donde la han enviado?
- No lo sé, me hace daño.

- La familia estaba demasiado
asustada para hablar.

- No pude hacer nada.
Créame.

- El Emperador. Quiero
que me reciba enseguida.

Hoy no va a ser posible.

- Su majestad ha dicho
que no le moleste nadie.

Ni siquiera a usted.

- Le mencionó a usted. A nadie en las
próximas 24 horas como mínimo.

- Por favor.
¿Alguien puede darme un vaso de agua?

- Toma un poco de esto, y
suelta esa ridícula pistola.

Mas vino no. Fallaría el tiro.

Franz, estás muerto.

- Estás muerto, Franz estás muerto,
Joseph estás muerto. Todos estáis muertos.

Cárgala, por favor.

- Alteza, está cansado. Vámonos todos a casa.
- A casa.

- En casa he ten ido que esperar
48 horas para ver a mi padre.

- ¿Has tenido que esperar
tanto tiempo para ver al tuyo?

- No Alteza, nunca supe
quien era mi padre.

- Mi padre te ve con
buenos ojos, ¿lo sabías?

Yo también. Dios mío, claro que sí.

Y para demostrártelo.

Ahora sí que reconozco a su Alteza.

- Dámela. Un Inspector General sin su arma.
Te lo ordeno. Quítate de mi vista.

- Caballeros. Como todos
los grandes músicos.

Tocarán con los ojos cerrados.

- Así. Y ahora a dormir.
Como un buen chico.

- Despiértame si mi padre me llama.
- No me dormiré. Tranquilo.

Todas no.

Soy Mitzi. Recuerde.

Perdóname.

Mi comportamiento ha sido odioso.

Lo perdono.

- Échate a mi lado.
- No quiero que se arrugue el vestido.

- Cómprate otro mañana.
- No tiene por qué hacerlo.

Lo que debe hacer es dormir.

- La han mandado lejos.
Han mandado fuera a María.

- ¿Lo sabías?
- No. Duerma.

- Yo me iré. Yo me iré también. Me marcharé.
- Alteza. ¿A donde va?

- El anillo de boda de San Luís.
Lee lo que pone en su interior.

13 de enero de 1889. Es hoy.

Unidos Por El Amor, Hasta la Muerte.

- Es curioso.
No había imaginado Venecia, bajo la lluvia.

- A partir de a hora
siempre la recordaré así.

Adoro este tiempo.

Pareces una hija del sol. Tan feliz.

- Pero la lluvia no es
triste. Es luz, danza.

- Para mí son lágrimas.
- Para mi, danza.

Yo no lo hubiera expresado así.

- Es lo que la gente dice
de los copos de nieve...

danzando como un ballet. Yo no lo veo así.
Para mí la nieve es sueño.

Pero la lluvia es algo vivo. Escucha.

- María Vetzera. Hija
del sueño y de la nieve.

Creo que te amo.

- Ahora yo también se que te amo.
Pienso en ti. Sólo en ti.

- Recuerda que te dije que
a veces antes de dormirme,

sabía que te vería. Al día siguiente.

Anoche lo supe.

- Un poco de luz. Por favor.
- Soy tímida.

Un poco de luz.

Me asusta la oscuridad.

- Mi amor, mi amor. Ya
jamás sentiré timidez.

¿Quién te dio permiso para marcharte?

- Nadie, a mi edad cuento
con un pasaporte propio.

- Como Inspector General,
no tienes derecho a abandonar el país.

- Presenté mi dimisión antes de irme.
- Yo me negué a aceptarla.

Por lo tanto se te formará
un consejo de guerra.

- De acuerdo. Convoque
un consejo de guerra.

- Y esto. Escribiste una carta al Papa,
solicitándole la anulación de tu matrimonio.

- De un matrimonio que me
convierte en el bufón de toda

Europa. Mi carta al Santo
Padre, es un asunto mío.

- El Papa y el Arzobispo de Viena no son más
que capellanes de nuestra familia.

- No toleraré que
nuestros asuntos los intente

resolver nadie más, sean sacerdotes o no.

- Y esto... De todas formas te
comunico que tu petición

ha sido rechazada. ¿Vas
a seguir humillándonos?

- ¿Usted les dijo que la rechazaran?
No fue necesario. Ellos lo decidieron.

- Me mantuvieron informado
como cabeza de familia.

Y en lo que a mí respecta...

jamás autorizaré que te
divorcies de Stephanie.

Esa mujer, ésa Vetzera,
jamás volverá a poner...

los pies en este Imperio.

¿Que haces?

Ahí le devuelvo su Sacro Imperio Romano.

- Y mándeme los documentos,
y antes de fin de mes, habré

renunciado a mis títulos y me marcharé...

...definitivamente de este país.
- ¿Y si me niego a aceptar tu abdicación?

- Si se te retira el pasaporte.
¿Que otro camino te quedará?

- Puede ir aún más lejos. Sus
prisiones están repletas, pero

seguro que el Conde Taffe y su policía...

...encuentran hueco para uno más.

- Eso no será necesario por ahora.
Dejaré que te juzgue tu amante.

- Y su familia, a quienes
estás llevando a la ruina

y a la desgracia. Y
los hijos de tu amante.

Unos bastardos que serán
humillados allá donde vayan.

Habsburgo de sangre, pero bastardos.

- Humillados por gente inferior,
pero que cuentan con una

gracia superior. La
gracia del matrimonio.

- Y que te juzgue tu hija,
si es que aún no la has olvidado.

- Aquí hay
hombres de todas las razas.

Hay croatas, eslovenos, checos, húngaros.

- Su salario es bajo. Todos ellos están
lejos de su hogar. Pero si yo lo ordeno...

...todos ellos estarían dispuestos
a morir por mí sin preguntar la razón.

Lo que ha dicho antes ¿es cierto?

¿Que María no podrá regresar a este país?

- No quiero dañarla a ella
ni a su familia.

Eres tú el que decidirá el daño
que le puedes hacer.

- Incluso estoy dispuesto
a permitir que la

vuelvas a ver durante
unos días. Y nunca jamás.

- No cree que la amo, ¿verdad?
- No creo que eso sea muy importante.

- Hasta final de mes. Puedo
pasar unos días con ella.

Sin policía ni espías.

- Si me das tu palabra.
- Tiene mi palabra.

- He debido dormir toda la noche.
¿Dónde estamos?

En Mayerling.

- Aquí no vuelan en
línea recta como en Escocia.

- Y aquí no dispara tan
certeramente como en Escocia.

Será por la luz.

- Es horrible. Lo odio,
lo odio. Es algo que nunca

lo he podido soportar. Estas matanzas.

- De pequeño mi padre me
consideraba poco viril, porque

me gustaba observar y estudiar...

...a los animales en vez
de matarlos. Ahora los mato.

Alteza. A la derecha.

- No por favor. Es tan tierno. No lo hagas.
- No facilitas nada la labor de un cazador.

No quiero que los mates.

- Y, ¿qué quieres que haga?
- Nada. Sólo tienes que fijarte en mí.

Alteza. Han llegado unos amigos.

- Karolyi y yo acabamos
de llegar de Hungría.

- Alteza. Mañana será la mayor manifestación
que ha conocido Budapest.

- ¿Sabe lo que están pintando
en las banderas y los carteles?

- Que el príncipe Rudolph
de Austria, será nuestro Rey.

Ha llegado el momento de definirse.

- Hoyos. Usted es húngaro.
Explíquele lo que eso significa.

- Karolyi tiene razón. Es la única forma
de mantener a Hungría unida al Imperio.

Tiene que actuar. Tiene que actuar ahora.

- Y si el Emperador manda
sus ejércitos a Hungría.

La guerra civil.

- Pero si usted llega a ser Rey de Hungría.
Su Virrey, o como quiera titularse.

- ¿Quienes son esos hombres?
- Son amigos.

- ¿Amigos de quien?
- Nuestros.

- Vaya a conocerles. Estrécheles la mano.
Dígales que es uno de los nuestros.

¿Como se llaman?

- Puede que un
día se una a nosotros.

Sólo espero que no sea demasiado tarde.

- Rudolph, Rudolph. Acabo
de matar el jabalí más grande

que ha vivido en estas
tierras durante muchos años.

- Me alegro Edward. Hoyos, voy a
Viena a entrevistarme con mi padre.

Lleve a María a mis estancias de
Suendbron, y que me espere allí.

- Pero esta noche hay un baile
en honor del príncipe de Gales.

- Quiero que los Vetzera reciban invitación.
- Francamente Rudolph.

- Te quejabas de que tus amigos no eran
recibidos en la corte. Esta noche estarán.

- Loco. Como todos los Habsburgo.
Completamente loco.

- Pero María. ¿Que estás haciendo?
- Es para el cervatillo.

- Es encantador. Tan pacífico.
¿Recuerdas lo que te dije de la nieve?

- Si, sueño. Largo sueño.
Lo recuerdo. La lluvia danza.

- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué?

- ¿Por qué has suspirado? ¿En que piensas?
- Pensaba en Viena.

- A pesar de que mi madre está allí
tengo que volver a la Corte.

- ¿No será que no te he hecho feliz?
- Todo lo contrario.

- Bien. Porque yo nunca
había sido tan feliz.

Sólo me gustaría ser Dios. Para
Bendecir a todo el mundo.

- Primero con alguien a quien amar.
- ¿Y segundo?

Con alguien que me devuelva ese amor.

- ¿La Señora va a querer mas té?
- No gracias Loschak.

- Aunque estas pastas estaban deliciosas.
Aunque terroríficas para la silueta.

- Entonces, ¿la Señora no quiere nada más?
- Sólo quiero que me diga una cosa.

- ¿Cuanto tiempo lleva con el Archiduque?
- Desde que cumplió los 12 años.

- Que afortunado.
- No, cuando tenía 12 años, era malísimo.

- Le quiere muchísimo. ¿Verdad?
- Si me lo permite Señora. Tanto como usted.

Quiero muchísimo a su Alteza imperial.

- Me han gustado mucho sus palabras.
Gracias Loschak.

Loschak. Anúncieme a su Alteza.

- Está esperando que le
reciba el Emperador. Majestad.

- Digalé que he llegado inesperadamente,
para saber cómo se encuentra.

- Por favor. ¿Quiere poner
estas flores en agua?

- Bien, ya que estoy aquí,
le dejaré una nota.

- Siento haberla molestado. Loschak,
debería haberme avisado. Bien, váyase.

- Quería saber cómo está mi hijo.
Le veo tan poco.

¿Que aspecto tiene?

Le veo preocupado, Majestad. Y agotado.

- Pobre Rudolph. No nació
para esta vida que le obligan

al llevar. No sé si habrá
alguien capaz de llevarla.

- No la conozco, Señorita.
Ya salgo tan poco.

- Sé que mi hijo la ama.
Siéntese, por favor.

- Es aún más bella de
lo que me habían dicho.

Y muy joven. ¿Que edad tiene?

- 20 años.
- 20. A los 20 años yo ya era desgraciada.

Pero como era muy joven.

Viena no es para los
jóvenes. Aléjese si puede.

- Prefiero el campo. Majestad.
- Como yo. Como Rudolph. Como su padre.

- Somos lo que somos, porque tenemos
que ser como ellos quieren que seamos.

- Las niñas normales, juegan
a reyes y reinas. Nosotros

jugamos a ser pastores, y
a veces artistas de circo.

Escuche.

- Si sigue un tiempo aquí
oirá una puerta que se cierra.

Un sirviente que deja caer una cuchara.

- El silencio, nunca es total.
Uno nunca está completamente solo.

- Sin embargo se siente,
tan solo, tan terriblemente solo.

- ¿Sabe lo que me dijo el
día que se casó? Dijo. Madre,

reza por mí. Y yo le dije,
¿Que quieres que pida?

Y me contestó.

Por favor pide a Dios
que no me enamore nunca.

Permítame que le dé un beso, joven.

Es un ser muy querido para mí.

Buenas noches, Helen.

- La Baronesa Vetzera,
parece un poco nerviosa.

- Jamás había pisado la corte,
y de repente la invitan a un baile.

Y sabe, ¿por qué?

- Mi madre siempre se
enteraba la última de todo.

- Lo has mantenido muy en secreto, querida.
- No me decidí hasta el último instante.

Ya sabes que, detesto que me observen.

Se lo que están pensando.
Si está más vieja o no...

- Tonterías. Irán corriendo
a sus casas para decir

que han visto a la
Emperatriz más bella...

- Ya somos muy pocas mujeres
las más bellas del mundo.

Pero por que no les
distraes. Deja que bailen.

Taffe.

- Majestad.
- Música, por favor.

- Señor, ya que vos vais a
inaugurar el baile, ruego que me

dejéis bailar con mi madre
la segunda pieza de la noche.

- Tu padre y yo tenemos que hablar. Seguro
que puedes ocupar el puesto del Emperador.

- Como bailarín,
cualquiera puede ocupar mi puesto.

- Baronesa Vetzera. Le ruego
que me autorice a pedir a

su hija María, el honor de
inaugurar el baile de esta noche.

¿Tengo su permiso?

Si su Alteza Real lo desea, el insiste.

Majestad.

- Cálmese. Recuerde que
es Archiduquesa de Austria.

- Mírame María, mírame.
Sonríe, María.

Sonríe. Eso es.

Quiero que todo el mundo nos vea así.

- Y a hora dime algo.
- Buenas noches, Alteza.

- Buenas noches mi amor.
Por favor, llévame de aquí.

- Señora, esto no
continuará, le doy mi palabra.

No continuará.

Se lo prometo.

- Majestad. Permítame
presentarle a la Baronesa

María Vetzera. Cuyo destino
tanto le ha interesado.

- Es usted muy bella. Y su juventud,
le permite esperarlo todo de la vida.

Su Majestad es muy amable.

- La Baronesa y yo, ya nos conocemos.
Confío en que nuestro aprecio sea mutuo.

- Vuestra Majestad es muy amable.
- Me voy a descansar. Estoy muy cansada.

Quizás desees verme antes de irme.
Pero no muy tarde.

Buenas noches.

- Estoy tan orgulloso de ti, María.
Dios mío. Tan orgulloso.

- Espero que algún día tengamos hijos.
Para que puedan sentirse orgullosos de ti.

Edward...

Disculpen, señoras.

- Necesito tu ayuda. Tienes
que dejarme ir a Inglaterra.

- Tus visitas de Estado, son
las únicas con las que disfruto.

- No es una visita de Estado.
Quiero instalarme allí.

- Rudolph. Cuando piensas
en Inglaterra, piensas en...

...los acantilados. Y por
mucho que la Reina te aprecie

personalmente, políticamente...

- Pero un día serás Rey, y entonces.
- Ni entonces podré considerar Inglaterra...

...mi finca privada a la que
pueda invitar a quien desee.

¿A donde puedo ir? ¿Que haré?

- Tendrás que hacer lo que
yo haga mañana por la noche.

¿Y qué es?

Volver junto a mi esposa.

- Pero airear públicamente
el asunto, fue una locura.

- Lo hice por un motivo. Para
que fuera un asunto conocido.

Es decir para no
considerarlo como algo...

...que se esconde bajo la alfombra
cuando llegan las visitas.

- Pero ahora tu padre está
más decidido que nunca.

Aunque, como no se va a rendir un

hombre ante tales ojos.
La joven es maravillosa.

- También contaba con eso. Que él viera
que era alguien especial, no una madame.

- Tenías que haberme avisado con tiempo.
Algo se me habría ocurrido.

- ¿Algo como la relación de mi padre con
Catherine Sratz? No gracias. Quiero casarme.

- Quiero hijos. No vernos
a escondidas cada 15 días.

Matrimonio y nada más.

- Yo le presenté a la
Señora Sratz a tu padre.

Como un acto de compasión. ¿Por qué?

- Porque si yo no podía,
o no quería estar en Viena.

Y compartiré lecho de tu
padre. No tenía derecho a...

...obligarle a llevar una vida de celibato.

Querido.

- Ya sé que quieres casarte.
Aunque sea ilegalmente.

Y me casaré.

Nadie me lo impedirá.

- O me caso o...
- Mi pequeño.

- No te comportes como
un niño hablando así.

Te lo aseguro madre.

- Me persiguen demasiado.
Me acosan incesantemente.

- ¿Crees que tu padre no
sabe lo que te está haciendo?

Lo que se está haciendo.

- Porque en orgullo y
testarudez, sois iguales. Si crees

que él se equivoca, tú
también te equivocas.

- Cariño. Aléjate de esa ventana.
Morirás de una pulmonía, o moriré yo.

- Madre, te voy a decir una
cosa que no diré a nadie más.

- Sólo me queda una posibilidad. Hungría.
Allí quieren que sea su rey. Puedo ir ahora.

- No te escucharé.
Pero escúchame por tu bien.

- Saca a esa joven del país
pronto. Aquí hay conventos

donde pueden ingresar a una
chica para que no salga...

...nunca más. Y con la
locura que impera en nuestra

familia, no hay que
descartar ninguna posibilidad.

- Hazlo hijo mío. Lo digo por tu bien.
- Sí, madre.

Ahora tengo que irme.

Muchas gracias por intentar ayudarme.

- Dile a esa joven que la amo de verdad.
Porque ella te ama de verdad.

- Recuerdas que una vez,
te dije que no pensaba

enamorarme jamás. Pues
ahora estoy enamorado.

Y me considero muy feliz.

- No eres afortunado,
pero eres una gran persona.

- Buenas noches, madre
- Adiós, hijo mío.

Alteza. Su Alteza.

- Perdóname por venir aquí,
Alteza. Pero debo marcharme

esta noche. Ya llevo mucho retraso.

- ¿Retraso? Debe llevar a
Karolyi la orden de que retrase la

sublevación en Budapest,
hasta que yo pueda llegar.

Hasta que yo llegue
allí personalmente.

- ¿Está de acuerdo en que
le proclamen rey de Hungría?

- Si es la única forma de
que Hungría permanezca unida

al Imperio. Todo hombre
debe justificar la traición.

- Karolyi insiste, en que
firme esta proclamación.

Y que me entregue su anillo como prueba.

- Espero que una firma con lápiz sea legal.
- Es sólo para que lo vea Karolyi.

Ya no confía en mi palabra.

Ya no es suficiente.

- Vaya lo más rápido posible. No quiero que
se produzca la sublevación sin mi presencia.

- ¿Ha cambiado de opinión? ¿Está seguro?
Esto es terriblemente grave.

- De repente todo se ha
vuelto terriblemente grave.

Dios les ayude, amigos míos.

- ¿Ya está decidido?
- A Budapest.

- Que alegría me va dar volver a Mayerling.
- Y a mí. Ha sido una velada terrible.

- María.
- Dime.

- ¿Harías cualquier cosa por mi?
- Sí. ¿Y tú?

La acabo de hacer.

- ¿Es que quiere matarnos?
Márchese.

¿Libre?

- ¿Quiere decir que podemos marcharnos?
- Sí, por el momento.

Por cierto Conde Hoyos.

- Creo que debería devolver
esto a su propietario.

- Así que el Conde
Taffe les dejó libres.

- ¿Por qué no? La sublevación
de Budapest fue aplastada.

- Entonces lo sabe.
Ya no puedo hacer nada más.

¿Se ha enterado de lo que ocurrió?

- El Conde Taffe, tenía 6
batallones dispuestos esperando.

- Y 100 cartuchos de munición por cada
hombre y oficial que no fuera húngaro.

- No fue un fracaso sólo. Fue una masacre.
- ¿Y el príncipe?

Nadie sabe donde está.

- ¿Y Karolyi?
- Se pegó un tiro.

- Taffe ha devuelto el anillo.
Pero no los papeles que iban anexos.

Se quedó con ellos.

- Me pregunto si una firma
hecha con lápiz, será legal.

Lástima que no lo sepamos nunca.

¿Que dijo Karolyi aquel día?

Algún día se unirá a nosotros.

Esperaré a que vuelvas.

- Será una espera muy larga.
Demasiado tiempo.

Aún mejor. Puedo ir contigo.

¿Y si fuera imposible?

- ¿Por que imposible? Te
seguiría a cualquier parte.

- No te lo permitiré. No puedo.
Más bebida. Vamos. Traiga más bebida.

Quiero que todos beban conmigo.

- No debería decírselo.
Pero si me pide que beba con

usted, me daría pie a que
le hable de hombre a hombre.

No como un criado a un príncipe.

- En todos los años que
he estado a su servicio.

Nunca le había visto tan
feliz como esta noche.

- Con el permiso de su Alteza.
Brindo por...

- En todos los años que
lleva conmigo, Loschak.

Es la primera vez que se rompe algo.

- La segunda, Alteza. ¿Se acuerda cuando
me lanzó la afeitadora y dio en el espejo?

- Quieres decirme algo. Pero no te atreves.
Deja que lo diga por ti.

- Si un día te fueras. No importa donde.
Pero si te fueras y no volvieras nunca.

¿Has pensado que sería de mí?

- Sola. Vagando por el mundo.
Desamparada.

- Por un mundo extraño y solitario.
Porque no estarías tú.

- No puedo, María.
No quieren dejarme vivir contigo.

Yo no quiero vivir sin ti.

- Mi amor, lo entiendo y quiero
que sepas que lo entiendo.

- Pero nadie, ni siquiera tú, sabrás nunca,
lo mucho que te amo.

- Sólo el pensamiento de la oscuridad.
Nada más.

- ¿Que estás haciendo?
- Ya he terminado.

- Debe ser el calor del fuego. Mis ojos.
No consigo mantenerlos abiertos.

Duerme.

- No quiero. Aún no.
Pero me caigo.

- Si quieres cambiar de opinión.
- No sin ti no vale la pena vivir.

Sólo una cosa, por favor.

No quiero saber cuando. Estoy asustada.

No mucho. Pero estoy asustada.

- Yo también.
- No debes tener miedo. Estoy contigo.

Siempre lo estaré.

- No quiero que estés solo.
Que te sientas solo en la oscuridad.

¿Comprendes?

- De ser el hombre más
desgraciado de Austria.

He pasado a ser el más afortunado.

- Somos afortunados los dos. Es bonito
poder decir a alguien, te amaré eternamente.

Y saber que es verdad.

Eternamente.

- Sólo te he querido a ti.
Has sido mi primer amor.

Me gustaría poder verte, por última vez.

- ¿Recuerdas o que solía
decirte? De noche, antes de

quedarme dormida. Sabía que
al día siguiente te vería.

Sí, sé que te veré.

Hasta mañana.

Mañana.

Pero ahora quiero dormir.

Buenas noches, mi amor.

- María Vetzera.
Te amaré eternamente.

- Perdón, Alteza. Me
pareció oír un disparo.

- Es posible Loschak. Algún
cazador en los bosques.

- Sí, es posible.
Perdón, Alteza.

A mi querida hermana. Adiós
querida Hanna. Te observaré

desde el otro mundo. Porque
te quiero profundamente.

Tu hermana María.